La verdad HISTÓRICA en ARTES MARCIALES

La verdad HISTÓRICA en ARTES MARCIALES

En muchos lugares (revistas, libros… pero sobretodo en Internet) pueden verse como ciertos unos “datos históricos” que no concuerdan con la realidad y la verdad histórica, el motivo puede ser de diversa índole, desde desconocimiento real de lo que se habla hasta simplemente  repetir lo escuchado o leído anteriormente sin detenerse a pensar si esos datos son reales; incluso puede ser que el error histórico sea producto de un interés subjetivo que provoque reacciones interesadas.

En el presente artículo romperé algunos falsos pensamientos y datos histórico-marciales que se dan como ciertos y que en realidad son erróneos, con el convencimiento de que a partir de ahora no creerás todo lo que leas por muy “oficial” que sea el texto. Por todo ello, te aviso, respetado lector, si continúas leyendo este artículo se te caerán muchos mitos que hasta ahora considerabas como verdades absolutas, incluso sé que heriré sensibilidades aunque diga la verdad e indique la realidad.

LA VERDAD HISTÓRICA.

Ante todo debemos tener muy presente lo que es la verdad histórica, que implica la coincidencia entre una afirmación sobre hechos acaecidos y la realidad sobre lo acontecido. Por ello, no se puede luchar contra la verdad, pues no puede estar sujeta ni a opiniones ni a prejuicios, se la podrá enmascarar, se la podrá ningunear… pero la verdad siempre será una, aunque no guste y difiera de las visiones partidarias de los interesados o de los desinformados. Como indico, la verdad es sólo una y las opiniones son solo simples versiones y visiones parciales de ésta, ya que para ser plenamente comprendida y asimilada debe estudiarse en conjunto, pues en caso contrario siempre se obtendrán resultados falsos o erróneos, esto es, la verdad debe estudiarse desde distintas perspectivas para poder descubrirla y comprenderla adecuadamente; aquel que se obceque en estudiarla desde sólo un punto de vista siempre faltará a la verdad, pues su perspectiva le ciega y le engaña.

Para poder explicar mejor esto último haré el siguiente símil: imaginemos un cilindro apoyando en el suelo sobre su superficie lateral curva, un hipotético observador situado a gran distancia, según el punto de vista parcial desde el que observe, si solo lo hace desde un plano lateral, sólo percibirá un rectángulo o un círculo. El problema viene cuando ese observador defienda su visión parcial, él creerá que su visión fue la correcta y la defenderá sincera y firmemente. El problema se agravará cuando su visión se enfrente a la de otro observador parcial y los dos defenderán sus verdades, dos mentiras, dos errores, por muy sinceros que sean ambos. Y el problema se sublimará cuando alguien, que ha visto y estudiado el cilindro (en este caso, la verdad) en su totalidad, habiéndolo analizado desde todas las perspectivas posibles intente hacer ver a los errados que están equivocados, con seguridad los equivocados no querrán admitir su error y se enemistarán con aquel que intenta ayudarlos y hacer que impere la verdad y la realidad de lo acontecido.

Habrás visto que en un par de ocasiones he hablado de verdad y realidad que, aunque puedan parecer sinónimos no lo son, pues hay que ver los matices que ello implica. La diferencia está en lo siguiente: la verdad es lo que pasa, los hechos acontecidos, mientras que la realidad es el por qué suceden los hechos, por ello, la realidad es una verdad sublimada, realzada por el conocimiento. Para que puedas entenderlo mejor indicaré varios ejemplos:

  • Sabemos que nuestra mano tiene huesos, eso es verdad, pero hasta que no aplicamos los rayos X descubiertos por el Sr. Roetgen no comprobamos visualmente la realidad, que realmente si los tenemos.
  • Isaac Newton sabía la verdad, que las cosas caían si las soltaba en el aire, y su fórmula abrió el camino a descubrir la realidad, el por qué caían, por la constante universal de la atracción de masa, o Ley de Gravitación Universal.
  • Sentimos dolor, eso es verdad, pero esto tan sólo es una sensación; solo cuando entendemos el mecanismo del dolor (receptores del dolor –nociceptivos-, trasmisores del dolor –sustancia P y nervios- y receptores de los impulsos –neuronas- que analizan la sensación y la hacen surgir en el cerebro) comprendemos la realidad, que somos “máquinas” orgánicas que actuamos a través del mecanismo de la dualidad estímulo/respuesta.
  • La verdad: a una persona le sienta mal algo que come y está a punto de morir por ello; la realidad: esto ocurre porque es alérgico a una proteína de la ingesta.
  • La verdad: si aplico una fuerza contra mi adversario en la parte alta de su cuerpo mientras queda sujeta su base con un simple pisotón, éste cae. La realidad: hemos aplicado una técnica que ha desequilibrado su estructura corporal, cambiando con ello su centro de gravedad y alejándolo de su cuerpo, y la fuerza de la gravedad ha hecho el resto.

De todo ello hay que deducir que es más importante la realidad que la verdad, pues la realidad es objetiva y la verdad es subjetiva, al pasar por el filtro de nuestros sentidos y mentalidad. Esta es la razón por la que muchos testimonios no se tienen en cuenta en los juicios, pues el testigo dice la verdad (lo que cree que ha visto, “su verdad”) que muchas veces no se ajusta a la realidad que marcan las pruebas forenses y periciales.

Por tanto, si logramos desentrañar la realidad con otros ojos y apertura de mente, lograremos que la verdad se sublime y aprenderemos de la experiencia, esto es, analizando la realidad descubriremos la verdad.

LA DIFICULTAD DE LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICOMARCIAL.

Los investigadores marciales nos hallamos constantemente ante muchos obstáculos cuando investigamos la historia marcial. Como dijo Marcel Proust: “El recuerdo de las cosas pasadas no es necesariamente el recuerdo de las cosas tal y como ocurrieron”, por ello hay que estudiar documentos de la época (o los más cercanos en el tiempo) y no creer lo que nos hayan contado, pues incluso nuestros propios recuerdos son falsos, sí, son falsos, me explicaré. Cuando contamos una anécdota solemos adornar el recuerdo inconscientemente para hacer más atractiva la narración, y cuando más contamos la historia más la adornamos, quedando fijado el resultado en nuestra memoria de tal forma que finalmente creemos firmemente hechos que no son exactos, por lo que los recuerdos se tornan en desacertados y falsos.

Hay que tener en cuenta más cuestiones, por ejemplo, Isaac Asimov dijo una vez: “Hay un límite a la capacidad de retroceder en el tiempo, y cuanto más atrás vas, menos fiable se va volviendo la información que encuentras… sin importar lo que hagas para obtenerla”. El doctor Asimov se refería al Principio de Incertidumbre de la Información, y se relaciona con lo que he comentado con los recuerdos, esto es, si los propios recuerdos son falsos, es lógico pensar que la historia sea inventada (y documentada) por vencedores y vencidos, creando distintas visiones de la historia y de los hechos particulares, que también son inexactos, por ello lo importante de la investigación histórica no son los detalles (que hizo tal o cual señor, y quien sucedió a otro en el poder) sino que lo importante es la organización básica (el por qué pasó tal o cual cosa), esto es, la síntesis debe primar sobre el detalle, pues lo importante no son los hechos aislados sino la evolución real, los logros obtenidos y su relación con el resto.

Incluso los historiadores no han consignado los hechos tal y como sucedieron pues, desde siempre, sobre todo en la antigüedad, se tomaban “licencias” creativas; pondré algunos ejemplos: si el tema es sobre la historia de un país la ideología política del historiador marcará considerablemente su forma de relatar los hechos; si el tema es sobre historia antigua de batallas o duelos los historiadores se suelen tomar más licencias aún para darle espectacularidad y épica a lo narrado; evidentemente cuando se trata de la historia propia de una familia en particular (que es como se suele trasmitir la génesis y logros de un estilo o un arte marcial en particular), se suele adornar de forma extremadamente dramatizada y excedida.

Es un hecho muy habitual y típico en los orientales  el querer dar antigüedad a sus creaciones además de mezclarlos con elementos legendarios o épicos; el asociar el origen de un arte marcial a un personaje legendario o histórico de mucha reputación hace que éste sea calificado como más efectivo sin tener que demostrarlo. Hay quien opina que si todos los linajes de un arte marcial dan por hecho cierta historia esta debe serla, y no tiene por qué serlo, para eso estamos los investigadores, para desentrañar la verdad y contarla.

Otro detalle a tener en cuenta es el de que muchos organismos a nivel mundial reescriben la historia según su conveniencia para hacerla cuadrar según sus intereses, que a fuerza de extenderla y repetirla es creída por el público en general e incluso por muchos estudiosos del tema (aunque algunos comprenden la verdad detrás de la mentira pero no la descubren por su propio interés). Como dijo Walter Langer en cierta ocasión: “La gente cree antes una gran mentira que una pequeña, y si la repites con la suficiente frecuencia la acabarán confundiendo con la verdad”. Todo esto ha provocado que históricamente se hayan contado generalizadamente historias falsas que a fuerza de repetirlas se han convertido en falsas verdades; a lo largo de la historia hechos, leyendas, errores y exageraciones se han confundido hasta tal punto que ha veces resulta prácticamente imposible extraer algo de verdad en ellos. Como dijo Napoleón: “Qué es la historia sino una fábula consensuada”.

Otro problema al que nos enfrentamos los investigadores es el del cambio de denominación a lo largo de la historia, sobre todo si son datos geográficos (por ejemplo, la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo en tiempos del imperio romano se llamaba Miróbriga), y dependiendo del idioma que usara el historiador documentalista (por ejemplo: a China Marco Polo la nombró como Catay, pero en esa época, los mongoles la llamaban Hyatad, los tártaros la denominaban Qitay, los uigures como Hyty, etcétera). Con estos ejemplos podrás comprender la gran dificultad que tenemos los investigadores a la hora de averiguar datos históricos, sobre todo si son muy antiguos, aunque estén documentados en textos de la época o ligeramente posteriores.

Otra dificultad está en el idioma original del documento en cuestión. Solo piensa en un dato sobre el libro más vendido de la historia: la Biblia, originariamente se escribió en arameo, y de ahí se fue traduciendo al latín y de allí a los distintos idiomas modernos, por lo que su traducción sufrió cambios al ser filtrados por el traductor, que a veces además de cambiar el sentido de las frases también aportaba su visión sobre lo escrito. Incluso las traducciones de, por ejemplo, un texto escrito en chino antiguo difieren al ser traducidas al chino moderno, piensa que al leer un texto castellano de principios del siglo XVII como es el Quijote, tal y como fue escrito por su autor, nos encontramos con dificultades con algunas palabras que han caído en desuso y otras que se han modificado con el tiempo; y estamos hablando de un texto que tan solo tiene cuatrocientos años y en nuestro propio idioma, imagínate cuando hablamos de un texto que puede tener dos mil años o más y en un idioma que ya no es vigente.

Además de esto, para hallar la realidad y la verdad histórica habrá que estudiar no solamente la historia sino también la cultura del país que nos ocupe, no solamente la que existe ahora, sino la cultura y desarrollo tecnológico de una época en particular para no incurrir en anacronismos (sobre todo cuando hablamos de armas). Por ejemplo: piensa sin ir más lejos en España, la forma de pensar que tenemos ahora y nuestra cultura y la comparamos con la que había hace quinientos o seiscientos años, con una iglesia que marcaba la forma de pensar y de ser en los guerreros y que hacia que se desecharan técnicas y progresos realizados por los infieles de otras partes del mundo.

Un ejemplo lo tenemos en las espadas, que las fabricaban rectas y colocaban una guarda que protegía la mano en forma de cruceta, con lo que el guerrero empuñaba una cruz que simbolizaba su religión, haciendo con ello que el símbolo de Cristo luchara con el guerrero haciéndole más efectivo, pues según su convencimiento le protegía el propio Dios. Algo parecido ya había sucedido un par de centurias antes, cuando España era musulmana y los guerreros luchaban con sables que simbolizaban la media luna de Mahoma, con lo que tanto musulmanes como cristianos se aferraban a unas diferencias culturales que las extrapolaban a la forma de sus armas (ya que el diseño influye en el manejo óptimo y efectivo del arma y viceversa). Con ello se demuestra como la cultura del momento histórico influye en las artes marciales, por lo que no podemos hablar desde la perspectiva del siglo XXI de lo que ocurrió en el siglo XII o VII, deberemos ponernos en la piel, en el cerebro y en el sentir cultural del guerrero de la época para desentrañar la verdad.

Por todo lo expuesto ¿quién es dueño de la verdad en la historia? Difícil respuesta, ya que (por ejemplo) es difícil saber realmente los orígenes de cada arte marcial al ir pasando oralmente la información a través de distintos maestros que generación tras generación van distorsionando la realidad hasta hacerla irreconocible y convirtiéndose en meros relatos que mitifican la génesis del arte marcial en cuestión y a su fundador, al que dotan de cualidades semidivinas que le elevan por encima de las demás personas.

Existe un problema añadido en los últimos tiempos, con tanta información que existe gracias a Internet, existe muchísima desinformación, pues casi nadie investiga la realidad de lo expuesto, simplemente se hace eco de la incorrección. La realidad es que a veces la investigación y el estudio puede llegar a ser frustrante, cuando después de muchísimas horas de intenso trabajo logramos recrear la historia lo más acertadamente posible, podemos encontrar otro documento más cercano a los hechos producidos, y por ello más fidedigno, que nos tira por tierra toda la labor anterior; muchas veces es normal que nos sintamos engañados al encontrar fuentes más fidedignas, pero es lo que tiene la historia, que casi nada sucedió en el pasado tal y como se relata o se cuenta, pues la fantasía de enardecer el misticismo es muy habitual en el ser humano.

Como puede verse, las dificultades a los que nos encontramos los investigadores serios son enormes aunque intentemos realizar nuestras investigaciones y conclusiones de la forma más honrada e independiente posible; creo, sinceramente, que debería ser valorado por todos, y en su justa medida, todo el esfuerzo y el trabajo de investigación que hacemos algunos, a veces cientos de horas invertidas para lograr un solo párrafo de verdad histórica.

Seguidamente, en las siguientes entregas de esta serie, indicaré, a modo de ejemplo, varias afirmaciones que se vienen divulgando desde hace tiempo y que en realidad son falsas. En cada apartado indicaré como título el tema principal y lo iré desarrollando seguidamente.

 

(Continuará).

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