LA DECADENCIA DEL CINE MARCIAL OCCIDENTAL EN EL SIGLO XXI

LA DECADENCIA DEL CINE MARCIAL OCCIDENTAL EN EL SIGLO XXI

Cuando hablamos de cine marcial occidental nos vienen a la memoria Norris, Van Damme, Seagal, Bernhardt, Wincott, Rothrock, Adkins, Jai White… Si nos fijamos en estos apellidos, es indudable que han sido o son estrellas, pero como en todos los géneros, debe haber un relevo generacional. Ahora, en pleno siglo XXI, cuando queremos ver alguna película de artes marciales occidentales, por un lado, vemos una sequía alarmante de títulos, y son gente como Adkins los que las protagonizan. En los ochenta y noventa tuvimos a los tres primeros de la lista de arriba, con añadidos, y en los dos mil aparecieron Adkins, Jai White, Mullins, Marko Zaror…

Pero han pasado años desde que éstos impactaron entre el fandom, manteniendo su liderazgo junto a las apariciones de las viejas estrellas. De vez en cuando aparecen películas que tratan de lanzar a nuevos valores, pero… ¿lo consiguen? La respuesta no es demasiado positiva, por lo que cuando buscamos ese relevo, el lanzamiento de nuevas estrellas, se observa una decadencia del cine marcial occidental, pero no sólo por falta de talento.

La época dorada del cine marcial acababa en los noventa, y la desaparición de los videoclubs acabó con la añorada serie B, aquellas películas de presupuestos modestos, pero legiones de fans que querían ver puñetazos, patadas y demás artes marciales con guiones excusa para las coreografías. A pesar de haberse sustituido esto por los lanzamientos directos en televisión o las plataformas de streaming, el número de producciones se ha reducido drásticamente. Las majors no apuestan ni por las viejas o nuevas estrellas, y las pequeñas productoras suele ceñirse a los actuales reyes del género como Adkins. Curiosamente las propias artes marciales siguen apareciendo en todo tipo de producciones, ya sea modestas o superproducciones.

Por ejemplo, en la de momento trilogía de John Wick las vemos, e incluso tenemos a actores indonesios en la tercera parte, como Yayan Ruhian y Cecep Arif Rahman, o a Mark Dacascos como villano, pero el protagonista, Keanu Reeves, no es un artista marcial. Otro ejemplo es la serie Titans, donde Dick Grayson, Robin, las usa, mientras que Brenton Thwaites, el actor que lo interpreta, es doblado por Mustafa Bulut. Esto no resta calidad al producto, y se disfruta igual, aunque sepamos que es un doble quien pelea, pero deja claro que, a pesar de la importancia de las artes marciales en el cine y televisión dentro del género de acción, han quedado relegadas a elementos ornamentales.

Por suerte esto es muy bueno para muchos coreógrafos que ven multiplicar su trabajo y nos ofrecen trabajos estupendos. Claro que te tiene que gustar el tema coreógrafos y especialistas, conocer a los que están detrás para disfrutar de ello y poder ver la actual industria cinematográfica desde otra perspectiva. Mientras que las grandes productoras dejan de lado el cine puro de artes marciales (te recuerdo que hablo exclusivamente de Occidente), las pequeñas tampoco se prodigan demasiado, y, sobre todo, debido a la dificultad de poner en marcha nuevos proyectos debido, en parte al pirateo. Si no hay videoclubs donde amortizar la inversión, pasando después a la televisión, difícil poner dinero para rodarlas. Sí, las plataformas digitales las compran, pero el beneficio intuyo que es bastante menor cuando se trata de producciones ajenas a la compañía que las distribuya. Y esto en muchas ocasiones provoca que no aparezcan en formatos físicos para poder comprarlas.

También ha cambiado el público, aunque personalmente creo que es la propia industria la que ha provocado el cambio. Si sustituimos en el cine de género el tipo de acción, al final el público sólo quiere ver lo que le han metido por los ojos, es decir, más fasts and furious, más superhéroes y más acción espectacular realizada por ordenador. Y aunque somos muchos los que amamos el cine marcial más puro, no somos suficientes como para que las grandes productoras nos vean y den producciones de este tipo.

Si, Netflix nos sorprende adquiriendo títulos de cualquier nacionalidad dentro del cine marcial y de acción, pero sólo por ofrecer un amplio abanico de posibilidades. Pensamos, ¡qué bien, la última de Adkins! Pero igualmente ofrecen cine nigeriano, series coreanas o dramas japoneses. De esta forma queda patente que no hay interés en producir cine de artes marciales, por lo que es más que difícil que aparezcan nuevas estrellas del género. Mientras que Norris está jubilado, o Van Damme y Seagal siguen con producciones menores, lejos de la calidad de sus buenos tiempos, sobre todo Seagal, con subproductos infumables y repetitivos, su relevo generacional en el siglo XXI se limita a los mencionados Adkins, Michael Jai White, Marko Zaror o Matt Mullins, o al menos eso parecía a principios de los 2000, siendo el primero el único que mantiene una carrera dentro del género, Jai White sale y entra del mismo, prodigándose bastante poco dentro. Mullins ha pasado a ser coreógrafo y especialista, y Zaror limitándose a papeles secundarios o, muy de vez en cuando, algún villano o secundario.

De vez en cuando aparecen otros actores, como Cung Le, cuya carrera no ha terminado de arrancar tras su salida de la competición, o Alain Moussi con el remake de Kickboxer y sus secuelas, o su participación en la webserie sobre Street Fighter, donde también vimos a Mike Moh, por ejemplo. Tampoco podemos olvidar la otra webserie, Mortal Kombat: Legacy, pero prácticamente nadie ha mantenido una carrera relevante en el género.

Otro factor para este relevo es la edad. Como creo que he dejado claro, en este siglo XXI, Scott Adkins se ha convertido en el rey del cine marcial occidental, y cuenta con 44 años (bueno, el 17 de junio de este 2020), mientras que Jai White cumplirá el próximo 10 de noviembre 53. Marko Zaror 42 el 10 de junio, Matt Mullins, que cumple el mismo día que Michael Jai White, 40, y Alain Moussi, el 29 de marzo tendrá 39, el más joven y diría que el único que, junto a Adkins, intenta tener una carrera en el cine de género.

Esto no significa que no valgan, al contrario, demuestran en sus películas y vídeos de entrenamiento que están más en forma que mucha gente con la mitad de años. Pero los duros esfuerzos de poner en marcha muchas de las películas que protagonizan (dejando al margen los trabajos de Moussi como stuntman o las superproducciones por donde se asoma Adkins) hacen que en muchas ocasiones se espacien sus films, pasando el tiempo sin el éxito de Van Damme o Norris en sus épocas. Por desgracia, si quitamos todos estos nombres, recordando las carreras irregulares de algunos dentro del cine marcial, ¿tenemos nuevos valores? Sí, tenemos, pero en un cine incluso más independiente de lo que hace Adkins. Un buen ejemplo es la película alemana Plan B (2016), carta de presentación de un trio estupendo formado por Can Aydin, Cha-Lee Yoon y Phong Giang, con 35 años cada uno. Este film es una muestra de la existencia de nuevos talentos marciales, pero de nuevo tenemos que recordar el estado del cine marcial occidental puro y duro, un reflejo de las carreras de los tres, por lo que vamos a ver qué han hecho tras su explosiva presentación.

Los tres hicieron después de esa carta de amor al cine de Hong Kong y ochentero On the Ropes (2017), un oscuro thriller que mantenía una alta calidad coreográfica. Aydin ha participado después como actor en Vanguard (2020), de Jackie Chan, pero ha desarrollado una carrera detrás de las cámaras más potente.

Fue el doble de Frank Grillo en Wolf Warrior 2 (2017), además de especialista en general, lo mismo que en la serie The Punisher de Marvel y Netflix, en John Wick: Capítulo 3 – Parabellum (2019), Hobbs & Shaw (2019), Aves de Presa (2020), donde se le puede ver en una pequeña pelea, o en la comedia fantástica Faraway Eyes (2020), pero entre medias ha sido el coordinador de peleas de Gorrión Rojo (2018), con Jennifer Lawrence y director de acción y de segunda unidad (muchas veces es los mismo) en Attrition (2018) de Steven Seagal y si se mantiene la fecha de estreno, veremos su trabajo como coreógrafo y doble de Luke Mitchell en Without Remorse (2020), una adaptación de otra novela de Tom Clancy donde también colabora Cha-Lee Yoon, quien, por otro lado, participó como coordinador de especialistas y actor en la mencionada Attrition y le veremos en la tercera entrega de Skyline (2010), titulada Skylines, donde participa también a Daniel Bernhardt, y donde Yoon es además el coordinador de especialistas.

Al margen de las colaboraciones con Aydin, fue el coreógrafo de lucha de Millenium: Lo que no te mata te hace más fuerte (2018) y parece ser que será uno de los especialistas de Matrix 4. El tercer integrante, Phong Giang de Reel Deal Action, su grupo de especialistas, tras On the Ropes, donde fue además coordinador de acción, ha permanecido con sus amigos en Attrition como coreógrafo de lucha y doble de Steven Seagal, aunque el resto de sus trabajos han sido como especialista en Hobbs & Shaw y 6 en la sombra (2019) ¿Qué quiero decir con esto? Que a pesar de Plan B y de su impacto, llegándose a estrenar en formatos físicos en España, y llamar la atención, han tenido que permanecer como coordinadores de acción y demás, y ya hace cuatro años desde su aparición. Tienen talento físico y como coreógrafos, pero no han conseguido convertirse, de momento, en estrellas del género.

He hablado de Alain Moussi, que recogía el testigo en la saga de Kickboxer con el remake, su ya estrenada secuela y la anunciada tercera entrega, además de Jiu-Jitsu, que debería estrenarse este 2020. Desde que pasó de extra, secundario y especialista a protagonista, en 2016, no ha hecho nada relevante, al margen de los títulos mencionados, y eso que en estos cuatro años ha tenido seis papeles entre películas y series (como por ejemplo, ser uno de los que llevaban el traje de Batman en la primera temporada de Titanes), siendo mucho mayor el número de películas y series en las que ha participado como especialista, con un total de 19, en superproducciones como X Men: Apocalipsis (2016) como doble de Hugh Jackman, Warcraft: El Origen (2016), como doble del protagonista, el “vikingo” Travis Fimmel, doble de Jai Courtney, es decir, el Capitán Boomerang, en Escuadrón Suicida (2016), y, abonado al tema superheroico, en las series Supergirl, Titanes y Arrow.

A pesar de cierta falta de carisma del actor, nacido en Gabón, aunque afincado en Canadá, su técnica marcial es indiscutible, pero volvemos de nuevo a la falta de producciones marciales para consagrarle.
Y podría seguir enumerando a gente como Mike Möller o Mathis Landwehr, con títulos puntuales estupendos, también independientes, o de Laurent Buson o Fabien García y su Die Fighting (2014) Todos ellos han demostrado tener cualidades marciales, aunque fuesen productos sumamente modestos y sin una distribución y repercusión lo suficientemente potente como para lanzarlos. Todos ellos luchan por tener su sitio, pero está demostrado que si no se ponen a producir sus propios proyectos, la industria, ya sea en Estados Unidos o en Alemania, no apuestan por ellos. Incluso el francés Cyril Raffaelli ha dejado de lado su parte actoral para ser, de nuevo, coreógrafo de lucha o de especialistas en numerosas producciones por todo el mundo.

Y si hablamos de España, la lista de intentos es menor, pero las oportunidades, todavía menos, al margen de Xtremo, la esperada película de Teo García que verá la luz este año en Netflix. Por todo ello, el relevo generacional, la transfusión de sangre nueva dentro del cine marcial no parece que llegue, terminando muchos de ellos, como has podido leer, trabajando como coordinadores, lo cual al menos nos asegura buenas secuencias de lucha. Pero cuando Adkins se retire, o si no consigue protagonizar más películas, el cine de artes marciales occidental morirá, aunque tengamos alguna que otra película que de la sorpresa.

La decadencia del género no es algo premeditado, ni un complot, sólo una muestra del lamentable estado actual, de la falta de interés de los productores por mucho que metan peleas en sus películas millonarias y que sean dobles los que se encarguen de que queden bien en pantalla grandes estrellas y dejando a millones de amantes del cine marcial casi sin películas que ver. Por suerte, nos queda Asia, pero, igualmente, las estrellas que consiguen éxito internacionalmente son pocos, y en casos como China, que ha sustituido a Hong Kong como la fábrica de cine marcial, no suelen salir demasiado de su país o de Asia, siendo difícil encontrar buenos títulos que podamos disfrutar en cualquier país, sobre todo en España. Pero eso es un tema que dejaremos para otro momento…

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