Esto no es así, “el cliente paga”… pero no tiene potestad para modificar “el producto”, porque si no, la enseñanza no podrá ser dada con garantías de resultados. Del mismo modo que no podemos decirle al Dr. que enfermedad tenemos y que medicamentos creemos que debemos tomar, no podemos decirle al Maestro, cómo nos tiene que enseñar… tan sólo le podremos decir cómo somos, que nos motiva a aprender y que “nos gustaría” aprender. Con esas herramientas, él como “experto”, comenzará a enseñarnos y a conocernos, para tratar de sacar todo el potencial que encuentre en nosotros.
Llevo más de 25 dentro de las Artes Marciales, tengo un armario lleno de kimonos de diferentes colores, entreno sistemas contemporáneos, creativos, deportes de contacto… pero todo ello lo hago desde el punto de vista “tradicional”. Entreno para mejorar mi Arte Marcial: mis habilidades en combate y defensa personal, mi técnica, mis reflejos, etc… del mismo modo entreno para buscar mi equilibrio interior, para estar a gusto conmigo mismo, para calmar mi mente, para estar centrado, para tener salud… y sólo me pongo el “hábito” (el uniforme) en un 1% de las ocasiones. El resto, el 99% de ellas… tan sólo entreno con ropa cómoda.
Sólo en eventos públicos, como competiciones, seminarios, entrenamientos con otros Maestros, etc… sólo en esas ocasiones, me pongo el kimono, para representar a mi Maestro, o a mi equipo, o a mi sistema, o a lo que considero que debo representar en cada ocasión… en esos momentos el hábito no hace al monje… “pero ayuda”, porque entre otros tantos, rápidamente me identifican con mi procedencia.
Si quieres llevar un hábito, que sea “el hábito de entrenar”… entrena cada día para mejorar, olvídate de cinturones, pon un objetivo en mente, y disfruta del camino que recorras hasta llegar a él. Y recuerda dos cosas: “siempre habrá alguien mejor que tú… pero al único que debes superar diariamente es a ti mismo“.
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