Que “el hábito no hace al monje”, es un refrán popular que aprendí de mi madre cuando era tan sólo un niño. No basta con vestirse de cura para serlo, no basta con vestirse de doctor para serlo… y no basta con anudarse un cinturón negro para serlo.
¡Ojalá fuese así de fácil! Pero lo que hay detrás de cada color en un cinturón, debe representar, estudio, disciplina, esfuerzo, sacrificio, paciencia y toda una serie de valores y conocimientos, que normalmente se traducirán físicamente en una serie de habilidades y destrezas, en una condición física, y en una evolución mental, psicológica y espiritual.
Pero ¿esto es así? En algunas escuelas sí, y en otras no. Y es ahí donde llega la confusión, el error, los problemas… y hasta en algunos casos “la estafa”.
El sistema de graduación por cinturones creado por Jigoro Kano para su Judo, se ha popularizado y “universalizado” en todas las Artes Marciales, sea cual sea su origen. Atrás quedó el dicho del Sr. Miyagi de que “el cinturón solo sirve para sujetar los pantalones”.