Las Artes Marciales japonesas siempre han tenido mucho reconocimiento en el cine. El Karate e incluso el Judo han protagonizado títulos que van desde el cine clásico hasta el más actual y junto a ellas, hemos podido ver Kyudo, Kendo, Iaido, Aikido. Como no podía ser menos, el propio cine japonés ha contribuido mucho al cine marcial desde el cine de Kurosawa e incluso antes, con samuráis usando técnicas letales con sus katanas, todo coreografiado por expertos en este arte marcial.
El cine de Yakuzas también tiene cosas que decir al respecto, lo mismo que algunas de las grandes estrellas niponas como Sonny Chiba, Hiroyuki Sanada o Yasuaki Kurata, copando los setenta y los ochenta para llegar a una nueva generación como Rina Takeda o Hayate. Contando con que el cine japonés comenzó bebiendo del Kabuki y el teatro Noh, que a su vez bebía de las historias clásicas de samurais y su Bushido, tenemos que remontarnos a los inicios del cine de samuráis brevemente para comenzar un viaje donde tienen cabida todos los géneros.
Actores, actrices, coreógrafos, películas, directores, gente que ha dejado huella en el cine marcial nipón sin olvidar algunos talentos que trabajan en Hollywood, dando muestras de una calidad a veces olvidada a favor del cine de Hong Kong y el Kung Fu, pero Japón tiene clásicos indiscutibles y auténticas Artes Marciales plasmadas en excelentes películas. ¡Hajime!
EL CINE DE SAMURÁIS
Cuando se habla de cine de samuráis, siempre le viene a uno a la cabeza el cine de Akira Kurosawa, con Los Siete Samuráis (1954), Trono de Sangre (1957), Yojimbo (1961) o Ran (1985) No en vano, el director (uno de mis directores preferidos) provenía de una familia samurái, como indica en su autobiografía. Pero detrás de su obra maestra (una de tantas) Los Siete Samuráis estaba Yoshio Sugino, leyenda de las artes marciales, estudiando con Jigoro Kano, fundador del Judo y con Morihei Ueshiba, padre del Aikido.
Enseñó Aikido, Kenjutsu, Judo y la Naginata y su propia vida da para una película, incluyendo la Segunda Guerra Mundial y su paso al mundo del cine encargándose de entrenar a los actores Samurai 2, (1955) donde además ejerció de coreógrafo, La Fortaleza Escondida (1958) y Yojimbo (1961) dando muestra, sobre todo en esta última, de su genialidad a la hora de preparar los combates. A esto tenemos que sumar al actor Toshiro Mifune, representante del samurái más peculiar, ya fuese su excéntrico Kikuchiyo como el ronin de Yojimbo, expandiendo su carrera en numerosos títulos donde ejercía de samurái igualmente. Su carisma y buen hacer le ha convertido en todo un icono del cine chambara, es decir, el cine samurái. Nos ha dejado la trilogía sobre la vida de Miyamoto Musashi, Samurai, estrenadas en 1954, 1955 y 1956 y dirigidas por Hiroshi Inagaki basándose en las novelas de Eiji Yoshikawa, editadas en España, por cierto. Con Sugino acreditado como coreógrafo de las tres entregas junto a Tukuho Gosai en la última, era evidente el éxito, siendo una trilogía esencial a la altura de los trabajos mencionados de Kurosawa.
No obstante no puedo evitar volver a Kurosawa debido a dos de sus primeras películas, dedicadas al Judo. La Leyenda del Gran Judo (1943) y su secuela de 1945 La Nueva Leyenda del Gran Judo, con Sanshiro Sugata como gran protagonista. Este personaje se basada en Saigo Shiro, una figura emblemática para la difusión del Judo a raíz de la novela de Tsuneo Tomita. Para ambos films se contó con los maestros del Kodokan Kinnosuke Sato y Keishichi Ishiguro, además de en la segunda parte poder ver Karate coreografiado por Yasuhiro Konishi Maestro de Shindo Jinen-Ryu.
El uso de verdaderos Senseis hacen que tengamos en muchas ocasiones autéticas artes marciales alejadas de movimientos exagerados y el uso de cables. Un cine más estático y calmado pero no exento de acción. Es más, el cine más clásico se acerca a un ideal del Bushido y del riguroso Camino del Guerrero, llevándolo al paroxismo en las seis entregas de una saga llena de sangre y basada en un manga, Lobo Solitario y su Cachorro, una obra maestra del cómic japonés.
Las películas trasladan a veces demasiado literalmente las aventuras de un padre y su hijo en su búsqueda de venganza llenando la pantalla de sangre, armas imposibles y una locura deudora de su época. Seis largometrajes rodados entre 1972 y 1974 con Tomisaburo Wakayama como protagonista, convirtiéndose en el alter ego del personaje, y que tuvo en 1980 un estreno internacional bajo el título Shogun Assassin (Samurai, espada y sortilegio), que no era si no un remontaje que usaba escenas de las dos primeras entregas, doblando los diálogos y metiendo una voz en off inexistente en las originales.
Eiichi Kusumoto se encargó de las coreografías de las cinco primeras películas, un auténtico investigador de las artes marciales que ha asesorado en otras obras magnas mencionada hace unos meses en el reportaje sobre cine de ninjas, Shinobi No Mono. A pesar de esto, los guiones ofrecían sangre a borbotones y situaciones inverosímiles, mezclada con buenas coreografías aunque a veces rozasen lo bizarro. Aunque sólo he mencionado al cine de samuráis más clásico y a una saga setentera que cambió la tendencia de las escenas de acción, anteriormente teníamos otras muestras de cine de samuráis desde los tiempos del cine mudo, como Momijigari (1899) o Master Swordman (1925), pasando por adaptaciones de sucesos históricos como el de los 47 ronin conocido como Chusingura o de personajes como Tange Sazen, el espadachín tuerto y manco o de Miyamoto Musashi.
La guerra entre estudios que saneó el cine nipón tras la Segunda Guerra Mundial nos condujo a una prolija muestra de cine de samuráis de diferentes calidades, todo un subgénero del que hay libros como el de Juan Manuel Corral, Cine de Samuráis: Bushido y Chambara en la Gran Pantalla que nos muestran un panorama cinematográfico imposible de resumir en estas páginas, con estrenos contínuos y unas calidades que fluctúan en favor de otros planteamientos como el cine Yakuza, otro subgénero (es lo que enriquece a una cinematografía como la japonesa, la variedad) que por una parte mantuvo elementos propios del cine samurái a la vez que nacía otra corriente mas urbana y sucia, lejos de honor y mostrando mafiosos violentos como en los títulos filmados por Kenji Fukasaku como la saga The Yakuza Papers. En ella con la cámara al hombro muestra una violencia que si bien contiene elementos marciales, son aislados en busca de un realismo sucio.
La otra vertiente que mantiene el honor fue perdiendo fuelle poco a poco, en esa fluctuación de subgéneros. El cine de samuráis seguía mezclado con la televisión, llegando a nuestro país la co-producción entre Estados Unidos y Japón Shogun (1980), con Toshiro Mifune y Richard Chamberlain y coreografiados por Shinpachi Miyama. El mundo samurai continuaría con series totalmente japonesas como Shadow Warriors (1980) con Sonny Chiba como el ninja Hattori Hanzo. Es curioso haber llegado a 1980 y no haber nombrado a Sonny Chiba, así que, ¡parón karateka!
SONNY CHIBA Y EL JAPAN ACTION CLUB
Sadaho Maeda, más conocido como Shin’ichi Chiba, o Sonny Chiba, estudió con el fundador del karate Kyokushinkai, Mas Oyama, consiguiendo bajo su tutela el cinturón negro primer dan el 15 de octubre de 1965, y recibiendo el cuarto dan el 20 de enero de 1984. Fue descubierto para el cine en una búsqueda de talentos por parte de la productora Toei, comenzando en series de superhéroes, el denominado Sentai (otro subgénero, y van tres) y ascendiéndo en el mundo del cine con películas de gángsters hasta 1973, año de estreno de Karate Kiba, también titulada Bodyguard Kiba, y basada en un manga.
Fue la primera película de Artes Marciales para Sonny pero no la última ya que en 1974 llegó The Street Fighter, clásico indispensable que tuvo tres secuelas y una… hermana, literalmente. The Sister of the Street Fighter, con Etsuko Shiomi como protagonista y que tuvo una carrera paralela a la de Chiba. No pienses mal, el motivo sobre todo es la creación por parte de Sonny Chiba del Japan Action Club en 1970, donde Etsuko era una de sus estudiantes. Una fábrica de actores marciales y especialistas de donde han salido actores como Hiroyuki Sanada, con una excelente formación marcial y acrobática que ha dado películas como La Leyenda de los Ocho Samuráis (1983) donde podemos verlos a los tres.
El contraste de las películas de Chiba, con una dureza y violencia inusitada, siendo pionera del uso del efecto de rayos x al partir una cabeza de un puñetazo, chocaba con las de Sanada, más acrobáticas y fantasiosas, aprovechando la excelente forma física del jóven actor, ahora ya toda una celebridad y defensor del respeto por la cultura de su país.
A esto tenemos que sumar la trilogía en la que Chiba interpretó a su propio maestro, Mas Oyama, Champion of Death (1975) también conocida como Karate Bullfighter, su secuela Karate Bearfighter del mismo año y Karate for Life en 1976. La carrera de Chiba continuó ofreciendo buen karate ejerciendo en ocasiones de director de especialistas o coreógrafo. En los ochenta pasó a la televisión convirtiéndose en toda una celebridad que le ha convertido a día de hoy en un personaje de culto, como se pudo ver en las dos entregas de Kill Bill, donde interpretó al forjador de katanas llamado Hattori Hanzo, su personaje en Shadow Warrior.
A la vez que presentaban a Chiba como la respuesta japonesa a Bruce Lee, otra figura que ha permanecido en segundo plano pero con una carrera similar es Yasuaki Kurata, karateka y actor que llegó a incluirse en los clones de Bruce Lee. Kurata comenzó con ocho años a estudiar Kenpo Karate tras la insistencia de su padre, además ha estudiado Judo, Aikido, Kobudo y Kendo comenzando su carrera en la Toei en series de televisión para dar el salto a China, concretamente a Hong Kong con la Shaw Brothers.
Su excelente técnica y un carisma diferente del de Chiba le convirtieron en una figura destacada del cine marcial, apareciendo en películas como La Fuerza del Puño de Bruce (1973), El Dragón Luchador (1975), El Desafío de Bruce Li (1977), Ninja en la Trampa Mortal (1981), Dragon Princess (1976) junto a Chiba y Etsuko Shinomi,o algunos títulos puntales del cine hongkonés de los ochenta, El regreso de los Supercamorristas (1985) con una genial combate de sais contra ¡raquetas de tenis! usadas por el mismísimo Sammo Hung, Millionaire’s Express (El tren de los millonarios) (1986) y Comando Infernal (1987) de nuevo con Sammo Hung delante y detrás de las cámaras.
Su carrera se mantuvo entre Japón y Hong Kong llegando a participar en producciones internacionales como la francesa Samurais (2002) o Blood: El último vampiro (2009) Jet Li, Richard Norton, Donnie Yen, Jackie Chan, Corey Yuen, Sonny Chiba… las mayores estrellas han trabajado con él, deleitándonos siempre con su excelente técnica. Además tenemos que agradecerle la creación en 1976 del Kurata Action Club, que con los años ha devenido en Kurata Promotion, además de uno de los mandamases de la All Japan Nunchaku League. Actualmente da clases el el Kurata Karate Dojo de Hong Kong y cursillos por todo el mundo.
CINE DE KARATE Y SERIE B
El cine marcial ha estado siempre ligado a la serie B, pero la corriente actual en este tipo de cine hace que se busque siempre algo fresco, que impresione. Por suerte el público aficionado busca realismo, también espectacularidad, pero nada de cables exagerados o efectos digitales, por lo que la serie B se aprovecha del vídeo digital y los bajos presupuestos para presentar nuevos valores cinematográficos que además sepan pelear.
A esto tenemos que unir lo que he mencionado más arriba sobre el cine de artes marciales de los setenta, con Chiba y compañía fomentando el Karate en cada película.
De entre todo el cine con el Karate de fondo, han entrado de forma contundente a los títulos esenciales japoneses. Por un lado tenemos a la karateka Rina Takeda, cinturón negro de Shorin Ryu que protagonizó en 2009 High Kick Girl! y su secuela, K.G., ambas guionizadas por Fuyuhiko Nishi (nombre al que volveré en breve) pero sin nada que ver entre ellas, excepto mostrar espectaculares técnicas reales de Karate sin cables ni dobles. Otros títulos de su filmografía son Kunoichi (2011), Dead Sushi (2012) o los live-action Ataque a los Titanes (2015).
El otro gran título es Kuro Obi (2007), una magistral película opuesta a lo visto hasta ahora, con estilos tradicionales enfrentados a tiempos modernos, un drama repleto de auténtico Karate cuyas secuencias de acción fueron coreografiadas por Fuyuhiko Nishi, quien además participó como actor. Este cinturon negro de la JKA está acompañado en el film por Tatsuya Naka otro experto de la Japan Karate Association con séptimo dan, y por Akihito Yagi, experto en Goju-Kai. Rodearse de expertos y tener un estupendo guion sin olvidar geniales escenas de lucha la convierten en un clásico moderno.
Aunque el volumen de cine marcial no es alto en los últimos años, hay más películas muy recomendables que de vez en cuando aparecen sorprendiéndonos. Una de ellas es The Princess Blade (2001), una fábula de ciencia-ficción basada libremente en el manga que adaptaba a su vez una historia plasmada en imágenes en 1973, la mítica Lady Snowblood. Este film clásico fue coreografiado por Kunishiro Hayashi (fallecido en el 2015), reputado maestro de Kenjutsu, Judo, Aikido, Karate, Ryukyu Kobujutsu además de algunas artes marciales chinas, que no se ven en Lady Snowblood, pero que curiosamente en el remake tienen mucha presencia gracias a las coreografías del mismísimo Donnie Yen y mezclando el Kung Fu con las katanas, que junto al aspecto de ciencia-ficción la convirtieron en un título de culto que incluso se estrenó en España directa a vídeo.
Entre los especialistas de la película se encontraba Kenji Tanigaki, amigo de Donnie Yen y colaborador de la estrella hongkonesa en multitud de títulos, no en vano es miembro de su grupo de especialistas. Pero su carrera no se ha limitado a participar en las producciones de Yen, ya que tenemos que agradecerle las coreografías de la trilogía de Kenshin, el Guerrero Samurai, editadas todas en España, por cierto. La velocidad visual de sus trabajos en Hong Kong se mezcla con el espíritu del anime para ofercernos unas luchas que se encuentran entre lo mejor del género de los últimos años, sin exagerar.
Volviendo al cómic japonés, Shinobi (2005) tuvo a otro amigo de Donnie Yen, Yûji Shimomura, que supo dar el toque fantástico justo a la adaptación del anime Basilisk. Suyas son las coreografías de El Camino del Guerrero (2010) o Gantz: Perfect Answer (2011) o Alien vs Ninja (2010), de muy bajo presupuesto, trajo excelentes momentos de acción con trajes de goma para los aliens y un guion alocado.
Junto a Shimomura, Kensuke Sonomura, con el que ha coincido en varios títulos además de ofrecer Kunoichi o Bushido Man (2013) Death Trance (2005) fue dirigida por el propio Shimomura, pero dejando que las escenas de acción, repleta de fantasía, estuvisen coreografiadas por el protagonista, Tak Sakaguchi, y Gô Ohara. Todos estos nombres han ofrecido auténticos films de culto, ante la evidencia falta de las productoras más potentes de cine marcial, exceptuando las dos entregas de Azumi o 13 Asesinos (2010) Sakaguchi aprendió Judo y Boxeo desde muy jóven, siendo un luchador callejero, lugar donde le descubrió el director Ryuhei Kitamura, reclutándole para rodar Versus (2000), una cinta independiente con zombies, Artes Marciales y demonios.
Shimomura se encargó de la acción, y Sakaguchi saltó al estrellato dentro de un cine de bajo presupuesto pero ofreciendo grandes dosis de acción convirtiéndose en todo un referente. Sus colaboraciones con Kitamura en Azumi (2003) y su secuela de 2005, Godzilla: Final Wars (2004) sin olvidar sus visitas a la televisión, le han dado cierta fama, pero el grueso de sus películas han ido en la línea de Versus, haciendo hincapié en la comedia. Battelfield Baseball (2003), Yo-Yo Girl Cop (2006), Be a Man! Samurai School (2008), Tokyo Gore Police (2008), Yoroi: The Samurai Zombie (2008), Yakuza Weapon (2011), Deadball (2011) o ¿Por qué no jugamos en el infierno? (2013) son productos alocados, de diversas calidades, pero con el común denominador de las excelentes capacidades marciales de Sakaguchi, ofreciendo grandes momentos. Por desgracia se despide del cine, al menos del de acción, con Re:Born, que debería estrenarse este mismo año. En este film, el creador del Zero Range Combat, Yoshitaka Inagawa, junto a Sakaguchi y a Ohara, han prometido grandes dosis de acción.
Otro título de calidad, sobre todo marcial, es Geisha vs Ninja (2008), un interesante títulos dirigido por el propio Ohara que ofrece excelentes coreografías con una historia en apariencia sencilla pero muy bien rodada. Como puedes ver, muchas de las mejores películas del género se enmarcan en subgéneros de bajo presupuesto, con zombies, gore y mucho gamberrismo. Pero no es el único sitio donde quedan artes marciales, caso de Karate Kill (2016) con el karateka Hayate como protagonista ofreciendo un estilo entre Karate y Kung Fu, pero brutal y heredero de Chiba, del manga El Puño de la Estrella del Norte y el cine ochentero.
TELEVISIÓN: DORAMAS Y SENTAI
Los doramas, las series de televisión japonesas, han incorporado las Artes Marciales de diversas formas, ya fuesen series de época retratando la vida de Miyamoto Musashi, o policíacas con algunas técnicas, pero donde se pueden apreciar buenos combates es en los Sentai, las series de superhéroes como Ultraman (serie que comenzó en 1966 y que ha llegado a la actualidad con cambios de personajes o actores) o los Power Rangers (1993-1996), que no es si no copia para Norteamérica de Super Sentai. Existen infinitas series como Kamen Rider, que cumple este 2016 los 45 años de emisión, y sería realmente imposible mencionar a todas o las Artes Marciales que aparecen pero para dar una idea, nombraré a Kazuo Niibori, toda una institución como especialista y director de acción en muchas series sentai, usando trajes rojos en 14 ocasiones lo que le dio el sobrenombre de Red Guy, o Chico Rojo. No se entendería el subgénero sin él.
Artes Marciales espectaculares con efectos digitales y artesanales que le llevaron a tal éxito, que creó su propia empresa de especialistas en el 2006, Red Action Club, o Red Entertainment Deliver Corporation, y recibió en el 2015 un premio por su contribución al tokusatsu (subgénero…otro más, con el uso de efectos especiales, desde Godzilla y los kaiju-eiga o films de monstruos gigantes, a los sentai o films de ciencia-ficción).
De los movimientos contundentes pasamos a coreografías más fluidas y acrobáticas, e incluso tenemos grandes títulos de los últimos años en las dos vertientes, como son 13 Asesinos, con una batalla final de aproximadamente 45 minutos, y que cuenta con Keiji Tsujii como coordinador de acción, otro nombre unido al sentai, lo que da una idea de dónde se encuentra el talento coreográfico, haciendo una película chambara clásica con escenas de acción alejadas de lo ofrecido por Kurosawa, aunque fuese un Maestro del Cine. Goemon (2009), rodada prácticamente de forma íntegra con pantallas verdes, o cromas, para incrustar los fondos, obra de Kazuaki Kiriya (Casshern), un auténtico anime en imagen real con espectaculares secuencias de acción dirigidas por Seiji Mori.
Gracias a la imaginación y pasión por hacer cine de calidad aunque no haya dinero, la serie B, sin decirlo de forma peyorativa, sacian nuestra hambre de buenos momentos marciales, añadiendo de vez en cuando títulos con guiones a la altura.
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