DOJO KUN
Uno de los aspectos que más han jugado a favor de la expansión de las artes marciales orientales en Occidente ha sido precisamente la honda y exótica filosofía en la que parecen embuidas. ¿Quién no recuerda con añoranza los diálogos entre el viejo monje shaolin ciego y el “Pequeño Saltamontes”? Sonaban a deliciosa poesía, aunque más bien eran ética poetizada. No se trataba nunca de filosofía vana y gratuita sino más bien de hermosas parábolas que encerraban sabias enseñanzas y moralejas. En los tiempos que corren y dado las noticias e información que se tienen de algunos de los “denominados” grandes maestros, creo que no vendría mal recordar ciertos preceptos… ”.
Espíritu y realidad siempre han estado profundamente fundidos en el lejano oriente, el budismo y el shinto impregnan con su panteísmo la vida cotidiana. Si cualquier acto, objeto o sonido pueden ser para la mentalidad oriental una manifestación divina es comprensible que la práctica marcial alcance por aquellos lares cotas de trascendencia y de espiritualidad inimaginables para un occidental.
Y quien dice espiritualidad dice ética o principios de conducta; estos se suelen denominar “Dojo Kun” en japonés que se podría traducir por la Ética del Dojo, o Código Marcial de Conducta o Credo de Entrenamiento.
La espiritualidad y la ética en las artes marciales (no confundir con deportes de contacto) es de todas formas relativamente reciente incluso en Oriente; en efecto, hasta hace no tanto la mayoría de las artes se denominaban en japonés -jitsu o -jutsu (es decir, técnica) en vez de -do (camino, vía de desarrollo personal); así se hablaba de Karate-jitsu o de Ju-jitsu.
Esto indicaba exclusivamente la finalidad marcial de las enseñanzas: técnicas de mano vacía, técnicas de flexibilidad, etc. Su único objetivo era la eficacia en combate real. Pero el concepto de Do dotó de una nueva dimensión a estas prácticas, se convirtieron en algo más que un compendio de técnicas marciales más o menos expeditivas, se convirtieron en un modo de vida, en una cosmovisión con ética propia.
Los Dojo Kun actuales resultan una derivación de los famosos “Códigos del Bushido” de los guerreros samurais suavizados por la ética humanista occidental. Los samurais, en efecto, estaban sometidos a un tácito Código de Honor en el cual predominaban valores como la valentía, la fidelidad, el honor, el compañerismo, la humildad, la disciplina etc. Se trataba de valores muy nobles por los cuales cualquier samurai debía de estar dispuesto a sacrificar su vida; aunque desgraciadamente, adolecían de cierta humanidad puesto que para estos guerreros la vida de un campesino, de un pescador o de una mujer no eran más valiosas que la de un perro.
Pero paulatinamente, primero el budismo y después la ética humanista occidental (los derechos humanos fundamentales, etc.), han humanizado estas reglas de conducta cogiendo y fundiendo lo mejor de ambas culturas.
No existe evidentemente un dojo kun o código de conducta escrito universal y oficialmente aceptado por todos los estilos de artes marciales. Si fuera así estaríamos hablando de una legislatura más que de una ética.
Las artes marciales necesitan de una ética, no de leyes pues “hecha la ley, hecha la trampa” mientras que una ética es interna, flexible y circunstancial. Quien vive sometido a rígidas leyes siempre busca eludirlas, quien vive embuido en una sólida ética deja que esta guíe todos y cada uno de sus actos.
El célebre actor/artista marcial Chuck Norris, siempre preocupado por temas humanos y sociales, redactó un código de conducta orientativo vigente en su asociación United Fighting Arts Federation (Federación de Artes de Combate Unidas). Lo reproducimos en este artículo a modo de ejemplo de un dojo kun concreto:
- Disciplina: La disciplina física y mental es la clave del éxito en la vida. Me marcaré metas realistas pero ambiciosas, las visualizaré o recrearé en mi mente y reuniré la determinación y persistencia necesarias para superar cualquier obstáculo y no cejaré en el empeño hasta que las metas se hayan hecho realidad.
- Integridad y Honestidad: Seré sincero y honesto en las relaciones personales y mantendré unos altos principios morales en la existencia diaria y en cada uno de mis actos, tanto dentro como fuera del dojo. Nunca utilizaré la hipocresía o el engaño.
- Lealtad: Mantendré mi apoyo y fe en mí mismo, en mis compañeros de entrenamiento, en mi maestro, en mi familia, en mi país, en mis amigos y en la United Fighting Arts Federation. Mi lealtad se manifestará en acción y palabra.
- Respeto: Respetaré las normas de jerarquía dentro del estilo. Respetaré a mis compañeros, maestros, practicantes de otros estilos y a todo el mundo en general. Para ser digno de respeto hay que empezar respetando a los demás.
- Servicio: Ayudaré a otros estudiantes, a los intereses de la escuela y serviré al orgullo de la escuela manteniendo limpio y ordenado el lugar de entrenamiento.
- Auto-superación: Desarrollaré un hábito de aprendizaje continuo ya sea intelectual (leyendo libros, conversando, escuchando) o físico (a través de la práctica diaria); hábito cuyos principios aplicaré también a la vida diaria.
- Salud: Protegeré mis habilidades y potencialidades evitando cualquier actividad que pueda dañar mi salud como puedan ser fumar, drogarse o beber en exceso.
- Carácter y Ejemplaridad: Tendré una existencia limpia y sobresaliente inspirando honor y respeto por las artes marciales en general y por mi asociación en particular.
- Control: Los principiantes disimularán sus emociones. Los veteranos controlarán y educarán sus emociones y acciones – Acción en vez de simple reacción.
- Valentía: Me mostraré valiente y perseverante ante situaciones que supongan un riesgo de derrota mental, emocional, espiritual o física.
Existen numerosísimos códigos de conducta en el mundillo de las artes marciales. No se puede hablar pues de unas normas de conducta oficiales ya que prácticamente cada estilo, e incluso cada maestro o profesor, inculca su propia ética a sus alumnos. En la mayoría de los casos este código de conducta suele ser tácito (no escrito, que se aprende por imitación del profesor y de los otros alumnos). Se puede sin embargo intentar despejar a grandes rasgos una serie de valores éticos ideales hacia los que debería tender todo practicante de artes marciales.
Se trata de una lista abierta y flexible, que en ningún caso pretende ser perfecta ni irrebatible, es más bien un marco orientativo formado por el resumen de una amplia gama de dojo kun consultados:
- Entrena tu cuerpo y tu mente para forjar un espíritu fuerte. Disciplina y constancia.
- Observa las normas de cortesía y respeto para con tu maestro y compañeros de entrenamiento. Fuera del dojo mantén la misma actitud para con todo ser viviente.
- Busca la armonía, perfección y sabiduría por encima de cualquier otro deseo u objetivo. Lleva para ello una vida simple y humilde persiguiendo la verdad, la justicia y la belleza.
- Tranquilidad en la mente, fluidez en los movimientos y vigor en el espíritu.
- Construye una personalidad positiva que inspire confianza, valor y determinación.
- No digas nada, si no tienes nada positivo que decir sobre un compañero o persona. Dedicaté en cuerpo y alma al auto-perfeccionamiento de manera que no te reste tiempo para criticar a los demás.
- Mantén una postura de apertura mental en lo que respecta a puntos de vista diferentes a los tuyos. Observa gran tolerancia y respeto con los otros estilos de artes marciales. Evita caer en dogmatismos y fanatismos.
- Escucha siempre con atención los consejos y reflexiones de tu maestro y compañeros veteranos. Siempre aprenderás algo.
- Evita siempre la violencia gratuita e innecesaria. Evita cualquier incidente y no uses tus conocimientos marciales salvo en casos extremos y solo si se ha agotado cualquier otra vía para solucionar el problema.
- Auto-conocimiento y auto-superación constante han de ser los objetivos de tu vida. Entrenamiento, entrenamiento y entrenamiento ha de ser la vía.
Este decálogo condensa gran parte de los valores que se suelen atribuir a las artes marciales, a su ética y filosofía. Son de todas formas valores bastante universales aplicables a cualquier ética, deportiva o no deportiva, ya que son aplicables a la vida diaria.
La relevancia que a la hora de la verdad adquieren estos valores depende bastante del tipo de arte marcial al que nos refiramos.
Un arte marcial muy tradicionalista enfatizará los valores de Honor, Dignidad, Cortesía, Respeto y Jerarquía, valores bastante propios de la mentalidad oriental más genuina.
En cambio, un arte marcial más moderno y deportivo (como puedan ser los deportes de contacto o ciertas artes como el Judo o el Taekwondo) alentará sobre todo valores de Competitividad, Éxito, Eficacia, etc.; valores desde luego más propios de la mentalidad occidental.
De cualquier manera, recordad siempre que “las acciones hablan más alto que las meras palabras” y, como dijo el gran maestro de Karate Shotokan Hirokazu Kanazawa:
“Cultiva la armonía en tu interior y en el de los demás. Una gran fuerza física y una buena técnica no son suficientes.
Lo fuerte se vuelve débil.
Lo flexible se vuelve rígido.
Pero una persona justa y armoniosa lo seguirá siendo hasta el día de su muerte.”
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