En este post volvemos a la Vandammexploitation, por denominarlo de alguna forma. En el anterior post vimos a Daniel Bernhardt y a Sasha Mitchell, entre otros, émulos de Van Damme que se encargaron de las secuelas de Contacto Sangriento y Kickboxer, respectivamente.
Mientras que Bernhardt ha continuado en el cine, como especialista o secundario, labrándose una carrera poco publicitada, a pesar de incluso aparecer en El Mediador (The Cutter. 2005) junto a Chuck Norris, Mitchell ha desaparecido del mapa, pasándose al levantamiento de pesas, aunque intente reactivar su carrera.
No han conseguido el éxito esperado y en la actualidad Alain Moussi es quien ha recogido el testigo, con el riesgo de seguir los pasos de sus predecesores. Pero la carrera de Van Damme continuaba tras Kickboxer, y en 1992 llegaba Soldado Universal, todo un éxito impresionante del belga. Un año después, Blanco Humano y en 1994, Timecop.
Estos tres filmes han tenido continuaciones de todo tipo, como veremos enseguida, provocando así más secuelas bastardas que exprimían el estrellato del actor. Sólo en el caso de los Unisols el propio Van Damme regresaba en las tres secuelas, pero además de éstas, tenemos dos películas más que llegaban a España directas a vídeo y que se han podido ver en televisión.
¿El motivo? Sigue leyendo y conocerás detalles de todas estas secuelas bastardas de los Músculos de Bruselas.
SOLDADOS UNIVERSALES
En 1992 se estrenaba Soldado Universal, tras haber tenido como título Crystal Knights. En ella conocíamos a Luc Deveraux (Van Damme) caído en Vietnam y resucitado a través del programa UniSol, lo mismo que Andrew Scott (Dolph Lundgren) Con lo que no contaban es con la locura de Scott, provocando muerte y destrucción a su paso. Un argumento entre la acción y la ciencia-ficción que supuso un tremendo éxito de taquilla, pero no provocó directamente secuelas.
Pasaron 6 años hasta que en 1998 aparecía la primera de ellas, una miniserie para televisión a la vez que servía de piloto para una serie que nunca llegó a materializarse. Lo que sí consiguió es su edición en vídeo como largometrajes que usaban engañosos números para colarnos secuelas directas de la película de Van Damme, pero que una vez vistas, te dabas cuenta que estaban muy lejos de ser secuelas dignas.
Soldado Universal 2: Hermanos de Armas (1998) y Soldado Universal 3: Desafío Final (1998) llegaron tras la desaparición de la productora Carolco, que es la que produjo la original. En 1995 la empresa quebró, por lo que los derechos de sus películas estuvieron en el limbo, hasta que otras empresas los adquirieron. Y con Van Damme en un momento crítico de su carrera (a partir de 1997 su estrellato empezaba a empañarse con un éxito menor del esperado de The Quest, Al límite del riesgo Double Team o Soldado de Fortuna) qué mejor que intentar aprovecharse de uno de sus grandes éxitos, provocando así la aparición de estos dos telefilmes con vistas a ser una serie de televisión.
El primer cambio es, evidentemente, su protagonista, Matt Battaglia, un actor habitual de la televisión que no estaba a la altura de las circunstancias. Claro está que el papel era algo diferente, convirtiéndole en una especie de niño con cuerpo de adulto, demasiado ingenuo a veces y rayando algún tipo de discapacidad mental. Al margen de esto, la acción no es demasiado buena, para qué vamos a engañarnos, por lo que Battaglia no necesita esforzarse demasiado, y el argumento no ofrece nada original, continuando la persecución de Devereaux y metiendo conspiraciones en el gobierno.
El personaje de Lundgren, Andrew Scott, también reaparece encarnado en el actor Andrew Jackson, otro actor de televisión del montón, pero es anecdótico. En los dos films hay que destacar a Gary Busey (Depredador) y a Burt Reynolds (Los Locos de Cannonball) como estrellas invitadas, dejando a Reynolds el papel de villano, pero quien se merece mayor reconocimiento es Jeff Wincott, actor marcial de los noventa con una extensa carrera y del que hablaremos en estas mismas páginas dentro de poco.
Es quien se toma en serio más el rodaje, y aunque no es el protagonismo y me hubiese gustado que saliese más, debido a la modesta producción de estos telefilms, y por sus guiones descafeinados, casi mejor que terminase así, algo abruptamente pero que mejor no saber por dónde hubiese continuado, que buena pinta no tenía. Aburridas y prescindibles, se consideran fuera del canon de los UniSols, y más contando que en 1999 el propio Van Damme volvería a ser Luc Devereux en Soldado Universal: El Retorno.
La primera entrega costó alrededor de 23 millones de dólares, sólo en Estados Unidos recaudó diez en su primer fin de semana. Este film lanzó al estrellato a Van Damme de forma definitiva, por lo que cuando este estrellato disminuía, qué mejor que volver a intentar repetir su éxito, pero lamentablemente fue un fracaso en su recaudación, siendo la última, hasta 2008 (con JCVD) que se estrenó en cines en Estados Unidos.
Soldado Universal: El Retorno nos traía a Luc de nuevo para enfrentarse a S.E.T.H., la inteligencia artificial que controla a los nuevos UniSols. Se rebelará y sólo Luc podrá detenerlo. A pesar de estar entretenida, carece de ritmo y es bastante inocente, resultando un producto flojo, a pesar de contar con el propio Van Damme y a Michael Jai White como villano, o el luchador Bill Goldberg como uno de los UniSols. Las coreografías, del amigo de Van Damme Peter Malota (Doble Impacto), son correctas y poco más. Parecía ser el final de la franquicia, pero lejos de la realidad, tuvimos dos secuelas más con el propio Van Damme, entrando así en una tónica actual de apoyar remakes o secuelas de sus viejos títulos.
Soldado Universal: Regeneración (2009) ignoraba por completo la primera secuela para erigirse como la auténtica segunda entrega de las aventuras de Devereaux, que se enfrentará de nuevo a Scott, de nuevo con Lundgren interpretándolo. Su director, John Hyams, usa un tono oscuro y a pesar de ciertos cambios en el personaje de Luc, ofrece unas estupendas escenas de acción, como el esperado combate entre Van Damme y Lundgren, con todo el morbo de lo que ocurrió tras el estreno de la película original (con casi pelea entre ellos, una crónica negra que ya trataremos en el futuro) que se repiten en la tercera parte (cuarta contando la del retorno) Soldado Universal: El Día del Juicio Final (2012) donde ya Luc ha perdido el norte.
El enfoque de la evolución de Devereaux está bien trabajada entre los dos filmes, acentuándose el tono oscuro pero dejando que en la última entrega el protagonismo recaiga en el británico Scott Adkins (Invicto 2), convirtiendo a Luc en una especie de villano. Brutales escenas de acción en ambos films, como he dicho, con la aparición de luchadores de UFC en las dos como Mike Pyle o Andrei Arlovski, además de gente como Jon Foo (Tekken) o el hijo de Van Damme, Kris. La pega de la última parte es la pelea entre Adkins y Van Damme, que no pudo rodarse tal y como estaba concebida debido a una lesión del británico en la rodilla antes de comenzar el rodaje. Aún así, es altamente recomendable por la calidad de sus peleas. El resto, pura serie B para entretener.
Esta saga nos ha hecho saltar al futuro para llegar al 2012 con la última entrega de los soldados universales, pero nuestro viaje continuará dando saltos en el tiempo ya que ahora mismo tenemos que retroceder a 1993, con el debut en Hollywood del director hongkonés John Woo y con Van Damme como protagonista, Blanco Humano.
Esta versión libre de la historia corta El juego más peligroso (Richard Connell. 1924), que tuvo versiones cinematográficas como El Malvado Zaroff (1932), también ha contado con una secuela, y muy reciente, que curiosamente ha protagonizado Scott Adkins, que ya vemos los nexos de unión que tiene con Juean Claude Van Damme. Si recuerdas el artículo del mes pasado, Adkins iba a haber participado en Kickboxer: Vengeance, y tras recoger el testigo en Soldado Universal: El Día del Juicio Final y participar en otros títulos del belga, ha vuelto a calzar los zapatos de Van Damme. No literalmente, ya que no es el mismo personaje, pero la situación de la película original, esa cacería humana en una ciudad, es a lo que se enfrentará el retirado luchador de MMA Wes Baylor (Adkins) Pero el resultado es pésimo.
Al no tener a John Woo detrás de las cámaras, y siendo sustituido por Roel Reiné, cuya carrera ha corrido en la liga de secuelas directas a vídeo con títulos como Persecución Extrema 2 (2009), Death Race 2: La carrera de la muerte 2 (2010), El Rey Escorpión 3 (2012), 12 trampas 2 (2013) o El Hombre de los Puños de Hierro 2 (2015), la mejor de sus películas, sin olvidar el chasco que fue Inhumanos, la comedia involuntaria que terminó siendo esta serie de Marvel, está claro que no estamos ante una película potente, a pesar de tener a Adkins. El problema del británico es que alterna películas de calidad con producciones alimenticias, siendo ésta una de ellas.
Junto a él cabe destacar la presencia de Rhona Mitra (Doomsday), Robert Knepper (Héroes) y la tailandesa Jeeja Yanin (Chocolate), ésta última totalmente desaprovechada, bueno, igual que Adkins. El rodaje en Thailandia propició la aparición de especialistas locales, que hacen un buen trabajo, pero dado el guion pésimo, no consiguen al menos ofrecer buenas secuencias. Por muchos homenajes que haya a Woo (palomas, la secuencia con barcas del guion original…) no está a la altura del título que continúa. Su estreno fue directo a vídeo o en televisión, dependiendo del país, pero a pesar del título y de la presencia de Adkins, es una secuela tardía, aburrida y donde Boyka está continuamente contenido por la escasa calidad de la acción.
Al año siguiente de estrenar Blanco Humano, Van Damme consiguió su mayor éxito de taquilla, Timecop (Policía en el Tiempo) (1994), basada en el cómic de Dark Horse donde el belga interpretaba a Walker, un timecop, un policía temporal que se enfrentará a una conspiración a través del tiempo. Una excelente película cuyas secuelas se dividen en televisión y vídeo. Primero llegó la serie de televisión, inédita en España, donde el guion lo firmaba el mismo creador del cómic y guionista del film, Mark Verheiden. La historia giraba alrededor del timecop Jack Logan, y su caza de agentes renegados. Se habían firmado 13 episodios, pero finalmente sólo se rodaron 9, lo cual deja clara la recepción que tuvo, con una pésima audiencia. Las críticas hablan de un tono casi juvenil, lejos de esa atmósfera algo oscura que ofrecía la original. Curiosamente, el propio Verheiden lo confirmaba, a pesar de ser el guionista, lo cual es una pena ya que demuestra el férreo control de los productores sobre el producto.
El protagonista era el actor Ted King (The City), y a pesar de sus esfuerzos, la serie no se acerca mucho a lo visto en el largometraje de Van Damme. Ausencia de artes marciales, humor tontorrón y tramas casi infantiles. Es normal que terminase cancelándose y abandonándose la idea de continuar la potencial franquicia… hasta 2003, año en el que Universal decidió lanzar a vídeo una nueva entrega, Timecop 2: La decisión de Berlín. En ella nos presentaban a otro policía del tiempo, Ryan Chan, interpretado por Jason Scott Lee, el mismo que diez años antes había encarnada a Bruce Lee en Dragon, la vida de Bruce Lee. El guion modificaba la forma de viajar en el tiempo, limitándose a tumbarse en una especia de camilla. A pesar de su presupuesto limitado, es una película entretenida, con buenas escenas de acción, cortesía de Jerry Poteet, alumno de Bruce Lee que se encargó de entrenar a Jason en el biopic.
Y se nota, ya que en muchos momentos parece estar de nuevo interpretando al Pequeño Dragón. Junto a Scott Lee, Thomas Ian Griffith (Karate Kid III), experto en Taekwondo y Kenpo Karate, interpretando al villano. También hay que destacar la presencia de gente como J.J. Perry, Charlie Picerni, Ron Yuan o Philip Tan en papeles menores. El guion no da mucho de sí, por algo la película dura unos 80 minutos, pero tiene buen ritmo, sin nada de relleno, pero tampoco vamos a decir que es buena. Lo que no es, es mala, y para un domingo por la tarde está bastante bien, si se es poco exigente. Se estrenó en España un año después de su estreno norteamericano, pero llegó sin hacer demasiado ruido.
EPÍLOGO
Como has podido ver en estos dos últimos post de Dragonz Magazine, la Vandammexploitation existe, y podríamos extender este nuevo subgénero a todas esas estrellas que han intentado conseguir el estrellato a raíz del éxito del belga. Kickboxer provocó una avalancha de títulos relacionados con el Kickboxing y el Muay Thai, el spagat, ahora conocido como split, era un requisito indispensable para estos aspirantes a estrellas.
Pero nadie ha conseguido mantener el éxito, pasando a ser meros secundarios o a desaparecer del firmamento cinematográfico marcial. Y ahora, en pleno siglo XXI, es el propio Van Damme el que prepara secuelas de algunos de sus éxitos, como The Quest o Lionheart, siendo ésta última la que debería empezar a rodarse antes.
Esto demuestra que el cine marcial no tiene demasiadas estrellas y las necesita. Sólo Scott Adkins está ahora mismo a la cabeza del género, con muchos otros nombres que de vez en cuando ofrecen grandes títulos, como Michael Jai White, mientras que en Asia, Donnie Yen y Max Zhang se colocan a la cabeza.
Nuestro querido belga ha sabido reconducir su carrera tras unos años oscuros llenos de títulos alimenticios. Es curioso ver cómo se lanzan estrellas aprovechando la estela de éxitos de gente como Van Damme, y, cuando no tiene el éxito esperado, nadie se atreve a intentar ocupar su hueco. Un oportunismo que nos ha traído películas de baja calidad general pero con buenas escenas de artes marciales.
Quizás tengamos que esperar a los próximos títulos de los músculos de Bruselas para que pequeñas productoras intenten aprovecharse con películas menores que satisfagan la carencia de títulos de artes marciales actual, diversificando el género. Pero una cosa está clara, sin Van Damme, el cine marcial desde los noventa hasta ahora, no sería el mismo y es algo que tenemos que agradecer.