AAMM como estilo de vida
Al igual que a Bala le pasaba con la capoeira, al maestro Alfredo López Leo le pasó lo mismo con el limalama en sus comienzos… que la primera vez que lo oyó dijo “¿¡limaqué…!?”. han pasado muchos años desde entonces, y el “pequeño alfredo” se hizo hombre dentro de la práctica de este poco conocido arte marcial. y con el paso de los años, junto a su hermano Alberto, se convirtieron en maestros, y hoy día son, por derecho propio, los “cabeza del estilo” en nuestro país. ¿qué le impulsa a alguien a interesarse tanto por un sistema, que cuando ya no encuentra de quién aprenderlo en sus tierras, se dedica a viajar para continuar aprendiendo? ¿porqué perder las tardes dando clases, cuando uno ya tiene otro trabajo durante el día? simplemente por pasión y agradecimiento. porque llega un momento en la vida, en que los que amamos las artes marciales nos damos cuenta que no seríamos la misma persona si hubiéramos abandonado, quizás incluso estaríamos muertos. y al querer agradecer a “la vida” lo que nos ha dado, dándoselo a otros… vemos en sus ojos la misma llama que antaño tuvimos nosotros, y nos sentimos identificados… así es la vida… de un auténtico artista marcial.
Hace un tiempo me conmovió la noticia de una mujer, practicante de Limalama, que había comenzado su carrera marcial a la longeva edad de 60 años. Actualmente esta señora tiene la edad de 76 años y gracias a su esfuerzo, dedicación y constancia, ha conseguido el grado de cinturón negro 3º Grado (Alolama) en el arte marcial Limalama.
Este es un ejemplo de esfuerzo y superación personal y de cómo un arte marcial puede pasar a formar parte de la vida de una persona, perdurando en el tiempo hasta el final de sus días.
Corría el año 1982. En aquella época yo solo tenía la edad de 10 años y como niño de esa edad, la verdad es que lo único que me preocupaba era salir a la calle a jugar con mis amigos y poco más.
Recuerdo que un día mi padre llego a casa y comento que habían abierto un gimnasio de Artes Marciales en el pueblo. Mi padre siempre ha sido un gran aficionado a las Artes Marciales, pero por circunstancias del destino, nunca ha llegado a practicarlas.
Ese día mi padre estuvo hablando con mi madre, la idea de apuntarnos a entrenar, a mi hermano y a mí. Mi madre planteo la cuestión de solo inscribir a mi hermano porque era un poco más cabeza loca y a ver si así las Artes Marciales le enderezaban, pero mi padre insistió en apuntarnos a los dos.
Cuál sería mi sorpresa que al llegar al gimnasio del pueblo, no era una escuela de Karate o Judo como yo me esperaba, sino que era de Limalama. Imaginaros la cara que se me puso cuando me dijeron que lo que allí se enseñaba era Limalama. Un arte marcial totalmente desconocido en aquella época.
-¿Limaqué?, ¿pero qué es esto?, ¿a qué sitio me ha traído mi padre? – No paraba de preguntarme una y otra vez.
Digamos que mi primer contacto con el mundo marcial no fue una decisión propia, si no que fue algo impuesto por mis padres, a lo que hoy en día tengo que agradecer enormemente, porque esa decisión fue algo que me cambio la vida y en gran medida me forjó un destino.
Mucho tiempo ha pasado desde aquel día y gracias a la decisión certera de mis padres, Limalama me cambió la vida, condicionándome y potenciándome en muchos aspectos positivos, como el carácter, personalidad, estado físico y emocional.
El entrenamiento de Artes Marciales en una edad temprana, te ayuda a desarrollar una mejor psicomotricidad, coordinación y compañerismo, ayudando a conocer mejor tu cuerpo y coordinación de movimientos de una manera más fluida, con un beneficio enorme en la salud, que te condiciona para un mejor desarrollo en el crecimiento.
Autoestima, disciplina, respeto, concentración, perseverancia son valores que los entrenadores me inculcaron formando mi carácter y personalidad.
Eficacia en la formación de la fuerza, trabajo de la potencia, perfección del equilibrio, seguridad en el control del movimiento, desarrollo de la formación neuronal dando capacidad de rapidez, reflejos y efectividad en la capacidad de acción, Es solo parte de la batería de trabajo a la que me tuve que enfrentar durante todas aquellas horas de entrenamiento a lo largo de los años de práctica, para desarrollar la formación física.
Por este motivo, mi experiencia personal a lo largo de todos estos años me ha demostrado que las Artes Marciales, en gran medida, condicionan tu estilo de vida. Son muchas horas de entrenamiento, muchos años de práctica, de trabajo físico y mental en el que sientas buenas bases importantes que fortalecen tu personalidad y desarrollo personal interior. Es lo que nos condiciona y nos diferencia a los practicantes de Artes Marciales, de cualquier otro deporte.
A veces pienso en como condiciona el destino en las personas y de que si aquel día, mi padre no hubiera tomado aquella decisión, hoy me hubiera perdido tantos años de entrenamiento, de satisfacción personal, de logros, derrotas, amistades inmortales, conocer a tanta gente sabia, hoy por hoy la satisfacción de ver a mis alumnos salir del entrenamiento chorreando de sudor con una sonrisa en los labios.
Todo esto y más pensamientos que seguro me dejo en el tintero, con emociones imposibles de expresar con letras, son lo que nos marca un arte marcial como estilo de vida, lo que se nos mete dentro del interior de nuestro ser quedándose eternamente y nos abraza con cariño hasta el día de nuestra muerte.
Las decisiones que tomamos en el presente son las que nos marcan y nos condicionan para poder cambiar nuestro futuro, hacia un estado mejor. La decisión de mi padre que tomo aquel día, fue lo que me condiciono a mí, hacia un futuro mejor. Me sello para siempre, un estilo de vida diferente, me cambio el pensamiento y la condición de percepción de las cosas, marcándome hacia una visión de vida diferente, un comportamiento mejor, un estilo de vida hacia el arte marcial; hacia el espíritu del arte marcial.
En mi caso fue el arte de Limalama, pero todas las Artes Marciales son buenas, todas te pueden ayudar a conseguir metas y logros que tú te marques en la vida.
Pienso que el futuro no está escrito, sino que lo escribimos nosotros mismos día a día con nuestras propias acciones y decisiones, las cuales acertadas o no, siempre serán importantes.
Kumu Alfredo López Leo.
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Esta entrada tiene un comentario
Las reflexiones de vida son la expresión de la filosofía y principios que han regido nuestro transitar por la vida. En el caso del Maestro Alfredo López, al cual tuve el honor de conocer en 2016, durante el primer seminario internacional de la Limalama World United, celebrado en Ocaña, España; sus palabras son fiel reflejo de una personalidad de un hombre trazado entre los ángulos de las áreas de entrenamiento. Un pedagogo artemarcialista que trasmite en sus estudiantes principios claros y fluidos, como el limalama mismo, la honestidad y la disciplina. Un hombre que habla de frente, sin la soberbia del reto, pero con la certeza de la defensa de sus ideas. Cuando con la voz entrecortada, nos pidió en 2017, en la Ciudad de Cancún, México, un minuto de silencio en memoria del fundador de este, nuestro arte marcial, no fue por pose, fue por un sentimiento de agradecimiento con el hombre que puso la piedra angular para que se unieran, con un mismo objetivo y en un mismo espacio a representantes de al menos seis países, Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador, Reino Unido y España, ¿cómo No agradecerlo?.
En fin el maestro Alfredo, junto con su hermano Alberto, son realidades que trascenderán a sus tiempos y espacios.