Siempre hablamos de que el cine marcial occidental es norteamericano, pero ya hemos visto en esta misma revista que existen otras cinematografías con este tipo de cine, y el francés es sin duda el que más títulos nos ha ofrecido, a pesar de que en ocasiones parezca norteamericano gracias a Luc Besson y películas como la saga de Transporter o El Beso del Dragón.
Pero hay más títulos de este género al igual que el arte marcial francés, el Savate, ha tenido presencia en diversas películas. Durante este artículo veremos tanto producciones francesas como de otros países, con y sin Savate, redescubriendo así títulos altamente recomendables para continuar ofreciéndote un repaso al cine marcial internacional y por estilos de lucha. Así que prepárate para una nueva ración de puñetazos y patadas con sabor francés.
CHRISTOPHE GANS Y MARK DACASCOS
En octubre de 2002, en mi añorado fanzine Ronin, publicaba un artículo sobre cine marcial francés gracias a los numerosos estrenos de este género y país. Ahora, 17 años después (ufff, cómo pasa el tiempo), Francia ha demostrado poder ofrecer títulos de gran calidad, aunque haya bajado algo el número de producciones. En estos 17 años hemos tenido muchas más películas con artes marciales y el arte marcial francés por excelencia, el Savate ha tenido también diversas apariciones. Es difícil saber cuál fue la primera producción francesa de este género, o la primera que usó el Savate, pero en las siguientes páginas hablaré de títulos altamente recomendables, muchos de ellos con aspecto hollywoodiense, pero de nacionalidad francesa.
1995 podría ser el año del pistoletazo de salida, o al menos dentro de las recomendaciones que te hago. Crying Freeman. Los paraísos perdidos fue la puesta de largo del director Christophe Gans, que tras el cortometraje Silver Slime (1981), un homenaje al giallo italiano, y un segmento del film Necronomicon (1993), se lanzaba a adaptar el mítico manga japonés en una coproducción entre Francia, Japón, Estados Unidos y Canadá con Mark Dacascos de protagonista. Una historia que enfrentaba a la mafia china contra la japonesa, rodada en Canadá y que llegaba a los cines españoles en julio de 1996, tras tener dos adaptaciones hongkonesas en 1990 con A Killer’s Romance y The Dragon from Russia. Una puesta en escena heredera del cine balístico de John Woo, con elementos del cómic original y de su adaptación animada al anime, e incluso vistos en alguna de las adaptaciones anteriores, con un Mark Dacascos pletórico, fabulosas escenas de acción y donde además Dacascos conoció a la que hoy sigue siendo su mujer, la actriz Julie Condra.
Curiosamente el papel de Yo Hinomura iba a ser interpretado por Jason Scott Lee (Dragón. La Vida de Bruce Lee), pero su contrato con Universal le impidió ser Freeman. Anecdóticamente, la voz de Condra fue doblada el inglés por la actriz Deborah Kara Unger, y la de Tchéky Karyo por Ron Perlman, motivo por el que aparecen ambos en los agradecimientos. La película contiene secuencias maravillosas, con el toque a lo John Woo que transforma la película en un deleite audiovisual lleno de tiroteos, explosiones y magníficas secuencias de lucha coreografiadas por el propio Dacascos, sobre todo la secuencia final. La belleza de la película es deudora del propio manga e incluso de las adaptaciones anteriores, repitiendo planos, pero dándole ese halo internacional y exportable que la han convertido en un título de culto.
No puedo terminar de hablar del film recordando esa maravillosa banda sonora y el trabajo de Karyo, Byron Mann, Yôko Shimada y Masaya Katô. Una atmósfera casi fantástica, una historia de amor y acción magistral. El éxito internacional llevó al director a dirigir un auténtico blockbuster francés, El Pacto de los Lobos (2002) donde incorporó de nuevo a Dacascos en una mezcla de géneros como el cine de época, de aventuras y de acción contando además con un gran presupuesto y un elenco de excepción, con Samuel Le Bihan y Vincent Cassel a la cabeza además de la aparición especial de la bellísima Monica Bellucci. Y Dacascos, claro.
Una extraña criatura asesina sin piedad en la región de Gevaudan, por lo que el rey envía a Grégoire de Fronsac, acompañado de su amigo indio nativo americano Mani para descubrir quién o qué está detrás de los asesinatos. Conspiraciones palaciegas, terror y artes marciales para una larga (casi dos horas y media de película) para otra muestra del talento del director a la hora de ofrecernos acción. Se basaba en un suceso real acaecido entre 1764 y 1767, mezclando intrigas políticas con la aventura, el drama y las artes marciales. Este último elemento es el más que choca, con Dacascos interpretando a un mohawk experto en Kung Fu. Y digo Kung Fu ya que el coreógrafo es Philip Kwok (Hard Boiled), toda una leyenda del cine hongkonés, asistido por uno de sus colaboradores habituales, Yueng Tak Ngai. Esto hace que la película nade entre el cine clásico y el de Hong Kong ofreciendo un espectáculo visual impresionante. Dacascos está fantástico, como siempre, dejándonos secuencias de lucha espectaculares. Las influencias de Gans a nivel asiático tienen a Chang Cheh o a John Woo como principales, usando al montador David Wu (La Furia del Tigre Amarillo) o un arma vista en la película mencionada de Wu, esa espada de hueso con cadena en la secuencia final. Dos horas y veinte minutos impresionantes.
Mientras Gans continúa preparando la adaptación del cómic de Hugo Pratt, Colto Maltese, que lleva anunciando desde el 2001, de nuevo con Dacascos (paralizada en varias ocasiones, una de ellas a principios de este año por la muerte del productor Samuel Hadida), Mark ha rodado una serie en Francia, The Way, imposible de encontrar exceptuando su primer episodio, de tan sólo diez minutos. Ninjas y policías para una producción que promete y que espero que algún día se pueda ver. En ese primer episodio, Dacascos no pelea, y sale sólo en la secuencia final, pero las peleas tienen muy buena pinta.
FACTORÍA BESSON
Si se habla de cine marcial francés, hay que hablar de uno de sus mayores impulsores, el productor, director y guionista Luc Besson. Su primer acercamiento al tema marcial fue en Taxi 2 (2000), con la incorporación de ninjas en la trama de esta comedia de acción interpretados por un grupo de jóvenes que un año después, el propio Besson les daría una película como protagonistas. Estoy hablando de los Yamakasi, expertos en Parkour, el sistema de desplazamiento acrobático creado por David Belle. Besson les descubrió, y aunque Belle, miembro original del grupo, se separó por diferencias creativas con el productor, volvería a colaborar con él, pero de eso te hablaré más adelante ya que a pesar de todo, incluso los Yamakasi protagonizarían otro film sin Besson a bordo. En el 2001, el productor uniría fuerzas con Estados Unidos para ofrecernos la que es sin duda la mejor película de Jet Li en occidente, El Beso del Dragón. Con un guion del propio Besson con su inseparable Robert Mark Kamen, nos presentaba a un policía chino en París víctima de una conspiración. Junto a Li, Bridget Fonda (que curiosamente protagonizó el remake del film de Besson, Nikita, dura de matar), Tchéky Karyo y Cyril Raffaelli, uno de los gemelos rubios, experto en artes marciales y Parkour y que ya había participado en Taxi 2. Contó con el gran Corey Yuen como coreógrafo, además de tener a su equipo de especialistas para ofrecernos una estupenda película repleta de la mejor acción.
Podemos ver referencias a películas como Furia Oriental (1972) o The Street Figher (1974) de Sonny Chiba y a otros films del propio Besson. La unión con Corey Yuen llevó a que, en 2002, de nuevo con un guion de Besson y Kamen, comenzase la saga de Transporter, otra co-producción con Estados Unidos y que sería el lanzamiento como héroe de acción de Jason Statham. Yuen se encargaría de co-dirigirla y coreografiarla y junto al británico, la estrella hongkonesa Shu Qi. Todo un bombazo taquillero y la mejor de la saga, que contaría con dos secuelas, una precuela y una serie de televisión. La segunda parte llegaría en 2005, la preferida de Statham, pero que personalmente veo inferior a la original. Corey Yuen pasaría a ser director de segunda unidad y coreógrafo, con Cyril Raffaelli ayudándole en las escenas que se añadieron. La tercera entrega llegaría en 2008, con Corey sólo como coreógrafo y la despedida de Statham como este Frank Martin. Las coreografías en las dos secuelas son buenas, con secuencias algo repetitivas y sin lograr el impacto de la primera parte, pero sin duda dejaban claro que el cine francés comercial no tenía nada que envidiar al norteamericano.
La precuela, Transporter Legacy (2015), sustituía a Statham por Ed Skrein, o mejor dicho, obligaba a sustituirle, ya que el actor se negó a repetir el papel. Se ignoró la trilogía original, y tampoco contó con Corey Yuen como coreógrafo, siendo el escogido Laurent Demianoff, hijo del pionero del Kung Fu en Francia, Georges Demianoff, aunque se usaron técnicas de Krav Maga y diversas artes marciales filipinas. Fue un fracaso y una demostración del cansancio de la saga, sobre todo si tenemos en cuenta que en 2012 se estrenaba una serie con Chris Vance como Frank. Repetía también François Berléand como el inspector Tarconi, componente cómico de la saga.
Dos temporadas con 24 episodios en total que iba bajando el nivel en cada episodio, a pesar de contar con Raffaelli como coreógrafo de algunos capítulos. Se incluían nuevos personajes como Dieter, el mecánico de Frank, o Carla, quien le manda los trabajos al protagonista. Pero los cambios sufridos de cara a la segunda temporada empeoraron la serie, terminando por ser bastante prescindible.
En el 2004 se inició otra saga, con dos entregas francesas y un remake norteamericano. Hablo de Distrito 13, con guion del propio Besson. Un policía y un criminal unirán fuerzas para neutralizar una bomba en un marco futurista donde los ghettos están separados de la capital con unos enormes muros. El policía está interpretado por Cyril Raffaelli, su primer papel protagonista, mientras que el criminal es el mismísimo David Belle. Estupendas peleas junto a espectaculares secuencias de Parkour, un entretenimiento coreografiado por el propio Raffaelli, que da rienda suelta a su talento en ambas facetas, apoyado por las acrobacias de Belle. Una buddy-movie al estilo de Hollywood que continuó en 2009 con el mismo equipo artístico y técnico, bueno, casi, ya que el director no es el mismo, pero el resultado, aunque algo inferior, mantiene bastante el tipo. En esta ocasión los protagonistas deberán enfrentarse a una guerra entre cinco bandas. En el reparto tenemos además a Elodie Young (la Elektra de la serie de Netflix de Daredevil) En el 2014 se estrenó la versión norteamericana, Brick Mansions (La Fortaleza), con Belle, pero sin Raffaelli, siendo sustituido por el fallecido Paul Walker, que, aunque estudió Jiu-Jitsu, Taekwondo, Jeet Kune Do y Eskrima, no tenía el nivel de Raffaelli y se nota en el resultado, una película entretenida pero que demuestra que el cine francés puede estar a la altura de las superproducciones de Hollywood, pero en muchas ocasiones, Hollywood no está a la altura de las expectativas.
Dejando estas sagas, tengo que volver a Jet Li, al año 2005, con otra absoluta maravilla escrita por Besson, Danny the Dog. Un comienzo que deja claro que veremos a un Li desatado, siendo precisamente ese el título original, Unleashed. Este trepidante inicio nos describe a los personajes, Bob Hoskins, un recaudador de deudas con un perro de ataque que interpreta Li, obligado a pelear y tratado como una bestia sanguinaria. Tras un combate ilegal donde Danny (Jet Li) gana, humillando a los organizadores, tanto su “dueño” como Danny serán tiroteados, y Danny irá al único lugar que conoce, un almacén donde conoció a un afinador de pianos ciego interpretado por el gran Morgan Freeman, quien le curará y acogerá en su casa, dándole a conocer un mundo repleto de música y belleza.
De esta forma podremos ver un Li que interpreta a la perfección un personaje lleno de contrastes pero que no podrá olvidar su origen cuando tenga que volver a enfrentarse a la violencia que fue su mundo hasta conocer Sam (Freeman) y a su hijastra Victoria. El mundo ajeno a la violencia es nuevo para Danny, ofreciendo un mundo muy diferente. Li interpreta a un personaje que es como un niño, sin saber qué es, por ejemplo, un helado. Estos momentos tras el tiroteo consiguen sacar oro puro de Li, totalmente alejado de los personajes que había interpretado hasta ahora.
El contraste entre ambos mundos enriquece enormemente la película, con un Danny que es como un niño excepto cuando su “tío”, le quita el collar, convirtiéndose en una bestia luchadora. El collar es lo que le une a ese mundo violento, el único elemento que le recordará su vida anterior que regresará con fuerza cuando Bart (Hoskins) regrese. Con coreografías del maestro Yuen Woo Ping, las peleas son brutales y espectaculares y con secundarios como Scott Adkins, Silvio Simac, Mike Lambert, Santi Sudaros o Kazu Patrick Tang en papeles de diferente importancia. Uno de los mejores trabajos dramáticos de Li escrito ex profeso por Besson para el experto en Wushu.
La siguiente producción de Besson con artes marciales fue El Portal del Guerrero (2016), co-producida con China y Canadá. Una película menor, debido sobre todo a esos puntos en común con El Reino Prohibido (2008), la unión de Jackie Chan y Jet Li. Una premisa similar, con un chico de nuestra época transportado mágicamente a una China llena de fantasía y Kung Fu. En su reparto, además del protagonista, en televisivo Uriah Shelton, tenemos una buena elección, con Mark Chao, Ni Ni, Francis Ng, Kara Hui (apellidada ahora Wai), Ron Smoorenburg, Dave Bautista y Sienna Guillory y con Tony Ling Chi-Wah como director de acción, en cuya filmografía podemos ver trabajos en el equipo de Yuen Woo Ping. La calidad de su trabajo es indudable, aunque la película no deja de ser un mero entretenimiento menor pero con una clara intención, demostrar el amor de Besson por el cine de artes marciales. Podría haber sido mejor, claro está, pero es recomendable para pasar un buen rato. Y de momento no hemos tenido más películas de artes marciales de este hombre orquesta, aunque sí nexos con el cine asiático, aunque es otro tema. Para terminar y dejar a Besson, quiero enfatizar que sus producciones, aunque francesas, se han unido a otros países, como acabas de leer.
OTRAS PRODUCCIONES FRANCESAS
He mencionado a los Yamakasi, cuya primera película tenía guion de Bessos, pero no mostraba artes marciales, siendo una comedia ligera que ponía en pantalla el Parkour. En 2004 rodarían su segundo largometraje, Los Hijos del Viento, o El Regreso de los Yamakasi, sin Besson, pero ofreciendo artes marciales. Una secuela que no era tal, ya que, aunque tenía al grupo de protagonista, interpretaban diferentes personajes que viajaban a Tailandia para enseñar a los niños Parkour, y terminando por enfrentarse a la Yakuza y la mafia local. Con un reparto completado por Elodie Young, y acción cortesía del hongkonés, Xin Xin Xiong, con sus cables bien usados. Una película muy entretenida que supo mezclar perfectamente el Parkour y el Kung Fu, además de toques de Muay Thai gracias a Seng Kawee. En ella también podemos ver a Santi Sudaros, actor que también apareció en Danny the Dog o en Samuráis (2002).
Es ésta última película otro de los títulos imprescindibles el cine marcial francés, una perfecta unión del cine de Hong Kong con los videojuegos. La historia nos presenta a un ser demoníaco en la época feudal japonesa que pretende renacer en la actualidad gracias a un videojuego. Una idea algo marciana pero que resulta sumamente entretenida gracias a una estupenda dirección de Giordano Gederlini y unas coreografías de Philip Kwok, el mismo de El Pacto de los Lobos. Visualmente es deudora del cine de Hong Kong, aunque tener además en el reparto al gran Yasuaki Kurata le da una potencia estupenda gracias al carisma del actor. Humor, toques de fantasía y mucha acción con secuencias de lucha de gran calidad. Personalmente, me parece una película a reivindicar, y que disfruté mucho con su estreno y visionado en cines en España. Un año antes tuvimos Vidocq (2001), film ajeno al género pero que contó con algunas secuencias marciales y basadas en las memorias del primer director de la Seguridad Nacional francesa. Misterio con un final engañoso, pero visualmente impactante. Un título prescindible dentro del cine marcial francés, pero sumamente interesante de ver.
En el 2003 se estrenaba Rencontre avec le Dragon, donde Cyrille Hertel entrenó al protagonista, Daniel Auteil para un drama de aventuras medievales donde el actor incluyó en la preparación del personaje tres horas diarias de entrenamiento. A pesar de no enmarcarse dentro del cine de artes marciales, es un buen trabajo de Hertel, un nombre a tener muy en cuenta a pesar de no haber tenido demasiada repercusión. Ese mismo año, Hertel coreografió al protagonista de El Pacto de los Lobos, Samuel Le Bihan, en Fureur, un drama con el mundo del Muay Thai de fondo en Paris acompañado de una historia de amor. Hertel que comenzó a practicar artes marciales con cinco años de edad, fue haciéndose un nombre como especialista y coreógrafo, dejando su impronta en films como Bloody Mallory (2002)
Brocéliande (2003), film de terror con leyendas celtas, contó con escenas de lucha coreografiadas por Daniel Herroin, campeón de Kung Fu en 1987 y que lleva desde 1988 coreografiando películas y series de televisión, siendo uno de los salvajes de El Pacto de los Lobos. Pequeñas muestras de talento marcial aquí y allá, sin dejar huella en el género. Puedo mencionar además una serie de televisión que nunca llegó a hacerse, Koan, pasando a formar parte de otra serie, Vertiges (2002) Lo que iba a ser el lanzamiento de Michaël Milon, campeón del mundo de Karate en 1994, 1996 y 2000, nunca llegó a materializarse al fallecer por sobredosis de cocaína en ese mismo año, u otra serie, MI6, otro proyecto para Milon con Alain Figlarz. De todas formas, los actores franceses como Raffaelli, que tantas veces he mencionado, no han tenido mucha suerte, ya que, a pesar de conseguir ciertos éxitos, ni Raffaelli ha conseguido alcanzar el estrellato, terminando como stunt, coreógrafo o secundario de lujo tras sus escarceos como protagonista.
SAVATE EN EL CINE
Este último bloque del artículo lo voy a dedicar al Savate, arte marcial francés que toma su nombre de un calzado típico naval que mezclaba técnicas callejeras a comienzos del siglo XIX tras ver los marineros franceses cómo los chinos usaban su Kung Fu para ganar a oponentes más grandes. Michel Casseux y Charles Lecour lo popularizaron, regulando sus técnicas en 1825 y se incorporó un bastón corto conocido como la canne en su arsenal.
No voy a extenderme en narrar la historia de este arte marcial, pero sí tengo que mencionar su presencia en diversos medios.
Podemos rastrearlo, por ejemplo, en los cómics de Marvel, con el personaje de Batroc el Saltador (interpretado en el cine por el campeón de UFC George Sain Pierre en Capitán América: El Soldado de Invierno), o en los de DC, con Nightwing definiendo su estilo como una mezcla entre Savate y Arnis, en los videojuegos The King of Fighters en el personaje de Ash Crimson, Tekken, con Katarina Alves usándolo o en el manga japonés Medaka Box con el personaje de Zenkichi Hitoyoshi. Hasta se menciona en el cómic de Tintín Vuelo 714 para Sidney, (1966) donde el Profesor Tornasol indica que en su juventud fue practicante. Si nos centramos en el cine, se puede ver en Arsène Lupin (2004), adaptación de la novela de Maurice Leblanc con Alain Figlarz como coreógrado, Les Brigades du Tigre (2006), adaptación de la serie del mismo título que se emitió de 1974 a 1983 y que llegó a verse en los televisores españoles en 1982, en Dans les cordes (2007), con Alain Figlarz coreografiando de nuevo. Y si nos fijamos en Estados Unidos, Gangs of New York (2002) contó con Dominique Vanderberg coreografiando el film y entrenando a Leonardo DiCaprio en este arte.
Pero si tenemos que mencionar un film de Hollywood, es indudable que, si hay uno que se titule Savate, es indispensable hablar de él. Producida por FM Entertainment Group, heredera natural de la Cannon en los noventa, nos presenta a Joseph Charlegrand, un francés en el Salvaje Oeste en busca del asesino de su mejor amigo y terminará, además, ayudando a unos colonos. Hay fuentes que indican que se basaba libremente en Joseph Charlemont, considerado uno de los mejores luchadores de Savate, que ayudó a difundir el arte ganando incluso a boxeadores norteamericanos.
Para protagonizarla se contó con Olivier Gruner, que contaba sólo con dos títulos anteriores, su magnífico debut, Angel Town. Distrito sin ley (1990) y Némesis (1992), la película de culto de Albert Pyun (Cyborg), fue además coreógrafo, junto al director, Isaac Florentine (Invicto II) y Hien Nguyen (Power Rangers), ayudados por Akihiro Noguchi (Ninja) y Koichi Sakamoto (Fatal Blade), siendo estos tres últimos colabores de Florentine en su paso por las diversas series de Power Rangers. Además contó un con reparto que incluía a Marc Singer (El Señor de las Bestias), Ian Ziering (Sharknado), Ashley Laurence (Hellraiser), Donald Gibb (Contacto Sangriento) y James Brolin (Almas de Metal) o al griego Takis Triggelis como Philippe, el amigo asesinado del protagonista. Takis es experto en Taekwondo, Kickboxing y Thai Boxing y aunque tiene pocas películas a sus espaldas, se le ha podido ver en The Quest (1996) y Soldado de Fortuna (1998) junto a Van Damme. Desarrolló en Estados Unidos el sistema Q-Power, aunque se estableció posteriormente en Munich para dar clases.
También podemos ver a Nguyen como un luchador chino, y a Sakamoto como el indio comanche. La película, co-escrita por el propio Florentine, mezclaba el western con el cine de torneos de lucha, donde competirá Charlegrand para ayudar a los colonos que le acogen y curan al principio del film. Florentine aún no era el director que es actualmente, pero aquí ya demostraba su buen hacer en las secuencias de lucha, realistas y sin exageraciones. Podemos ver una excelente muestra de diferentes técnicas de Savate y de otras artes marciales, incluyendo en el villano que interpreta Singer, experto en Hung Gar Kung Fu, un dato que no demasiada gente conoce. Capoeira, Wrestling y Kung Fu son los que mayor presencia tienen, además del Savate. Curiosamente podemos ver cierta influencia o coincidencias con La Furia de Chicago (1980), de Jackie Chan en el torneo que se puede ver casi a la hora de comenzar el film con el tipo de luchadores que compiten. Un guion bastante tópico pero que funciona perfectamente en una producción de serie B altamente recomendable.
¿Tendremos Savate en nuevas películas? Parece que el cine marcial se ha olvidado de este estupendo arte marcial, pero espero que podamos disfrutar de sus técnicas en nuevas producciones.