Recientemente escuché en la televisión unas declaraciones sobre la selección española de fútbol, en las que decían que para asegurar una buena alimentación a los deportistas se había contratado a un famoso cocinero. Haciéndolo así, los aficionados podían sentirse tranquilos en cuanto a la nutrición de sus ídolos. De siempre había sospechado que la alimentación del deportista español era solamente una cuestión de paladar y técnica culinaria, pero no me había podido imaginar que incluso en un campeonato mundial las cosas eran iguales.
Lo curioso del caso es que, cuando algún entrenador consciente quiere que sus pupilos coman lo correcto, suele cometer el error de consultar a un médico y éste, con una actitud salomónica, se cubre de gloria con conceptos tan generalizados como: «tienen que tomar una alimentación variada», «deberán tomar diariamente frutas y verduras», «pocas grasas», etc., etc. Por mucho que intenten indagar en las necesidades de cada deportista en cuestión y el deporte que está en juego, el médico no les dirá nada nuevo a lo que le diría a cualquier paciente. Quizá les diga que aumenten las calorías y que tomen algún complejo vitamínico; eso es todo. Pero sobre el modo correcto de cocinar y dar sabor a los alimentos, sobre el uso correcto de la sal, el azúcar o el agua, sobre el momento más adecuado de tomar los hidratos de carbono, sobre las necesidades reales de proteínas, sobre la ración más conveniente antes, durante y después de la competición, nada de nada. Tampoco les dirá cuál es la alimentación adecuada a los ejercicios anaeróbicos, ni los suplementos dietéticos adecuados a cada deporte. Entonces ¿para qué acudir a su médico?
Lo curioso del caso es que, cuando algún entrenador consciente quiere que sus pupilos coman lo correcto, suele cometer el error de consultar a un médico y éste, con una actitud salomónica, se cubre de gloria con conceptos tan generalizados como: «tienen que tomar una alimentación variada», «deberán tomar diariamente frutas y verduras», «pocas grasas», etc… Por mucho que intenten indagar en las necesidades de cada deportista en cuestión y el deporte que está en juego, el médico no les dirá nada nuevo a lo que le diría a cualquier paciente. Quizá les diga que aumenten las calorías y que tomen algún complejo vitamínico; eso es todo. Pero sobre el modo correcto de cocinar y dar sabor a los alimentos, sobre el uso correcto de la sal, el azúcar o el agua, sobre el momento más adecuado de tomar los hidratos de carbono, sobre las necesidades reales de proteínas, sobre la ración más conveniente antes, durante y después de la competición, nada de nada. Tampoco les dirá cuál es la alimentación adecuada a los ejercicios anaeróbicos, ni los suplementos dietéticos adecuados a cada deporte. Entonces ¿para qué acudir a su médico? La pregunta que todos quizá deseen formular es ésta: ¿es cierto que se puede aumentar el rendimiento físico a base de la alimentación?
Pues bien, no solamente se puede aumentar un 100 por 100 la eficacia de un deportista mediante la alimentación, sino que no se puede aspirar a grandes marcas sin tomar una alimentación correcta. Este artículo tiene la finalidad de acercarles a los principios de nutrición deportiva.
El agua
El agua es el componente esencial de toda dieta de máximo rendimiento. Sin ella el atleta se ve imposibilitado para evacuar la enorme cantidad de calor que el ejercicio genera, y el proceso energético y depurativo se ve seriamente afectado. Hay que beber AGUA (no sucedáneos, como refrescos o gaseosas) antes del ejercicio, durante el ejercicio si es prolongado y después del ejercicio. La única precaución que hay que tomar es añadir una pizca de sal al agua que se toma durante el ejercicio y al finalizar, ya que de no hacerse así en momentos de gran deshidratación no podrá fijarse el líquido en el plasma y se eliminará rápidamente por la piel, lo que con toda seguridad provocará una caída de tensión peligrosa. La cantidad de sal debe ser muy pequeña, ya que si es demasiado alta todo el líquido ingerido se concentrará en el estómago para diluir el exceso, lo que privará a los músculos del líquido vital.
La temperatura del agua debe ser preferentemente ambiental y nunca excesivamente fría o con hielo, ya que la vasoconstricción que produce el frío puede provocar problemas digestivos y, además, la absorción se realizará más lentamente. Aunque el agua tibia no sea tan agradable de tomar, es más asimilable y enfría mejor el cuerpo. En el supuesto de que la vayamos a tomar durante el ejercicio o la competición, es conveniente primero hacer unos enjuagues con ella en la boca, tirándola dos o tres veces, y luego beberla a pequeños sorbos con una cánula; así evitaremos tragar aire.
No existe inconveniente en añadir al agua sustancias energéticas, como puede ser la miel, zumos de frutas no ácidas, extractos de verduras como la remolacha o preparados dietéticos pensados para corregir la deshidratación, pero hay que tener la precaución de administrarlos muy diluidos, o sea, que el líquido sea mayormente agua, ya que las concentraciones altas de otras sustancias dificultan el paso rápido a la sangre. Una persona normal debería ingerir aproximadamente dos litros de agua al día, pero esta cantidad debe ser exclusivamente de AGUA, no de vino, gaseosas o café. Las arrugas prematuras en los deportistas son debidas básicamente a la deshidratación celular y son síntoma inequívoco de poca cantidad de agua, lo mismo que les ocurre a las personas al llegar a la vejez. Si suprimen drásticamente el agua creyendo que engorda, esto les provoca flacidez cutánea, arrugas, enfermedades en los riñones, debilidad, etc. El remedio es sencillo: Beber más agua.
Lo mismo les ocurre a los deportistas, quienes sustituyen con demasiada frecuencia el agua vital por la cerveza, el vino o el alcohol, consiguiendo de esta manera bloquear la liberación de la hormona HAD, antidiurética, la cual ayuda a regular la cantidad de agua de nuestro organismo. Su carencia provoca no solamente una fuerte deshidratación, sino una pérdida importante de sales minerales vitales para el buen funcionamiento muscular. Así que, si quieren buenos logros deportivos, beban agua.
La sal
La sal, que antiguamente se consideraba algo imprescindible para el hombre (no olvidemos que el término salario viene de sal), y sin la cual ningún soldado iba a la guerra, se ha convertido en el enemigo número uno de la alimentación, de igual manera que lo son el azúcar y las calorías. Todo el mundo está empeñado en acabar con estos tres elementos, engañados y ayudados por una clase médica equivocada, la cual está sometida inconscientemente a las manipulaciones de la industria alimentaria. “Cambiar el agua por vino o cerveza”, “No tomar hidratos de carbono y cambiarlos por proteínas” o “La sal engorda y sube la tensión”.
Estas tres grandes mentiras están causando más daño a la población que las enfermedades cardiovasculares, las cuales son producidas en su mayor parte por una alimentación errónea.
Centrándonos en la sal, diremos que ni engorda ni provoca hipertensión y, sin embargo, es imprescindible para que se realice correctamente el proceso de la digestión, para que la sangre tenga la presión osmótica necesaria y pueda absorber y ceder las sustancias nutritivas, y para evitar que el cuerpo se deshidrate al menor movimiento.
Una carencia de sal provocará unas cifras de tensión arterial inestables, con subidas y bajadas altamente peligrosas, así como una gran dificultad para que las arterias y capilares puedan retener y ceder todos los elementos vitales para la salud (vitaminas, minerales, aminoácidos, etc.) También, una carencia de sal en nuestro organismo provocará un aumento incontrolado del potasio, lo que se traducirá por una eliminación de líquido enorme, lo que provocará una deshidratación continua que el agua misma será incapaz de impedir.
Pero si ustedes se han pensado que les estoy recomendando añadir sal de cocina en sus alimentos no es así, ya que la sal de la que les hablo es aquella que la naturaleza nos ha puesto a nuestro alcance, y que no es otra que la sal marina SIN REFINAR, tal como se recoge del mar. Esta sal es un compuesto equilibrado de cloruro sódico, magnesio, bromo y yodo (entre otros elementos), asemejándose enormemente a la composición del suero humano. El hombre, en su empeño de darnos alimentos bonitos y pulcros, priva a la sal marina de unos iones que le dan equilibrio y nos suministran un producto totalmente dañino para la alimentación. Así que ya lo saben, consuman sal marina en sus alimentos y, si padecen hipertensión o alguna enfermedad renal, que el médico averigüe la verdadera causa del mal, pero que no les suprima la sal en la creencia de que con su eliminación se cura la enfermedad, porque no es así.
El azúcar
He aquí otro nutriente esencial injusta-mente tratado por la clase médica, ya que la guerra al azúcar es algo palpable en cualquier régimen de adelgazamiento. Durante años nos han hecho creer que el azúcar era el causante directo de la obesidad, de las caries dentales, de la diabetes, etc., cuando no siempre es así.
Un deportista puede tomar la cantidad de azúcar que le plazca sin que le aparezcan efectos nocivos por ello, lo único que tiene que hacer es seguir unas reglas de sentido común, como son: no ingerir bajo ningún concepto azúcar refinado (este sucedáneo del auténtico azúcar es nocivo) y tomar en su lugar azúcar moreno, el cual es rico en calcio, hierro y ciertas enzimas que le suponen un valioso alimento para toda persona que hacer deporte. Cuando el hombre, al igual que hace con muchos alimentos, se empeña en hacerlos más atractivos, los refina hasta el punto de convertir lo bueno en malo. El producto final que ustedes toman, tan puro y blanco, necesita para su metabolización una serie de sustancias y su ingestión producirá caries dentales por carencia de calcio, alteraciones nerviosas por carencia de vitamina B‑1 y problemas hepáticos por sobrecarga, así como acidez de estómago al ser necesarios ciertos fermentos para su digestión.
Además del azúcar moreno, también pueden tomar la panela, la miel, la melaza, la stevia, los dátiles o las uvas, con cuya ingestión cubriremos ampliamente nuestras necesidades de azúcar diarias sin problemas. Por tanto no renuncien a esos dulces que tanto le gustan, aunque tómenlos con preferencia integrales.