El pasado estreno de la serie Warrior devolvía a la actualidad televisiva a Bruce Lee. El origen de esta serie, de las mejores del año junto a Cobra Kai, está en 1971, cuando el Pequeño Dragón volvía de la India tras intentar poner en marcha The Silent Flute (que sería rodada tras el fallecimiento de Bruce como El Círculo de Hierro) y presentó a Fred Weintraub, en aquel año jefe de la división de películas de Warner, un proyecto titulado The Warrior. La idea era realizar una serie ambientada en el Salvaje Oeste, en 1860 concretamente, donde un experto en Kung Fu llegaba tras asesinar a quien no debía, enfrentándose a los vaqueros y sus revólveres con un junco de bambú. ¿Qué ocurrió después? ¿Por qué y cómo terminó convirtiéndose en Kung Fu, con David Carradine? ¿Hay algo de esta mítica serie en la versión de Cinemax? En las siguientes páginas vamos a conocer la historia de los escritos de Bruce, de Kung Fu y de Warrior, un viaje a la gestación de dos series con un mismo origen.
EL ORIGEN DE KUNG FU
La idea respondía a una pregunta de Bruce. ¿Cómo mostrar toda la violencia y acción de forma justificada? Llevando la historia al Salvaje Oeste, un período violento donde la ley del revólver es la única ley. Además, serviría para mostrar diferentes aspectos de la cultura china, extrapolando las dos sociedades norteamericanas. Tras presentar el proyecto a Weintraub, éste le presentó al encargado de la división de televisión de la Warner, Tom Kuhn. Mientras preparaban el proyecto, uno de los alumnos de Bruce, el guionista de Stirling Silliphan, le propuso participar en otro proyecto, Longstreet. Es un tema para otro momento, claro está.
Tras la serie, donde Bruce participó en el piloto y en dos episodios más, el Pequeño Dragón se embarcó en el rodaje de Karate a Muerte en Bangkok (1971) y Furia Oriental (1972), esperando a que el proyecto de The Warrior se iniciase, algo que él mismo pensaba que no ocurriría como declararía en la famosa Entrevista Perdida que le hizo Pierre Berton el 8 de diciembre de 1971 ya que sabía que el racismo en Estados Unidos impediría que un chino (a pesar de haber nacido en San Francisco) protagonizase una serie norteamericana, y teniendo además los precedentes del horrible trato que la Warner le había dado anteriormente.
Y es que el denominado whitewashing no es algo actual, y si lo sumamos a la época de la que hablamos, es indudable que el resultado sólo podría ser la negativa de Warner a que Bruce la protagonizase. A pesar de ello, el proyecto gustaba y el productor Fred Weintraub estaba preparando una película de artes marciales titulada The Way of the Tiger, The Sing of the Dragon, para el que había pagado 3800 dólares a los guionistas Ed Spielman y Howard Friedlander para desarrollar la idea del largometraje. Weintraub creía en el potencial del cine de Kung Fu, gracias a Sy Weintraub (sin relación con Fred), productor de algunas películas de Tarzán así como de la serie sobre el mismo personaje de 1966-1968, y, sobre todo, estudiante de Bruce Lee, presentando al Pequeño Dragón y a Fred, quien nada más conocerle vio que era el adecuado para el papel. Aquí tengo que hacer una pausa para hablar de los guionistas, Spielman y Friedlander. El primero descubrió Asia y su cine gracias a Akira Kurosawa y su Los Siete Samuráis (1956) comenzando a estudiar la cultura asiática, como el idioma chino e incluso Karate y Kung Fu. De esta forma comenzó a escribir una historia sobre el famoso ronin Miyamoto Musashi donde visitaba el famoso templo Shaolin, conociendo a un monje que le enseñaría Kung Fu.
Pero este proyecto no era más que un borrador, y cuando Spielman habló de esta idea con su amigo Friedlander, fue éste quien pensó en usar al maestro Shaolin en algo con toques de western. Spielman modificó el personaje, convirtiéndolo en medio chino y medio norteamericano. Este proyecto llegaba así a manos de Fred Weintraub, pero Spielman quería a James Coburn, también alumno de Bruce, como protagonista, pero al estar Weintraub como productor y querer al Pequeño Dragón, comenzó a moverse, uniendo así la idea de Lee de The Warrior con la que terminaría siendo Kung Fu. Rodar la película no era posible, pero Weintraub contactó con el mencionado al principio Tom Kuhn para transformarla en una serie de televisión, mostrándole el guion, que le encantó tanto a Kuhn como a la Warner y al canal ABC, anunciando el proyecto como algo real el 22 de julio de 1971. Otro de los problemas para que Bruce la protagonizase era el idioma, según Kuhn, que declaró que el acento de Bruce no le ayudaba a que se le entendiese, algo absurdo si has oído al Pequeño Dragón en versión original.
Por ello se barajaron los nombres de Mako (El Yangtsé en llamas) o George Takei (Star Trek), pero se descartaron por el acento y por el físico alejado del de héroes de acción. Dos semanas antes de rodar encontraron a David Carradine, por lo que cualquier esperanza de que The Warrior se respetase con Bruce, desapareció, a pesar de que el CEO de la Warner, Ted Ashley, veía potencial en Lee y le propuso desarrollar su propia serie, al margen de Kung Fu, un mes antes de comenzar el rodaje. De esta forma retomaba su idea original, con Ah Sahm viajando por el Salvaje Oeste y ayudando a la comunidad china, explotada por las bandas Tongs. ¿Te suena de algo? De esta forma podemos ver que realmente Bruce no creó el concepto de la serie Kung Fu, si no que era una amalgama de ideas de un proyecto anterior, modificado por la Warner y tomando elementos de la idea de Bruce para convertirse en Kung Fu, una serie mítica donde las haya a pesar de los pesares, sobre todo a nivel marcial, por los nulos conocimientos de David Carradine sobre todo. De las coreografías se encargaron Kam Yuen y David Chow.
Yuen es un experto en Kung Fu, estilos Shaolin y Mantis, además de Tai Chi, Chikung y Feng Shui. Nacido en Hong Kong pero criado en Estados Unidos, es un eminente quiropráctico con escasa presencia en el cine, siendo el profesor de Carradine. Por su parte, Chow es un actor y bodybuilder que consiguió el título de Mr. Hong Kong, además de estudiar diversas artes marciales como Kung Fu y Judo. Fallecía el 10 de julio de 2007, dejando como legado una fundación de caridad. En la parte de especialistas, hay que destacar la presencia de James Lew, Gene LeBell o el también director Craig R. Baxley, mientras que entre los actores que aparecieron en los diferentes capítulos tenemos nombres como los de James Hong, Keye Luke, John Fujioka, Leslie Nielsen, Soon-Tek Oh, Nancy Kwan, Mako, Harrison Ford, Pat Morita, Don Johnson o Dan Inosanto, a pesar de haberle buscado en varias fuentes sin éxito, pero sí se le nombra en algunos sitios.
WARRIOR
Cuando el director y productor Justin Lin presentó su compañía, Perfect Storm Entertainment en su búsqueda de producciones televisivas, leyó algo respecto a los apuntes de Bruce sobre The Warrior, por lo que se puso en contacto con Shannon Lee para ver esos apuntes. Ocho páginas de las toneladas de apuntes del Pequeño Dragón desarrollaban la historia de Ah Sahm, por lo que llevó esos papeles al canal Cinemax, que enseguida dio luz verde al proyecto, sumándose en creador de la fabulosa serie Banshee, Jonathan Trooper.
Se eliminó el artículo al título, quedándose en Warrior y con Shannon a bordo como productora, comenzó el desarrollo de la serie, incluyendo el casting. El protagonista escogido fue el británico y japonés Andrew Koji, con conocimientos de artes marciales previos (esta vez sí) y que había trabajado como especialista además en Fast & Furious 6, a las órdenes de Lin. Ah Sahm es un experto en Kung Fu que llega a San Francisco a finales de 1800, metiéndose de lleno en las guerras Tong mientras busca a su hermana. Los puntos en común con Kung Fu no son demasiado numerosos, lo mismo que ocurre entre la idea de Bruce y la que Spielman desarrolló. Lo que está claro es que mientras que la serie con Carradine mostraba un personaje calmado y alejado de la violencia, en Warrior tenemos lo contrario, un personaje que sabe que la violencia campa a sus anchas en el mundo, y que tiene que usarla cuando es necesario.
Está claro que la presencia de Trooper aportaría ese mundo oscuro y salvaje, tal y como veíamos en Banshee, y al ser pocas páginas las que esbozó Bruce, al menos la mezcla se presentaba explosiva. Las ideas de Bruce traían un personaje como el que interpreta Koji. En su contra, el personaje de Kwai Chang Caine era más pacífico, con esa idea occidentalizada de la mística del Templo Shaolin de Spielman. Esta diferencia es sustancial, ya que a pesar de toda la gestación de Kung Fu, como hemos visto al principio, nos ofrecen, al fin y al cabo, dos productos con un origen común pero muy diferentes. En los setenta, el impacto de la serie con Carradine fue tremendo, pero muchos de sus conceptos son difíciles de extraer en una serie actual. No obstante, también tienen enfoques diferentes, ofreciendo algo diferente. Warrior no aspira a ofrecer una imagen bonita de China, o del Kung Fu. Lo que quiere es ofrecer una historia dura, sucia, oscura y, como he dicho ya antes, violenta, donde las mafias campan a sus anchas en una ciudad nueva, llena de inmigrantes.
De esta forma, establece un universo muy rico, con numerosos personajes con sus propias subtramas, mientras acompañamos a Ah Sahm desde su llegada en barco, los primeros contactos y cómo su vida se convulsiona en un mundo tan brutal como el que vive. La trama de la búsqueda de la hermana se cierra enseguida (no son spoilers), para convertirse en un personaje muy importante en la trama, junto al resto de líderes de Tongs, los mongoles, el politiqueo, el racismo, las relaciones entre padres e hijos, la policía o los irlandeses. Todos ellos van dando forma a una espectacular serie que ya ha rodado, o está a punto de terminar, de rodar su segunda temporada. Creo que, con lo dicho hasta ahora, podemos hacernos una idea de su historia. Prefiero no entrar en muchos detalles con cada subtrama, ya que están muy bien construidas, algunas de ellas enlazadas, en un prodigio de guion. Entrando en el terreno del reparto, mientras Kung Fu tenía a Caine de prota, viajando y con escasos personajes secundarios más allá de los episódicos, aquí tenemos ese universo con Koji a la cabeza, que cumple y con creces. Resulta muy convincente a pesar de cierta inexpresividad, pero viene más con el personaje.
Además, en el terreno marcial, al margen de su experiencia previa, pero se ha tomado muy en serio su entrenamiento previo. Se nota mucho el homenaje a Bruce Lee, ya que iba a ser quien lo hubiese encarnado originalmente. Koji se coloca en numerosas veces en posturas míticas del Pequeño Dragón, incluyendo la posición de los dedos de las manos cuando está en guardia. No entra en la mera repetición ni clonación, aunque ciertamente se ha convertido en el último clon a añadir a la lista, consigue ir más allá y convertirlo en un homenaje a Bruce pero con personalidad propia. Junto a él, Jason Tobin como el Joven Yung, hijo de un jefe de Tong que se convertirá en su mejor amigo, introduciéndole en el submundo criminal. Dean Jagger es el líder del frente irlandés, una mala bestia muy peligrosa. Dianne Doan se encarga de Mei-Ling, hermana de Ah Sahm, cuya mano derecha es Joe Taslim, que casi consigue hacer sombra a Koji. Kieran Bew es el inspector O’Hara y Tom Weston-Jones es su compañero, Lee.Hoon Lee, actor y especialista, es Wang Chao, un elemento muy importante dentro de las guerras Tong, un personaje ambiguo.
También podemos ver a Dustin Nguyen, pero su personaje va creciendo a lo largo de la temporada, tímidamente, pero con pinta de ser muy importante en la segunda. Olivia Cheng es Ah Toy, una madame de un burdel que ayudará a Sahm, mientras que Joanna Vanderham se encarga del componente romántico del protagonista, Penelope Blake. En el apartado marcial, con Brett Chan a la cabeza, no podemos tener la más mínima queja. Mezcla diferentes estilos marciales, con el Jeet Kune Do a la cabeza, pero teniendo en cuenta las habilidades necesarias para los personajes y las de los actores, siendo la propia coreografía parte de la personalidad de cada uno de ellos. El mayor peso lo lleva casi toda la serie el protagonista, pero vamos viendo a otros personajes pelear, dejando claro que es una serie de artes marciales. Ya en su último tramo, Joe Taslim coge peso, como Nguyen, ofreciéndonos algunos momentos épicos.
Además, podemos disfrutarlos todos bien, con Chan además como director de la segunda unidad o unidad de acción, encargándose de las secuencias de lucha con muy buen ojo. En resumen, una serie estupenda, con buenos personajes, buenas historias y muy buenas secuencias de artes marciales, alejadas de los cables y las exageraciones. No puedo dejar de mencionar algunos guiños que hay respecto a Bruce Lee, al margen de la mencionada imitación/homenaje que hace Koji. La historia transcurre en San Francisco, ciudad natal de Bruce, tenemos a un personaje llamado Bolo, interpretado por Rich Ting, experto en Taekwondo, Penelope Blake es rubia y tiene una historia de amor con Sahm, como Bruce y Linda, O’Hara, el inspector de policía que lleva el nombre del malvado Bob Wall de Operación Dragón, el Joven Yung es de Foshan, de donde era originario Yip Man (ahora Ip Man), maestro de Wing Chun de Bruce. Habrá muchos más, pero es una muestra de que los creadores de la serie tienen a los fans de Bruce Lee en mente.
No es nada fácil comparar Kung Fu con Warrior, ya que son series muy diferentes. En su momento, la de Carradine hizo historia, aportando un personaje mítico de la cultura popular. Era una época diferente en cuanto la forma de mostrar las artes marciales y la violencia en el cine y la televisión. Ahora es Warrior la que ofrece acción acorde a sus creadores y a esta época. Personalmente prefiero la de Koji, por el tipo de historia y demás, incluyendo los verdaderos artistas marciales que trabajan en ella, a pesar de las presencias que decía al principio en Kung Fu.
Que nos decantemos hacia una u otra, intentando dejar al margen la nostalgia, no desmerece a ninguna de las dos. Al final ganamos todos pudiendo ver ambas series, un clásico y, posiblemente, un clásico moderno.