La evolución de las coreografías de lucha en el cine

La evolución de las coreografías de lucha en el cine

coreografías de lucha

Los aficionados al cine de Artes Marciales tenemos que agradecer a los coreógrafos ofrecernos películas muy diferentes, de distintas épocas y aplicaciones marciales de todo tipo. Como cualquier otro gremio, el de los coreógrafos ha ido evolucionando con los tiempos y a poco que hayas visto, notarás tremendas diferencias entre las peleas de los films de la Shaw Brothers, las de Bruce Lee, Jackie Chan, Van Damme o las de Scott Adkins.

El cine ha ido cambiando y las coreografías han reflejado ese cambio, creándose películas que modifican las tendencias coreográficas en cada momento. En las siguientes páginas vamos a ver cómo ha sido esa evolución, sin limitarme a hablar del cine en el que pensamos cuando hablamos de coreografías de Artes Marciales, el chino, el cine de Hong Kong, que ha ido a la cabeza durante muchos años reinventándose cada cierto tiempo.

No podemos olvidar que las Artes Marciales incluyen estilos de combate y autodefensa de muchos paises y por ello también veremos cómo han evolucionado las coreografías en Japón, Corea del Sur, Thailandia o India, sin olvidar a Estados Unidos, claro, así como la retroalimentación entre diversos paises que ha ayudado a que evolucione y se adapte a los tiempos para poder seguir impresionándonos en cada película de Artes Marciales que se estrena.

ORÍGENES TEATRALES

Antes de que existiese el cine, existía el teatro. Es de sobra conocida la Ópera China, sobre todo para los seguidores de Jackie Chan. El espartano entrenamiento marcial y acrobático, además de interpretación, danza y canto, conseguía mostrar en las obras secuencias de acción y combate, por lo que cuando comenzaron a rodarse películas de Kung Fu, se plasmaban las mismas coreografías teatrales, siendo la única diferencia que en vez de público había una cámara. Los actores, muchos de ellos actores de teatro reconvertidos a estrellas del celuloide, no lo tenían muy dificil para asombrar al público, aunque fuesen doblados en ciertos momentos por los especialistas que iban saliendo de la propia Ópera.

Grabar las obras de teatro tal y como se representaban fue lo que comenzó con el género, que incluso se atrevía con artesanos efectos especiales igualmente inspirados en los trucajes de teatro. Estamos hablando de principios del siglo XX y las historias mantenían a los héroes clásicos como Wong Fei Hung y Fong Sai Yuk como protagonistas siendo producciones salidas de Shanghai y Hong Kong. En Japón se puede seguir el mismo esquema a través del teatro Kabuki y el Noh. Las obras representadas se filmaban manteniendo las coreografías de lucha excesivamente encorsetadas.

Posteriormente el cine de samuráis avanzó con coreografías más ricas pero manteniendo el estatismo del samurái. Poco a poco esa tendencia ha ido modificándose, con películas que beben del cine de Hong Kong de los ’80, pasando por el realismo de un combate con katanas o con técnicas de Kung Fu, como la excepcionalmente coreografiada por Donnie Yen “The Princess Blade” (2001) No obstante, el cine de samuráis ha tenido contadas evoluciones a nivel coreográfico, con estilos más o menos espectaculares pero manteniendo el Bushido en sus combates.

Fuera del cine de samuráis, Sonny Chiba fue quien destacó con su cine duro y violento, traspasando fronteras con su saga comenzada con “The Street Fighter” (1974) Igualmente se ha creado un pequeño género de cine de Karate con las películas de “Karate Girl” de Rina Takeda o “Kuro Obi” (2007) con auténticos maestros de Karate pero que no ha creado la repercusión que merecen.

En 1929 apareció en la ex-colonia británica “The Burning of the Red Lotus Monastery” pero el título que cambió las coreografías fue “The Story of Wong Fei Hung” en 1949, protagonizada por el actor de la Ópera Cantonesa Kwan Tak Hing, encarnando al mítico héroe popular en un total de 99 películas de la serie original, además de otras participaciones posteriores fuera de la “continuidad” de la saga. Estas películas buscaban un mayor realismo en las peleas, comenzando a cambiar el concepto teatral visto hasta ahora.

Gracias al éxito de la saga, donde el propio Tak Hing coreografió en diversas ocasiones y donde aparece la flor y nata del posterior cine hongkonés de los sesenta y setenta, los coreógrafos, surgidos en su gran mayoría de diversas escuelas de ópera, pudieron innovar en las peleas, usando además a actores que realmente eran expertos en Kung Fu, como el propio Tak Hing, Shih Kien, eterno Han de “Operación Dragón”, Simon Yuen, o Yuen Hsiao-Tien, el mismísimo Maestro Borracho.

Poco a poco la inexistente fluidez de las primeras películas dio paso a algo más cercano a lo que conocemos. Acrobacias reales, combates con velocidad… esta evolución la acogió el púbico de manera excepcional y duró hasta casi los años sesenta, donde convivían estos films, que seguían siendo deudores de la ópera, con el denominado wuxia, o cine de espadachines. Incluso se puede dar un paso más allá y ver la existencia de películas jiang hu, donde los héroes trascienden el plano físico y están dotados de poderes. Un cine fantástico primitivo pero igualmente influido por el teatro que después de varias décadas cansaba al público.

Entre las productoras que nutrían al género de títulos wuxia estaba la posteriormente todopoderosa Shaw Brothers y eran más que conscientes de que el negocio no iba lo bien que se podía esperar, y aunque se “aprovechaban” de los directores que huían de la China continental hacia Hong Kong para que firmasen contratos abusivos, al igual que con los actores, con salarios mínimos y contratos exclusivos (al estilo de los contratos de los estudios norteamericanos de la Era Dorada de Hollywood, no nos engañemos, aunque pudiese haber diferencias en cuanto a lo que cobraban sus estrellas) llegó un momento en el que no era rentable. Había que dar un aire fresco al cine de Artes Marciales y fue “Vengeance”, de Chang Cheh en 1970 la película que volvió a insuflar aire al género.

Un reparto encabezado por Ti Lung y David Chiang, posteriores superestrellas de la Shaw, y con coreografías de dos miembros de la familia Yuen, por un lado el hijo de Simon Yuen, Yuen Cheung-Yan y por otro lado un alumno del propio patriarca, Tong Kai. El desconocido director Chang Cheh consiguió incluso galardones en el Asia-Pacific Film Festival para David Chiang como mejor actor y para él mismo como mejor director, y es que la visión de Cheh marcó un antes y un después, siendo una evolución totalmente fluida la que llevó de la ópera hasta este momento. La recuperación económica que comenzaba a sufrir Hong Kong ayudó a que la gente se abriese a los cambios, se relajase un poco y de esta forma disfrutar de un cine diferente, cine de Kung Fu pero con toques policíacos que por su violencia, en la versión norteamericana aparecieron algunas secuencias en blanco y negro.

Las coreografías en las películas de Cheh hacen avanzar las tramas e incluso madurar a los personajes además de violentas y sangrientas. Curiosamente, en diversas fuentes hacen hincapié en éste título como revulsivo del género, pero tres años antes, el propio Chang Cheh nos trajo un clásico imprescindible, “El Espadachín Manco”, con Jimmy Wang Yu como protagonista. En ella, aunque se trata de un wuxia, podemos ver los mismos elementos que “Vengeance” llamó la atención, violencia, sangre y un dramatismo que son marca de la casa.

El uso de trampolines, cables y demás efectos se usaban continuamente en el wuxia, mientras que las peleas más realistas conseguían, sobre todo a la Shaw, unas taquillas que les mantenían en activo con nuevos films, de desigual calidad pero con un abanico muy amplio de productos.

Tenemos por ejemplo los films de King Hu, como “Come Drink with Me”, donde la musicalidad de éste director se transmitía en las coreografías, aunque estaban más cerca en espíritu al de las representaciones teatrales debido en parte por su fijación en los géneros de espadachines con más connotaciones fantásticas.

Por último tenemos a Liu Chia-Liang, o Lau Kar-Leung, otro mítico especialista, actor, director y coreógrafo surgido de la ópera china y que poco a poco fue subiendo puestos en la industria del cine y en la Shaw Brothers para mostrarnos auténtico Kung Fu y volviendo a poner de moda a los monjes Shaolin.

Coreografías largas y muy técnicas dirigidas además por un experto ampliaron el espectro de las propuestas cinematográficas a la vez que aparecían nuevas estrellas como Gordon Liu, alumno del mismísimo Kar-Leung.
En 1973, tras la muerte de Bruce Lee, y debido al bajón que de nuevo sufría el género, aparecieron los clones del Pequeño Dragón, añadiendo los combates más directos, más reales aún de lo que Cheh o Liang habían mostrado, llenando así los cines de películas que aunque se pudieron ver títulos de gran calidad, no conseguían el éxito de los dos años anteriores. La industria se mantenía a flote y poco más, a la espera de un nuevo Bruce Lee, y no fue hasta 1978 que aparece otro punto de inflexión y en gran medida gracias a las coreografías.

Fue Jackie Chan quien pasó de las peleas agresivas y directas de Bruce Lee y sus clones, que volvían en ocasiones al esquema clásico de Kung Fu pero adaptado a los tiempos modernos, a un Kung Fu fluido, acrobático y humorístico. El uso del propio decorado y el atrezzo como parte de la coreografía junto a las acrobacias de un Jackie Chan en plena forma cuajaron, lanzando al estrellato a Jackie y curiosamente al mítico Yuen Hsiao-Tien, el Maestro Borracho, que creó un subgénero repitiendo este personaje hasta su fallecimiento.

El paso a los ’80 hizo que de nuevo Chan mezclase el humor con la acción y las escenas arriesgadas más impresionantes en la saga “Police Story”, haciendo que todo el mundo se fijase en el cine hongkonés de acción, desplegando títulos que siempre traían stunts de infarto junto a combates rapidísimos de Kung Fu.

MIENTRAS TANTO, EN OCCIDENTE…

El auge del cine marcial en Occidente surgió tras el éxito de Bruce Lee y “Operación Dragón”, comenzando una invasión de títulos de diferentes calidades, ya fuesen títulos de Kung Fu clásico como de Bruce Lee y sus clones. En esa época el cine marcial brillaba por su ausencia, con los primeros títulos de Chuck Norris, como “El Poder de la Fuerza” (“Breaker, breaker!” 1977) o “Los Valientes Visten de Negro” (“Good Guys Wear Black”, 1978), pero los ’80 trajeron el éxito al propio Norris comenzando la década con “Duelo Final” (“The Octagon”, 1980), “Golpe por Golpe” (“An Eye For An Eye”, 1981) y continuando con la saga del coronel Braddock, “Invasión U.S.A” (1985) o “Delta Force” (1986) La acción de sus films usaban las Artes Marciales al mismo nivel que las armas de fuego, una acción directa heredera casi del western pero con patadas. También esta década nos trajo el boom ninja con la trilogía de la Cannon, “La Justicia del Ninja” (“Enter the Ninja”, 1981), “La Venganza del Ninja” (“Revenge of the Ninja”, 1983) y “Ninja III: La Dominación” (1984) Mientras Norris daba su patada giratoria y sus puñetazos en la cara, Sho Kosugi aparecía vestido de negro y realizando técnicas nuevas, con sus ninjato y shuriken creando una nueva ola de copias que metían al shinobi en historias de todo tipo… hasta en el ejército norteamericano con “El Guerrero Americano” (“American Ninja”, 1985), con Michael Dudikoff recogiendo el testido de Kosugi en la Cannon como ninja oficial mientras el japonés probaba suerte en otras productoras.

El cine ninja convivió con el de Norris, pero justo cuando ambos subgéneros parecían apagarse, apareció Jean Claude Van Damme con “Contacto Sangriento” (“Bloodsport”, 1988) y el género se reavivó. Pero antes de llegar a esto, quiero recordar “Karate Kid”, la original de 1984. Sus coreografías mostraban auténticas técnicas de Karate en medio de una historia dramática que ya sabemos tuvo varias secuelas y el remake con Jackie Chan. El éxito de este film provocó de nuevo muchas copias con maestros de Artes Marciales escondidos en diversos trabajos infravalorados. Las propias coreografías mostraban incluso con mejores resultados técnicas de estilos reales buscando lanzar a nuevos actores, sin éxito, pero dejando en las estanterías de los videoclubs numerosas buenas muestras de Artes Marciales.

La elasticidad del belga junto a su musculatura e indudable carisma consiguió llamar la atención de un público aburrido ya de ninjas y héroes americanos, y las habilidades físicas de Van Damme fueron el revulsivo que se mantuvo hasta finales de los ’90. De esta forma el cine de género se pobló de torneos ilegales con patadas en salto y aperturas de piernas de 180 grados. El Kickboxing fu el rey de la primera mitad de la década, decantándose la gran mayoría de títulos de serie B del género a seguir la estela de “Kickboxer” (1989), tanto con sus secuelas como con títulos como “El Rey de los Kickboxers” (1990), “American Kickboxer” (1991) o “Desert Kickboxer” (1992) Por otro lado Steven Seagal y su Aikido consiguió el éxito, pero sus técnicas no crearon ninguna corriente en el cine marcial, manteniendo así la dualidad con Van Damme y su Kickboxing cinematográfico.

En 1995 se estrenó con un éxito inesperado “Duro de matar”, de Jackie Chan. Este título lanzó de forma internacional el hongkonés, haciendo que la gente viese el cine de Kung Fu con otros ojos. Con Van Damme inmerso en su “The Quest” y justo antes de caer en los infiernos cinematográficos, y Seagal más o menos igual, el éxito del modesto título de Chan causó una sensación en todo el cine de acción.

Sus acrobacias habituales asombraron ahora al público, traspasando el propio cine de Chan y siendo imitado durante una buena temporada.

Los proyectos de Chan en Hollywood y el traspaso de Hong Kong de manos británicas a chinas en 1997 hicieron que muchos de los talentos de Hong Kong probasen suerte en Estados Unidos, inundando el cine de género de Kung Fu y cables. Van Damme y sus films con directores asiáticos como Tsui Hark (“En el Ojo del Huracán” y “Double Team”), John Woo (“Blanco Humano”) y Ringo Lam (“Al Límite del Riesgo”, “Salvaje” y “Replicant”) le situaron en el, como su película, ojo (del huracán) de la acción. Por un lado Sammo Hung se encargó de “Double Team”, por ejemplo, junto a otros grandes valores hongkoneses, mientras que la acción balística de John Woo desembarcó con fuerza. Grandes tiroteos mezclados con patadas marciales ofrecía “Blanco Humano”, haciendo que la pirotecnica visual de John Woo se replicase en el género. Ralentizaciones, palomas, tiroteos a dos manos…

Y no podemos olvidar a Sammo Hung y su “Martial Law” o a Jet Li, que al igual que Jackie, comenzó a conseguir una enorme popularidad en Hollywood a raiz de “Arma Letal 4” (1998), aunque sus mejores títulos son producciones francesas como “El Beso del Dragón” (2001) o “Danny the Dog” (2005) Un estilo totalmente diferente al de Chan, algo igualmente necesario pero que se incluye en la invasión del Kung Fu al cine de acción. Para ayudar al propio Jet Li, llegó una película que cambiaría la concepción de la acción a varios niveles. A punto de comenzar el nuevo siglo, el cine de acción se nutría del Kung Fu de Jackie Chan y poco más de forma internacional y llegó “Matrix” en 1999. La revolución que fue a nivel visual, incluyendo las coreografías marciales, fue un revulsivo aunque en realidad no ofrecía casi nada nuevo.

Un refrito de ideas surgidas de numerosas influencias dieron como resultado la película que conocemos, y que presentó a los occidentales a Yuen Woo Ping, el mismísimo director de “El Mono Borracho en el Ojo del Tigre”, de Jackie Chan. En realidad solo hizo lo que llevaba haciendo toda su vida en títulos como “Iron Monkey” (1993), el uso de Kung Fu con cables pero en un contexto que daba pie a las técnicas más extremas. Esto hizo que de nuevo se copiase, llenándose el cine de bullet times y técnicas de Kung Fu. Incluso en “Scooby-Doo” (2002) podemos ver escenas de Kung Fu. Claro, el equipo de Yuen Woo Ping, incluyendo a alguno de sus hermanos han trabajado en películas como “Los Ángeles de Charlie” (2000) o “Daredevil” (2003).

THAILANDIA, MMA Y LA ACTUALIDAD

En Thailandia el cine de acción siempre ha sido muy similar al mostrado en los ’80 en Hong Kong. Stunts imposibles y golpes impresionantes han sido el sello de Panna Rithikrai, mítico coreógrafo y actor, mentor de Tony Jaa. A pesar de no haber gozado del éxito internacional, el cine de Artes Marciales y acción thailandés tuvo que esperar hasta 2003 con la aparición de “Ong Bak” y el mencionado Tony Jaa.

La mezcla de Muay Thai tradicional con las acrobacias de los mejores tiempos de Jackie Chan junto a los stunts del propio Chan catapultaron a Jaa (y gracias al apoyo de Luc Besson) poniendo a Thailandia en el punto de mira como esperanza del cine de Artes Marciales. Bautizado, como no, como un nuevo Bruce Lee, la carrera de Tony Jaa parecía consolidarse con “Thai Dragon” (2005), pero por caprichos del destino su ascenso se detuvo por diversos motivos continuando una irregular carrera que parece ahora despegar de nuevo. La internacionalización del Muay Thai gracias a Jaa no consiguió cuajar tanto como el cine hongkonés, consiguiendo importar diversos títulos incluso protagonizados por otro protegido de Rithikrai, Dan Chupong y su “Nacido para Luchar” (2004) Mientras surgen nuevos títulos en Thailandia, no aparece ninguno que consiga llamar la atención. Las apariciones de Tony Jaa en títulos hongkoneses como “El Despertar de los Dragones” (2015) o en sagas como “A todo Gas 7” (2015) o “xXx” (2017) solo nos traen a un luchador de Muay Thai, no a un icono del cine de Artes Marciales.

Por suerte en 2006 llegó “Invicto 2” con Michael Jai White y Scott Adkins, generando miles de seguidores para ambos actores.

Las MMA se popularizaron en el cine marcial y con mayor o menor fortuna empezaron a aparecer películas que abandonaban las Artes Marciales clásicas para mostrarnos todos los tejemanejes de las competiciones, legales o ilegales, de las Artes Marciales mixtas. Incluso Hollywood nos trajo “Rompiendo las reglas” (2008), enmarcada en las MMA y que ha dado paso a dos entregas con Michael Jai White como estrella y director o la aplaudida “Warrior” (2011) El éxito mediático de las MMA han provocado que sean ellas las reinas de este nuevo siglo. Coreografías llenas de agarres, al margen de patadas más cercanas a las XMA que a las MMA.

No hay título que se precie que no meta en sus secuencias de lucha una buena coreografía de MMA. La incursión de estrellas de la competición en el cine como actores más o menos ocasionales ayuda a que las técnicas más reales usadas en competiciones sean las que hagan su aparición sin cesar. Incluso Donnie Yen mezcla Kung Fu con MMA y grappling en sus coreografías en Hong Kong, donde continúa conviviendo con películas de corte más clásico incluyendo peleas con cables (y a ver lo que hace en sus incursiones hollywodienses). A pesar de esta evolución contínua del cine de Artes Marciales, continuamos viendo Kung Fu clásico, cables, monjes taoistas, pero sin olvidar la rica mezcla que se produce al usar diferentes influencias en nuevos proyectos con nuevas tecnologías que pueden ofrecer nuevos acercamientos a la mitología china, como “The Monkey King” (2014) pero sin olvidar Artes Marciales más realistas como lo que viene de Indonesia con gente como Iko Uwais y sus redadas asesinas. Lo que es seguro es que podremos seguir viendo cómo evolucionan las coreografías, cómo van mutando constantemente consiguiendo convivir nuevas y viejas técnicas pero siempre con un punto de innovación.

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