Yang Taichi Chuan
“El dios de las Cejas Blancas se marchó, pues rabioso, llevándose al demonio de los Ojos negros. Chang Kuei, a su vez, lamentó la inconveniencia de sus palabras. Entretanto, el murciélago no se movía. Pasaba el tiempo y la tropa continuaba acampada en el convento. Para entretenerse, Chung Kuei leía con el mariscal libros acerca de las seis artes del general y de los tres ardides de la guerra. Fu, el jefe de la vanguardia, se ejercitaba en el caballo y en el arco, en la lanza corta arrojadiza, y en la espada…”
“Chung Kuei, domador de demonios”
(Narración popular china)
En la primera parte de este artículo traté sobre mi maestro Peter Yang Pai Te y su visión principalmente terapéutica y espiritual del Tai Chi Chuan.
Después expliqué brevemente la experiencia del maestro Chin K. Leong, estudiante de la familia Yang Imperial de Tai Chi Chuan, para terminar mencionando que, en mi opinión, entre todos los relatos sobre la destreza de Yang Lu Chan, ninguna narración supera a la historia del combate entre Yang y el mongol llamado Tomorbaatar o “El héroe de Hierro”.
El Restaurante La Gran Muralla
Mariano Cubí y Soler (1801-1875) fue un lingüista y frenólogo catalán.
La ciudad de Barcelona le dedicó una de sus calles, la calle de “Mariano Cubí”, y en dicha vía nació en 1976 el restaurante chino “La Gran Muralla”.
Pasé por allí este pasado mes de septiembre. Quería recordar algunas de mis vivencias, con el maestro Chin K. Leong, en dicho local.
Hacía años que no pasaba por aquel lugar, concretamente desde qué José Chuang falleció y su familia traspasó el establecimiento.
La verdad es que me impactó ver el restaurante cerrado. Los rótulos estaban dentro, en el suelo, junto con una nevera con la puerta abierta, siete extintores de color rojo, y un montón de mesas agrupadas en un rincón y llenas de polvo. Pensé que se había terminado la historia del que fuera uno de los mejores restaurantes de comida china de la ciudad.
Fuí numerosas veces a cenar, con el sifu Chin, al restaurante. A Chin le gustaba hablar con Chuang, creo que ambas familias procedían de la misma región de China. El propietario tenía el detalle, en muchas ocasiones, de prepararnos unas verduras que no estaban en la carta, pero usualmente comíamos, por citar algunos, platos como chow mien de tres delicias, langostinos estilo Gran Muralla, rollo imperial, bogavante rebozado, pato de Peking, o arroz tostado kup.
En una de esas cenas es cuando Chin K. Leong me relató una de las aventuras del maestro Yang Lu Chan (el fundador del estilo Yang).
Este relato había pasado de generación en generación entre los maestros de Yang Tai Chi Chuan de la familia imperial. Chin pensaba que era muy posible que hasta los mismos hijos de Yang Lu Chan no supieran de aquel tremendo combate de su padre con un luchador mongol. Y si lo supieron, no lo explicaron (1).
Lo que sí sabemos seguro es que Chen Wei Ming (alumno de Yang Chen Fu, nieto de Yang Lu Chan) el alumno más “batallador” de la familia Yang en cuanto a la divulgación del estilo, nunca habló de ello.
La sobremesa
Habíamos terminado de cenar. Ahora llegaba el tiempo de la sobremesa y el té verde ya estaba dentro de la tetera de cerámica. Pasaron los cinco minutos. O quizá más. Leong estiró sus brazos y sonrió.
La cena había sido de su gusto.
No recuerdo lo que introducía en su boca en aquel momento. Lo más seguro es que pudieran ser nueces fritas caramelizadas.
Después habló:
“Aquí en España, en todo Occidente el Tai Chi es considerado para la salud de la mente y del cuerpo. También para crecer como persona, es decir para ser una persona más tranquila y con mejores sentimientos.
Pero en China el Tai Chi Chuan sirvió en la antigüedad como una forma letal de Kung fu. Las técnicas de este arte cultivan el Chi (la fuerza de la vida) y fortalecen el yi (la intención). Todo ello para fortalecer cuerpo y mente, y así poder usar los principios del Tai Chi en una especial habilidad para pelear; ya que cada movimiento tiene una aplicación para pelear.
Por eso en la tradición del la familia Yang se dice que el puño parece de algodón, pero dentro es de hierro”.
Después de esta introducción a la materia, en aquella ocasión, Chin habló de la vida de Yang Lu Chan, especialmente de la etapa en que enseñó al ejército manchú y venció a un luchador Mongol.
Ahora narraré la historia del combate.
El combate contra el luchador Mongol
El enfrentamiento entre Yang Lu Chan y el luchador mongol conocido como Tomorbaatar ocurrió durante el período que Yang enseñaba en el campamento de entrenamiento del batallón Shen Ji Yin(2), un batallón de élite del ejército imperial de los Ching, fundado en 1862.
Los soldados de dicha unidad eran entrenados en las armas de fuego (mosquete largo), en las armas metálicas, y en las artes de lucha a mano vacía.
Una mañana cuando Yang llegó al campamento, para instruir a los soldados, uno de los oficiales de la unidad le explicó que se había incorporado un soldado mongol con gran experiencia el cuál había servido anteriormente (con gran honor a la nación manchú) en el Ejército del Estandarte Verde o Lu Ying Bing(3).
Su nombre era Tomorbaatar o el Héroe de Hierro. Y deseaba –con todo respeto- averiguar si el arte de Yang Lu Chan era superior a la lucha mongola. Simplemente deseaba batirse con Yang.
Tomorbaatar no había sido campeón de Mongolia de los Tres Juegos (lucha, carreras de caballos y tiro con arco) ya que al haber estado alistado en la milicia no se podía desplazar a su tierra para las competiciones; pero en una ocasión ganó al campeón anual (oficial) de lucha mongola.
Ahora se deseaba medir con Yang.
Yang Lu Chan estaba tranquilo, era consciente de su poder y hasta el momento siempre había ganado a todos aquellos que lo habían retado.
El oficial y muchos de los soldados alumnos de Yang, no estaban muy ilusionados con la pelea, ya que si el mongol hacía que Yang “mordiera el suelo”, se quedaban sin maestro.
El oficial llamó a los otros jefes del batallón y a todos los soldados, menos los que estaban en sus puestos de guardia. Después, rodearon a los combatientes.
Los dos hombres se colocaron frente a frente. El mongol era más alto que Yang, y más rudo en apariencia. Sus músculos estaban curtidos y su rostro mostraba algunos cortes.
Antes de que comenzara la pelea el mongol, para amedrentar a Yang habló:
-“Se te acaba tu vida de instructor. Derroté a todos los débiles hombres Han del Estandarte Verde. Después luché y maté hombres -en las fronteras de China- tan duros que se te helaría la sangre si tuvieras que pelear con ellos…
¿Y tú, con tus débiles movimientos de combate Mien Chuan(4) vas a poder vencerme? He oído que en la región de Gansu necesitan instructores fracasados para fregar guarniciones…”
Yang no tenía una apariencia tan dura como la del mongol. Después de oir la bravuconada, los 80 músculos de su rostro no se inmutaron. Luego sonrió, y no contestó a las palabras de su oponente…
La humillación final
El oficial dio la señal para que el combate comenzara.
Yang era consciente de que si la parte superior de su cuerpo tocaba el suelo, entonces había perdido el combate. Tenía que ir con cuidado. Todo valía, golpes de manos, de piernas, y especialmente servían los agarres, la distancia cómoda del luchador.
Durante unos largos minutos ambos hombres estuvieron tocándose y separándose. Finalmente el mongol logró agarrar a Yang. Lo levantó del suelo mientras lo apretaba contra su pecho.
La guarnición suspiró. Todo el mundo veía a Lu Chan en el suelo.
Pero el famoso instructor de Tai Chi Chuan utilizó el aire para hacer pesado su cuerpo y tocar de nuevo el suelo, antes de que fuera proyectado. Después, Yang, con la técnica “Chou ti kan chui” o “Puñetazo debajo del codo” levantó con su brazo izquierdo, el brazo derecho del mongol. Mientras su puño derecho chocaba con el costillar de su oponente.
El duro luchador gimió. Intentó de nuevo agarrar a Yang, pero éste utilizó la técnica “chií” de la serie Lan chiao wei o “Agarrar la cola del pájaro”.
Tomorbaatar salió despedido a varios metros de distancia y cayó al suelo.
Un tenso silencio pesaba en el ambiente. Unos soldados fueron a levantar al mongol y le lanzaron primero un cubo de agua en la cabeza.
El luchador gigante se encontraba bien. Una vez más Yang había puesto en práctica su filosofía de lucha, ni matar, ni herir demasiado al oponente.
Tomorbaatar observó a Yang. Después bajó la cabeza, miró al suelo y marchó.
Los oficiales y los soldados que estudiaban con Yang Lu Chan fueron a saludarlo y a felicitarlo.
Yang Lu Chan, con este combate, aumentó (sin quererlo) una vez más su fama, y su leyenda; y continuó enseñando como uno de los maestros más grandes de Pekín y de toda China.
Hoy en los parques de la mayoría de los países se pueden ver hombres y mujeres practicando el arte que desarrolló el maestro Yang Lu Chang.
Muchos desconocen la faceta marcial del Tai Chi Chuan.
Pero está ahí, junto con los aspectos terapéuticos y los aspectos meditativos. Yo espero que en un futuro muchos de los practicantes de Tai Chi Chuan estudien las técnicas de este estilo en su vertiente de defensa personal. Este estudio y análisis les comportará un mayor entendimiento de los movimientos y de su significado.
Fin de la segunda parte.
Notas
(1) Yo creo que los hijos de Yang Lu Chan tuvieron que enterarse de la pelea de su padre, ya que Yang Pan Hou (uno de los hijos de Lu Chan) también enseñó en la misma unidad.
(2) 神機營
(3) 綠營兵
(4) Mien Chuan era un nombre antiguo del método del Yang Lu Chan, uno de los múltiples nombres que tuvo el Tai Chi Chuan a lo largo de su historia. Mien Chuan significa “el puño de algodón” (棉拳)
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