Un miembro de la Comunidad Dragonz a raíz del lanzamiento de la serie “Cobra Kai” me sugirió hacer un reportaje sobre los Bonsai, ya que a él le habían influido bastante ¿porqué no lo haces tú? le sugerí, y el resto…
¡es historia!
Corrían los años ochenta y yo devoraba las conocidas como “películas de Chinos”. Era en realidad cine de acción y artes marciales, pero todavía no lo sabía.
En aquel momento entró en escena una película que influyó mucho en mi generación y que nada parecía tener en común con el cine llegado de oriente en la que además se mostraba algo llamado “bonsái” que era un arbolito muy pequeño que, como por arte de magia, podía vivir en una maceta: “Karate Kid”. En su tercera entrega los protagonistas abren una tienda de bonsáis cuyo nombre da título a este artículo. La saga continua ahora con una serie muy bien realizada que se puede ver on-line en YouTuBe Red llamada “Cobra Kai”, en la que Daniel Sam regala bonsáis a sus clientes (cambió de negocio). Hoy hablaremos sobre bonsáis.
La saga nos presentó al bonsái en un cuartito mal iluminado donde el señor Miyagi ejercía labores de mantenimiento. Esta presentación es la que hace que la mayoría de la gente tenga la conciencia de que son “de interior”, lo que lleva a regalar bonsáis económicos comprados en grandes superficies y que al carecer de un mínimo cuidado perece al poco tiempo.
Como planta que es, el bonsái necesita al menos tres cosas: sol, tierra y agua. Sí, lo has descubierto, uno de los secretos es que el sol incida sobre él directamente y que no le falte agua. Pero vamos a hablar de los beneficios que reporta tener un bonsái en casa. Bonsái es una palabra japonesa que se traduce como “planta en bandeja” o “cultivo en maceta”. Es por tanto la unión racional entre el árbol y la maceta. Deben complementarse y no destacar uno sobre el otro, sino que deben contemplarse en armonía. Cuando el arbolito está siendo preparado para ser un bonsái, pero aún no está en maceta se le denomina pre-bonsái. También se usan especies de arbusto, para aprovechar sus hojas más pequeñas que hacen más creíble el bonsái.
Para que sus cuidados nos sean más fáciles os recomiendo informaros sobre la especie que será más fácil cultivar en nuestras latitudes con las características específicas de nuestro clima. Siempre será más fácil una especie autóctona o de características similares a estas. Será complicado para un no iniciado mantener saludable una planta que vive en clima tropical en un lugar que está bajo cero en invierno. Es como comprarse un perro pastor alemán porque nos gusta y tenerlo todo el día encerrado en un piso de cuarenta metros porque nos llevamos todo el día trabajando fuera. Es un ser vivo, no hay perder esto de vista. Por tanto, es una responsabilidad. Esta responsabilidad crea interacción. Esta interacción crea un vínculo con la naturaleza.
El simple hecho de regar y mirar el árbol. Comprobar que todo sigue igual, que no ha habido cambios. O comprobar los cambios que está habiendo dependiendo de la estación. Esto crea una armonía espiritual en la que la mente se silencia y logramos el equilibrio en un tiempo récord. Lo que se tarda años en conseguir mediante meditación y práctica continuada de alguna disciplina marcial se logra mucho antes por este método. La velocidad con la que conseguimos entrar en ese estado contemplativo contrasta radicalmente con los tiempos en que se miden los cambios en el árbol.
Al margen de la especie elegida y del estilo del bonsái que tengamos, cada cambio que queramos hacer en la planta tiene una época concreta en la que hacerse y una duración mínima. Quizás con un ejemplo lo veáis más claro. Tengo un ejemplar al que, siguiendo las directrices estéticas del bonsái, queremos injertar una rama en determinada zona. Al margen de lo meditado de la operación y de necesitar tener los conocimientos para realizarlo, debemos tener en cuenta que ha de realizarse en un momento muy concreto de una determinada estación. Aunque el momento sea más o menos genérico, cada especie tiene particularidades y hay excepciones que confirman la regla.
Podemos pensar la posibilidad de pensar realizar el injerto un mes después de la fecha correcta, con lo que nos quedan por delante once meses de cuidados para que esté perfecto de salud en el momento que vamos a acometer la operación. Si, por motivos ajenos a nuestra voluntad, se nos pasa la fecha sin injertar deberemos esperar otro año más. La conciencia de estos tiempos genera una soberana paciencia. Serían impensables sin aceptar los beneficios anteriormente mencionados con la simple interacción con la naturaleza. Se crea una simbiosis. Nosotros le mantenemos saludable y nos devuelve paz y armonía.
La paciencia, la paz, la armonía, la bondad que desprende el maestro de Karate de la saga de cine, la desprende también el bonsaista. El señor Miyagi. Hace constantemente símiles entre el cultivo del bonsái y la práctica de karate. Porque el bonsái, como el karate, son para toda la vida. Son, por tanto, complementarias a la filosofía budo en la que se busca ser la mejor versión de uno mismo.
Una vez comprendido esto, y teniendo una mínima base de conocimientos de cultivo, sería el momento apropiado para comenzar a crear nuestro propio bonsái. Aquí, creo yo, es donde radica el sumun del bonsaista. No se necesita ser experto. Se aprende, como a todo en la vida, a medida que se va necesitando. Lo primero que debemos tener en cuenta es si partimos desde la semilla, desde plantón de vivero, desde esqueje, acodo, acodo aéreo o yamadori.
Semilla. Al sembrar la semilla con la intención de hacer un bonsái debemos tener en cuenta varios aspectos. No todas las semillas germinan. Pueden no llegar a buen puerto por no superar inclemencias o fallos de cultivo. Llevar una semilla a árbol evidentemente es el camino más largo, pero también el que más cariño y alegrías nos reportará. Puede, al ser de este modo, guiarse desde siempre a ser el bonsái del estilo que deseemos.
Plantón de vivero. El plantón nos permite hacer casi cualquier cosa con él. Es el momento en que el arbolito que viene de una semilla empieza a ser tratado como pre-bonsái. Hay especies muy complicadas al tener las raíces muy delicadas.
Esqueje. El esqueje es una forma de reproducción vegetal que se da en la mayoría de los árboles y arbustos, pero no en todos. Consiste en cortar una rama y sembrarla tal cual. Nos puede parecer un mejor método porque acelera el proceso de creación de madera al tenerla ya. Existen diferentes métodos de intentar conseguir un mayor porcentaje de éxito en esta técnica que está lejos de ser el 100%. Hormonas enraizantes son muy usadas en este sentido, pero el origen de dichas hormonas difiere mucho en cada método. Es importante saber que la especie que queremos reproducir por este método es plausible o perderemos el tiempo.
Acodo. Algunas especies tienen la facilidad de echar raíces nada más tocar el suelo. Para realizarlo basta con enterrar un pequeño tramo de una rama flexible que llegue al suelo dejando el extremo de la rama al aire como nuevo árbol. La parte que se soterra lleva un pequeño corte en la parte inferior para facilitar la creación de nuevas raíces. Es un método muy seguro, ya que en el hipotético caso que no funcione el enraizamiento, la rama que pretende ser un nuevo árbol se sigue alimentando por el tronco al que pertenece así que no perecerá.
Acodo aéreo. En este caso, es hacer artificialmente el modo anterior en la parte que más nos convenga. Se hace un corte, en este caso circular que rodea al tronco y se utiliza un sistema parecido para generar raíces al del esqueje. Es un método diferente al esqueje y muchos neófitos confunden los tratamientos. Existe el problema de profundizar demasiado el corte y que la rama muera, o quedarse corto con lo que no se crearán raíces.
Yamadori. Conocido en la película que da origen a este articulo como bonsái natural, es ilegal en España su recolección. Sería saquear el campo. Hay formas legales de hacerlo, pero no en el campo. Quizás en una cuneta. Al margen del origen es muy complicado de mantener. La gran mayoría de ellos perece al meterlos en una maceta. Necesitan años de adaptación a la maceta antes de tan siquiera pensar en modificar algo…
Una vez elegido el método que emplearemos para crear nuestro bonsái elegiremos el estilo y marcaremos las pautas para crearlo mediante la poda, el alambrado y el trasplante.
La poda. La poda de la parte aérea para su diseño es una poda de selección en la que tan solo se permiten las ramas que crean el diseño y alguna otra para fines de cultivo. La poda de mantenimiento se realiza para mantener la forma dada. La poda de raíces se hace durante el trasplante. Es muy importante aprender a hacerlo de forma correcta porque tan solo se tiene acceso a las raíces durante el trasplante. Es lo más estresante para la planta. Es muy necesaria o las raíces tomarán la maceta y el árbol morirá. Un trasplante tan solo se puede hacer cuando la planta está sana o no lo soportará.
El alambrado. Las formas sinuosas de muchos bonsáis no son casuales sino provocados por el hombre imitando la naturaleza. Dependiendo de la rama o el tronco a mover se usan diferentes calibres de alambre. Este se coloca en espiral alrededor de la corteza y se gira el tronco a la posición deseada quedando en ella por la presión que ejerce el alambre. Aunque pueda parecer algo salvaje desde fuera, no nos parecerá tan salvaje cuando entendemos que es exactamente lo mismo pero opuesto a los arboles jóvenes que se atan a un palo para que no se giren durante su crecimiento y crezcan rectos. Pues lo mismo, pero al revés.
El trasplante. En el bonsái es muy importante la parte de la raíz que engarza con el tronco. De hecho, se cultiva de forma que tenga una parte de raíces poderosa.
Da la impresión de antigüedad y fuerza en el árbol. Mediante los trasplantes anteriores a la maceta definitiva se busca que las raíces consigan la forma deseada y que el árbol ensanche como queremos. Existe el cultivo en el suelo, el cultivo en coladores, en macetas de entrenamiento y en maceta definitiva. En todos ellos, el trasplante es muy importante.
Nuestro diseño. Ya tenemos nuestro diseño, hemos usado el modo que queríamos y hemos podado, alambrado y/o trasplantado. Pues a partir de ahora empezamos a trabajar el bonsái para que tenga la forma deseada. Pero es un ser vivo. Envejece con el tiempo. Florece, se le caen las hojas, da fruto, tiene brotes nuevos, etc. Es como la vida misma, por muy parecidos que sean los días, cada día es diferente. Cada bonsái creado es un proyecto y en la vida se tiene más de un proyecto.
Se convierte en algo que forma parte de nuestra vida. Hasta un punto que quizás la muerte os haga entender. Dicen que los perros se parecen a sus dueños. Cuando fallece un ser querido que tenía mascota, normalmente hacernos cargo de la mascota es una forma de quedarnos con una parte suya que sigue viva. Cuando lo que heredamos son plantas también.
Es algo que parece permanecer más en el mundo vegetal que en el animal, porque el animal se acabará haciendo a nosotros. Pues si una maceta de geranios nos teletransporta durante su riego a la sensación de compartir el riego con el ser querido, en un bonsái se hace mucho más profundo. La conexión entre una persona y su bonsái, se puede heredar. De hecho, en caso de no creerse capaz de cuidarlos como debemos, los donaremos a quien creamos que sí. Pero internet ha cambiado esto.
Al margen de los grupos y asociaciones de aficionados al bonsái, existen canales de YouTube especializados en hacernos conocedores de sus cuidados. Y en español. Os invito a pasaros por alguno de los canales y quizás os animéis a tener algún bonsái en casa, si es que no lo tenéis ya. Quién sabe, quizás los bonsáis midan el tiempo contando las generaciones de humanos que les cuidaron…