OSU SHINOBU NO SEISHIN (resistencia y sacrificio sin límite)

OSU SHINOBU NO SEISHIN (resistencia y sacrificio sin límite)

osu shinobu no seishin

Osu shinobu no seishin

La enseñanza filosófica de esta segunda etapa nos habla de la fortaleza  “OSU SHINOBU NO SEISHIN”  que  significa: Resistencia y Sacrificio sin límite. Y dice así:

Sin  la ayuda del sacrificio personal y de un espíritu de resistencia sin límite, no es posible alcanzar el verdadero desarrollo interior del verdadero guerrero.

El sacrificio del artista marcial, es el único camino real para el logro de la verdadera libertad. Recordad que la energía ni se crea, ni se destruye, sólo se transforma. Es como una escalera invisible y misteriosa que  conduce de la Tierra hasta el Cielo; de la oscuridad a la luz; del dolor  a la dicha; del desasosiego a la paz  duradera; de la ignorancia al conocimiento; de la mortalidad a la inmortalidad.

Vuestro espíritu es como una vasija que la vacías  una y otra vez,  pero vuestra  Fe la vuelve a  rellenar constantemente de nueva energía. Este espíritu tenaz, mantiene un intercambio dinámico y constante con el espíritu del Universo; por lo tanto vuestra energía, no es más que una manifestación de la Energía Cósmica.

Pero recuerda siempre:
“…La naturaleza del cielo, es transparente.
…Pero a fuerza de mirarle, hasta la vista se oscurece.”

OSU SHINOBU NO SEISHIN, representa la ayuda exterior, una suave brisa que a veces nos envuelve y que fortalece nuestra capacidad de resistencia y sacrificio, ayudándonos en el viaje por el sendero que nos conducirá a la cima de la montaña.

En esta fase de tu evolución como artista marcial, has de intentar destruir todas las vibraciones negativas que nos rodean mediante el uso de “OSU  SHINOBU  NO  SEISHIN”, y conseguir descubrir tus propias huellas, sin verte influenciado por las cadenas de los sentimientos (familia, novia, amigos, ocio, etc). El objetivo de “OSU  SHINOBU  NO  SEISHIN” es el de, ayudarnos a conseguir la meta espiritual que representa nuestra plenitud interior y a sobrepasar todos aquellos obstáculos que ralenticen nuestro propio desarrollo.

Por ello las adversidades, los problemas y las dificultades van forjando dentro nuestra, la capacidad de poder enfrentarse con firmeza y templanza a lo desconocido y triunfar. Recuerda:

“Nada hay en el mundo más blando y suave que el agua
pero nada puede superarla en el combate contra lo duro
y resistente, en esto nada puede sustituirla.

El agua vence a lo más duro,
lo débil vence a lo fuerte,
no hay en el mundo quien desconozca esta razón,
pero tampoco quien sea capaz de ponerla en práctica.
   
De ahí que el sabio diga:
-Sólo quien asume los deberes del Estado, merece ser llamado señor del país.
-Sólo quien soporta las desgracias del Estado, merece ser llamado rey del mundo.

Las palabras verdaderas a veces parecen paradójicas”

El agua siempre ha sido utilizada como símbolo y ejemplificación del principio “Lo débil vence a lo fuerte”, ya que nada puede resistir a algo tan blando y suave como el agua. Esto es un hecho de experiencia.

En las antiguas obras acerca del Arte de la Guerra, escrito por el General Sun Tzu se dice:

“-La táctica militar se asemeja al agua. El agua en su discurrir evita las alturas y se lanza hacia abajo; la táctica militar consiste en evitar los puntos fuertes del enemigo y atacar sus puntos débiles. El agua acomoda su curso a la configuración del terreno, es decir: se adapta; la táctica militar consiste entonces en poder establecer los planes para conseguir la victoria basándose en las condiciones del enemigo”.

Y otro gran estratega Sun Bin, en su obra recientemente descubierta en unas excavaciones, el SUN  BIN  BING  FA, compara la guerra con la navegación, que debe acomodarse a la razón objetiva de las aguas; no se puede pelear contra corriente.

El agua siempre tiende a situarse en lugares inferiores; cuando encuentra en su camino una roca, la rodea y prosigue su discurrir. El agua fluye sometiéndose a las condiciones del terreno, por eso el arte de la guerra debe imitar al agua. Se debe actuar en consonancia con los cambios operados en el enemigo. Evitar siempre sus puntos fuertes para poder atacar sus puntos débiles; en el primer caso se es débil en apariencia, en el segundo se manifiesta la propia fortaleza.

Sin embargo un aspecto importante, parece olvidado, quiero decir, que el principio de lo débil que vence a lo fuerte sólo es válido si se cumplen una serie de determinadas condiciones y siempre si se ajusta a una posibilidad determinada. Por ello recurrimos al antiguo principio que nos enseña:

“Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa;
todo sucede de acuerdo con la ley del KI;
casualidad no es sino un nombre para la Ley no reconocida;
existen muchos planos de causación, pero nada se escapa a la ley del KI.”

Este principio incorpora el hecho de que hay una causa para todo efecto; un efecto a partir de toda causa, que nada nunca “meramente sucede”; que no hay tal cosa como la casualidad; que mientras que hay diversos planos de causa y efecto, dominando los planos superiores a los inferiores, a pesar de eso nada se escapa nunca enteramente a la ley. Las enseñanzas orientales entienden el arte y los métodos de elevarse por encima del plano ordinario de causa y efecto, hasta un cierto grado, y elevándose mentalmente a un plano superior se vuelven causantes en vez de efectos.

Las masas de gentes son conducidas, obedientes al entorno; a las voluntades y deseos de otros más fuertes que ellos; a la herencia; a la sugestión; y a otras causas externas que les mueven de un lado a otro como peones en el tablero de ajedrez de la vida. Pero los artístas marciales, elevándose al plano superior, dominan sus humores, caracteres, cualidades y poderes, así como el entorno que les rodea, y se convierten en movedores en vez de peones.

Concurren a jugar el juego de la vida, en vez de ser jugados y movidos de un lado para otro por las voluntades ajenas y el entorno. Usan el principio en vez de ser meras herramientas. Un verdadero artista marcial, obedece a la causación de los planos superiores, pero la ayuda a regir en su propio plano. En esta afirmación está condensado un tesoro de conocimiento oculto -entiéndalo el que pueda-.

Este principio, incorpora la verdad de que el KI compenetra el Universo; que nada sucede por casualidad; que casualidad es meramente un término que indica una causa existente pero no reconocida o percibida; que los fenómenos son continuos, sin ruptura o excepción.

El principio de causa y efecto subyace a todo pensamiento científico, antiguo y moderno, y fue anunciado por los Maestros Místicos en los días más tempranos. Mientras que han surgido muchas y variadas disputas entre las muchas escuelas de pensamiento desde entonces, estas disputas han sido principalmente sobre los detalles de las  operaciones del principio, y aún más a menudo sobre el significado de ciertas palabras. El principio subyacente de causa y efecto ha sido aceptado como correcto por prácticamente todos los pensadores del mundo dignos del nombre. Pensar de otro modo sería arrebatar los fenómenos del Universo del dominio de la ley y el orden, y relegarlos al control del algo imaginario al que los hombres han llamado casualidad.

Una pequeña consideración le mostrará a cualquiera que no hay en realidad tal cosa como la casualidad pura, sino a aceptar la casualidad como parte inseparable de la armonía con el KI  del Universo.

¿Cómo podría entonces existir algo en el Universo fenoménico, independiente del KI, algo fuera de la causa y efecto producido por ese mismo Universo?

Un algo así sería enteramente independiente de la ordenación del Universo, y por tanto, superior a ella. No podemos imaginar algo fuera del Universo, estando fuera del KI, y eso sólo porque el Universo es KI en sí. No existe en el Universo algo exteriormente independiente al KI. La existencia de algo independiente al Universo haría a todas las leyes naturales inefectivas e ineficaces, y sumiría al Universo en un desorden caótico y falto de ley.

Arrojad una moneda al aire y puede venir de cara o cruz, pero haced un número suficiente de lanzamientos, y seguramente se nivelarán. Esta es la operación de la ley del promedio. Pero tanto el promedio como el lanzamiento sencillo vienen bajo la ley de causa y efecto, y si fuéramos capaces de examinar las causas precedentes, se vería claramente que era simplemente imposible que la moneda caiga de otro modo de como lo hizo, bajo las mismas circunstancias y en el mismo momento. Dadas las mismas causas, seguirán los mismos resultados. Existe siempre una causa y un porqué para toda manifestación. Nada sucede nunca sin causa, o más bien una cadena de causas.

Alguna confusión ha surgido en las mentes de las personas que consideraban este principio a partir del hecho de que eran incapaces de explicar cómo una cosa podría causar otra cosa -es decir, ser la creadora de la segunda cosa-. Cómo una cuestión de hecho, ninguna cosa, causa o crea otra cosa. Causa y efecto tratan meramente con los eventos. Un evento es lo que viene, llega o sucede, como resultado o consecuencia de algún evento precedente. Ningún evento crea otro evento, sino que es meramente un vínculo precedente en la gran cadena ordenada de eventos que fluyen de la energía creativa del Universo. Hay una continuidad entre todos los eventos precedentes, consecuentes y subsiguientes. Hay una relación existente entre todo lo que ha pasado antes y todo lo que sigue. Una piedra se desprende de la ladera de una montaña y aplasta el techo de una cabaña en el valle de abajo.

A primera vista consideramos esto como efecto del azar, pero cuando examinamos la cuestión encontramos una gran cadena de causas detrás de ello. En primer lugar estaba la lluvia que ablandó la tierra que soportaba la piedra y que le permitió caer; detrás de eso estaba la influencia del Sol, otras lluvias, etc; que desintegraron gradualmente  el pedazo de roca de un pedazo más grande; estaban además las causas que condujeron a la formación de la montaña, y su trastorno  por convulsiones de la naturaleza, y así sucesivamente hasta el infinito. Así, podríamos seguir las causas detrás de la lluvia, podríamos también considerar la existencia del techo. En breve nos encontraríamos envueltos en una red de causa y efecto, de la que seguramente pronto nos esforzaríamos por desenredarnos. Igual que un hombre tiene dos padres, y cuatro abuelos, y ocho bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos, y así sucesivamente hasta que se calculan digamos cuarenta generaciones y el número de ancestros corren a muchos millones; igual que el número de causas detrás incluso del más simple evento o fenómeno, tal como una simple gota de agua que organiza una tormenta, o un soplo de viento que origina una tempestad, o también  como una pequeña mota de polvo delante de vuestros ojos.

No es cuestión sencilla el seguir la huella del pedacito de polvo hasta el período primitivo de la historia del mundo cuando formaba parte de un voluminoso tronco de árbol, que fue convertido posteriormente en carbón, y así sucesivamente, hasta la pequeña mota de polvo que pasa ahora por delante de vuestros ojos en camino a otras aventuras. No hay grande, no hay pequeño en el KI que todo lo causa.

Deteneos a pensar un momento. Si un cierto hombre no hubiera encontrado a un cierta mujer, vosotros no estarías aquí ahora. Y de entre los millones de espermatozoides, sólo uno  ha demostrado ser el mejor, el que más corrió, el más astuto. Las enseñanzas cuentan que un hombre puede ser libre y sin embargo estar ligado por la necesidad, dependiendo del significado de los términos y la altura de la verdad desde la que se examina la cuestión. Los antiguos lo explican así: “Cuanto más lejos está la creación del centro, más atada está: cuanto más cerca del centro se llega, más cerca de ser libre está”.

La mayoría de la gente es más o menos esclava de la herencia, el entorno, etc., y manifiesta por lo tanto muy poca libertad. Ellos son arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, y también por sus humores, sentimientos y emociones, y como la piedra cae obediente al entorno.

Pero tanto en el superior, como en el inferior, el KI está siempre en operación. No hay cosas tales como la casualidad. La diosa ciega de la fortuna ha sido abolida por la razón. Somos capaces de ver ahora con los ojos aclarados por el conocimiento, que todo está gobernado por el KI del Universo -que el número infinito de leyes no son sino manifestaciones de la única gran Ley-.

Es cierto en verdad que ni un gorrión cae sin advertirlo la Fuerza Universal, o que incluso los pelos de nuestra cabeza están numerados, como ya lo han dicho las Sagradas Escrituras. No hay nada fuera del KI, ni nada que suceda contrario a ello. Y sin embargo, no cometáis el error de suponer que el hombre es un autómata ciego -lejos de ello-. Las enseñanzas místicas dicen que el hombre puede utilizar el KI para superar las leyes, y que lo superior siempre prevalecerá contra lo inferior, hasta que al final haya alcanzado la etapa en la que busque refugio en el KI mismo, y sepa engañar a las leyes fenoménicas.

Por lo tanto como artista marcial debes ser consciente, de que la causalidad existe y que por lo tanto “Las únicas oportunidades que tiene son las que el mismo se crea”, hay que estar justo, en el momento justo. ¿Sois capaces de captar el significado interno de esto?

Recuerda siempre que si quieres triunfar y lograr el éxito, el tiempo se convierte en la mercancía más valiosa que posees. El triunfo es una tarea sencilla siempre que uno esté dispuesto a pagar el precio en lo que respecta a tiempo y concentración hasta conseguir su propósito.

Recuerda siempre que la riqueza no debe ser nunca jamás la meta de tu vida. La verdadera y única riqueza es la del corazón y no la de la billetera. Las recompensas son grandes cuando uno alcanza el éxito, pero muchos fracasan porque no poseen un deseo ardiente y tenaz, por lo que la sociedad les transmite, y sucumben a la desesperación y con ello al fracaso. No comprenden que dentro de ellos y sólo en su interior se encuentran las únicas herramientas para lograrlo.

En cada lucha, la victoria y la derrota forman parte del KI y por consiguiente acrecientan la destreza y el poder; el valor y la resistencia; la habilidad y la confianza, de manera que cada obstáculo se convierte en un  compañero de armas que te obliga a mejorar… o a abandonar “OSU  SHINOBU  NO  SEISHIN”.

Pero si uno huye de los obstáculos o los evita, habrá sin duda echado su futuro a perder. Ser artista marcial y formar parte de ésta elite, puede resultar la profesión más sacrificada del mundo. Te encontrarás muchas puestas de Sol, lejos de las personas queridas, y tu mente se enfrentará a tu corazón. Si no eres capaz de controlarlo…abandonarás, pero no te preocupes aunque fracases… porque aquel que no ha fracasado nunca, es porque tampoco nunca ha intentado nada.

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