Yo y el Jeet Kune Do
por: Pedro Conde
Mucho se ha publicado sobre Bruce Lee, pero casi todo corresponde a su etapa en Norteamérica, en los años que el “Dragón” vivió en Estados Unidos, su faceta como escritor fue muy prolífica en Hong Kong, dado lo absorbente que era su carrera cinematográfica apenas si ejerció como literato, uno de los pocos escritos que hizo allí fue para diario de Taiwán, fue publicado en 1972, en este artículo no está íntegro, sin embargo aparece lo esencial del mismo. En él Bruce Lee nos habla de su orgullo, por encima de todo, de ser chino, de su carrera cinematográfica y sobre todo de la filosofía del Jeet Kune Do; un arte marcial ante todo chino, si conoces la raíces, podrás crecer… para algunos fue la versión china reducida del artículo “libérate del karate clásico” publicado por la revista norteamericana Black Belt, en septiembre de 1971, en él encontrareis muchas “perlas” del dragón.
La llamada y el deber de un chino
Cuando regresé de Tailandia con el equipo de rodaje de la Golden Harvest tras filmar “Furia oriental”, mucha gente comenzó a preguntarme por qué había abandonado mi carrera en EEUU y había vuelto a Hong Kong. Tal vez la sensación general sea que trabajar en películas chinas resulta un auténtico infierno, debido al subdesarrollo de nuestra industria cinematográfica. No tengo una respuesta clara para la pregunta formulada arriba, excepto tal vez el hecho de que yo soy chino, y que tengo que cumplir mi deber como chino.
La realidad es que, aunque he nacido en Estados Unidos, mi identidad como chino está fuera de cualquier duda. Yo por lo menos siempre me he sentido chino, incluso a lo largo de todos mis años de estancia en EEUU, y a ojos de los occidentales siempre he sido desde luego un chino. (…)
Mi padre tenía [en Hong Kong] muy buenas relaciones con muchas estrellas y directores de cine, entre ellos con el veterano Chin Kam. Así que me llevaron a los estudios y me ofrecieron algunos papeles. Comencé como actor secundario, y me fui convirtiendo poco a poco en una estrella. Esta fue una experiencia crucial en mi vida. Por primera vez me veía confrontado a la genuina cultura china.
El sentimiento de formar parte de ella era tan fuerte que yo estaba encantado. Aunque no era consciente por aquel entonces hasta qué punto el entorno podía influir en la formación del carácter y de la personalidad, fui desarrollando debidamente la noción de ser chino.
Porqué estudié filosofía
Desde la infancia hasta la adolescencia resulté ser un busca broncas (…). El hecho de especializarme académicamente en filosofía estuvo estrechamente relacionado con la agresividad de mi juventud. Cada vez me hacía más a menudo las siguientes preguntas: ¿Qué viene después de la victoria? ¿Por qué la gente valora tanto ganar? ¿Qué es la gloria? ¿Qué tipo de “victoria” resulta “gloriosa”? Cuando mi tutor me asistió para escoger cursos, me recomendó que hiciera filosofía, debido a mi curiosidad. Me dijo: “La filosofía te dirá para qué vive el hombre”. Cuando conté a mis amigos y parientes que había escogido filosofía, se quedaron todos sorprendidos. Pensaban que debería hacer educación física, puesto que la única actividad extra-curricular que me había interesado desde la infancia hasta mi graduación en la escuela secundaria, fueron las artes marciales chinas. Y de hecho, artes marciales y filosofía parecen incompatibles, porque se está ignorando la dimensión teórica marcial china. Toda acción tiene su por qué y su hacia dónde; y debe existir una teoría completa y competente que respalde todo el concepto de artes marciales chinas. Quiero infundir el espíritu filosófico en las artes marciales, por eso insistí en estudiar filosofía.
Nunca he dejado de estudiar y practicar artes marciales. En mi recorrido de sus orígenes e historia, siempre me ha asaltado una duda: ahora que cada rama del Kung fu chino ha establecido su propia forma y estilo, ¿era está realmente la intención original de los fundadores? No lo creo. Los formalismos pueden ser obstáculos para el progreso; esto es así para cualquier cosa, incluso para la filosofía. Cada estilo de Kung fu fue fundado por alguien más ingenioso que los demás. Si sus discípulos no demuestran el mismo ingenio, tenderán únicamente a formalizarlo todo, quedando atrapados en un callejón sin salida, desde donde la innovación y el progreso resultarán casi imposibles.
Ni formalismos ni estilos
Es la comprensión de esto lo que me ha hecho renunciar a todo lo que he aprendido anteriormente sobre formas y formalidades. En realidad, nunca quise dar un nombre al tipo de Kung fu que he creado, pero por cuestiones de conveniencia lo sigo llamando “Jeet Kune Do” [JKD; “Camino del Puño Interceptor”]. Pero quiero subrayar que no existe una diferencia clara entre JKD y cualquier otro tipo de Kung fu, pues me opongo vigorosamente a formalismos y a distinciones de estilos. ¿Qué es JKD? Definitivamente, ¡artes marciales chinas! Es un tipo de marcialidad china que ignora las distinciones entre estilos y que rechaza el formalismo, es un arte liberado de la tradición.
Utiliza tu cerebro para superar a tu enemigo
Los dos aspectos más importantes de las artes marciales son “la Esencia” y “la Utilidad Práctica”. La esencia remite a los fundamentos. El uso práctico del Kung fu tan sólo puede darse sobre unos fundamentos sólidos. Rapidez, fuerza y resistencia son las claves de las artes marciales. El JKD rechaza cualquier restricción impuesta por las formas y formalismos y potencia un uso inteligente de la mente y del cuerpo para defenderse y atacar.
Resulta ridículo intentar adjudicarme un tipo tal y tal de Kung fu bajo la etiqueta de JKD de Bruce Lee. Lo he llamado JKD únicamente porque quiero subrayar la importancia de decidir el momento adecuado para interceptar al enemigo en cuanto inicie su acción. Si la gente insiste en calificar esta forma de actuar como “Do” (“Camino”), podríamos llamarla Jeet Kune Do. En mi combate contra Robert Baker, en “Furia oriental”, éste, en un momento dado, bloquea mi cuello con sus piernas inmovilizándome. Lo único que puedo mover es la boca, ¡así que le pego un MORDISCO! No es broma, no existe realmente nada fijo en el JKD. Lo único cierto es esto: si el enemigo actúa con frialdad, mantente más frío que él; si se mueve, muévete más rápido que él; preocúpate de los objetivos, no de los medios; controla tu propio control, no te dejes limitar ni por tus formas. Muchos amigos míos muestran mucho interés por mi pasado, ¡pero lo pasado, pasado está! Como ya he dicho, desde que entré en contacto con la filosofía he cambiado mi visión de las cosas.
Una nueva dimensión en las artes marciales
La filosofía guía a mi JKD hacia una nueva dimensión marcial, y el JKD guía a mi carrera artística hacia nuevos horizontes. Mi experiencia cinematográfica infantil fue tan sólo un pasatiempo. Más tarde, los productores de Hollywood consideraron que mis artes marciales podían resultar atractivas, y me dieron papeles en sus películas. La serie de TV “El moscardón verde” es un buen ejemplo de ello. En aquel momento fui comprendiendo que no tenía sentido participar en ese tipo de proyectos porque no encajaba en los papeles ofrecidos. No quiero decir que no pudiera representarlos bien, sino que soy “un chino amarillo”, por lo que posiblemente nunca me den papeles con los que pueda convertirme en un ídolo para los blancos, y menos aún emocionar a mis compatriotas. Por ello decidí regresar para ponerme al servicio de la industria de cine chino.
Fue desde luego un cierto anhelo nostálgico lo que me trajo de nuevo a Hong Kong. Todos mis amigos me decían que en Hong Kong ganaría mucho menos que en EEUU, pero el dinero no es tan importante para mí. Mis ahorros de los últimos años deberían permitirme llevar una vida suficientemente confortable. Opino que aquel cuyo principal objetivo en la vida sea ganar dinero se convertirá progresivamente en esclavo del mismo, y perderá toda su independencia y personalidad. Aunque admito que estaría bien poder ganar más dinero manteniendo la conciencia limpia.
Una cosa que me sacó de quicio antes de decidir volver a China para hacer películas, fue una carta de una persona que decía “estar de acuerdo” con mi regreso, ofreciéndome diez mil dólares de Hong Kong y afirmando que no tenía que preocuparme por la elección del director o del contenido del guión, que ya se ocupaba él. ¿Era acaso algo así lo que yo buscaba? Tras esto firmé un contrato con el representante de la Golden Harvest Raymond Chow me pareció una persona perspicaz, y su empresa bastante prometedora, pues están aplicando métodos eficientes y prácticos para promover una mejora de nuestra industria cinematográfica, como por ejemplo: promocionar las producciones independientes, o conceder libertad a sus directores y actores para que exploren y manifiesten sus talentos. Por lo tanto estuve de acuerdo en protagonizar dos películas suyas, la primera “Karate a muerte en Bangkok” y la segunda “Furia oriental”.
Al principio no me esperaba que estos dos filmes lograran suscitar tanto entusiasmo entre el público. En el transcurso del rodaje, yo no estaba empeñado en batir ningún récord, únicamente lo hice lo mejor que pude. Resultó una sorpresa que “Karate a muerte en Bangkok” alcanzara en Hong Kong el récord de taquilla de 3.180.000 dólares. Sentí casi vergüenza por recibir tanto apoyo de la audiencia, no me merecía tanto. Así que finalmente, decidí cerrar todos mis asuntos en EEUU y volcar todo mi corazón en el cine. Y ahora Raymond Chow y yo hemos creado la Productora Concorde, y con todo el apoyo de la Golden Harvest, hemos comenzado “El furor del dragón”.
No me atreveré a decir que voy a triunfar, pero este es el comienzo de mi carrera en el cine chino. “Karate a muerte en Bangkok” y “Furia oriental” son el puente de mi total dedicación a la industria de cine chino. En este puente he encontrado la verdad: un chino es, y siempre será, chino; yo soy chino, ¡así que lo mejor es que ruede películas chinas!
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