Los centros en donde se imparten clases de Artes Marciales son meras escuelas de aprendizaje en donde se enseñan unos conocimientos que nos ayudan en nuestro quehacer diario, tanto a nivel físico como psíquico, ya que además de darnos una forma física inmejorable, nos dota de una firmeza de carácter que con otras actividades (incluso las deportivas) no se consigue.
Si los centros en donde se imparten este tipo de enseñanzas son escuelas, los centros en donde se estudia además el mecanismo biológico y psicológico por el cual una persona logra determinados niveles de perfección, deben ser llamados metafóricamente Universidades, en las cuales unos catedráticos (Maestros) enseñan sus conocimientos a unos estudiantes (profesores, alumnos y discípulos) incluso realizando estudios comparativos de técnica y mentalidad marcial.
Este tipo de Universidades pueden ser no un determinado lugar sino un conjunto de lugares (centros marciales) en los cuales se imparte un determinado Arte Marcial guiado todo ello directa o indirectamente, a través de discípulos profesores, por uno de los ya citados “catedráticos” el cual instruye y dirige su Arte y sus estudios físico-psicológicos a través de sus pupilos.
Habiendo hecho esta introducción he de decir que este artículo ha sido elaborado en una de esas Universidades Marciales (el estilo Ming Ch’uan Chai T’ien) y está basado en sus estudios sobre Psicología del Aprendizaje, en los que uno de sus postulados indica claramente que “la vida de las personas es un continuo estudio y aprendizaje, pues cuando un individuo pierde estas capacidades está llamando a la Muerte”.
LAS BASES DE LA PSICOLOGÍA DEL APRENDIZAJE
Todo profesor de Artes Marciales debe adaptar el comportamiento, impulsos y actitudes del estudiante marcial al camino trazado por el Arte, y para ello dispondrá de una serie de recursos para alcanzar este fin. El aprendizaje del estudiante marcial puede analizarse desde el prisma de la Psicología del Aprendizaje, rama del saber humano que intenta comprender el por qué del aprendizaje, sus secretos y el como acelerar dicho aprendizaje.
Según los cánones marcados por los teóricos de la Psicología del Aprendizaje, podremos explicar el por qué el estudiante marcial novato aprende más deprisa la teoría marcial que la práctica. Según la teoría del eminente psicólogo J.C. Phillis, el estudiante recién llegado es como un papel en blanco sobre el que se irá imprimiendo gradualmente el conocimiento marcial que le convertirá con el tiempo y el entrenamiento en un verdadero artista marcial. Según este psicólogo, el estudiante, en la primera fase, se encuentra en un estado altamente receptivo precisamente por su desconocimiento de todo lo que le rodea en el centro marcial; por todo ello aprende ciertos conceptos más deprisa que en fases posteriores, por ese despertar al conocimiento, pero, por el contrario, su cuerpo no está preparado para tal cantidad de movimientos técnicos, pues básicamente, en el centro marcial se pretende que el estudiante aprenda una serie de conductas, muchas de ellas codificadas y el resto innatas en el ser humano pero que hay que potenciar y desarrollar, siendo la mayoría de estas conductas nuevas para él, ya sean movimientos físicos (golpes, barridos, proyecciones, etcétera) o conceptos psíquicos (responder a estímulos de ataque, reflejos, etcétera), por lo cual, si bien tiene el conocimiento, no tiene la destreza apropiada para convertir el conocimiento en movimiento.
Algunos profesores optan, ante esta falta de pericia, por hacer que sus alumnos aprendan escalonadamente, esto es, paso a paso, para que mientras no aprendan y realicen perfectamente una de estas conductas no pasen a la siguiente, con el equivocado pensamiento de que el estudiante, al hacer mal el movimiento es que no lo ha comprendido, cuando en realidad puede haberlo aprendido pero no puede realizarlo precisamente porque su cuerpo no está preparado para ello, pues le falta la adecuada cualidad física: fuerza, coordinación, equilibrio, flexibilidad, etcétera.
La solución dada por Phillis, y por su compañero F.H. Kanfer en su obra “Principios de aprendizaje en la terapia del comportamiento”, es la siguiente: lo que hay que hacer es que el estudiante aprenda lo más posible desde el primer momento aprovechando esa recepción desmesurada del primer momento y, después, que aprenda poco a poco a realizar bien el movimiento hasta llegar a la perfección técnica para, de este modo aprovechar de la mejor manera ese conocimiento psicológico.
Hay que tener en cuenta una premisa muy importante: el hecho de que los estudiantes forman un grupo heterogéneo y que cada uno de ellos es un mundo totalmente aparte y diferente de los demás; cada individuo tiene una educación, unas aspiraciones y posibilidades propias, siendo también diferentes su retentiva, destreza y nivel físico y cultural, todo lo cual influye de manera muy clara en el proceso del aprendizaje tanto marcial como de cualquier otro tipo de aprendizaje.
Lo mejor que puede hacer un profesor, por lo dicho anteriormente, es tener una ficha de cada uno de sus alumnos para de esta manera tener un historial del mismo a mano, además de poder reflejar en el mismo su evolución marcial y moral, ya que también deberemos estar pendientes de cómo son nuestros alumnos y discípulos para no otorgar un conocimiento marcial, en muchos casos mortal, a una persona indigna de ello.
Si estudiamos a los teóricos de la Psicología del Aprendizaje (entre ellos a los profesores Witting y Pelechado, además de los ya citados) vemos que hay dos grandes vertientes o tipos de técnicas para obtener mejor el conocimiento y mantenerlo en el tiempo, en suma dos óptimas maneras para aprender mejor, que son: el condicionamiento operante (o aprendizaje instrumental) y el modelamiento (o aprendizaje observacional).
APRENDIZAJE POR CONDICIONAMIENTO OPERANTE O INSTRUMENTAL
Este tipo de aprendizaje se refiere al que se consigue según sean las consecuencias que se deriven de las respuestas o reacciones que dé el sujeto. Es el tipo de aprendizaje que se usa para educar (mal llamado domar) a los animales; es una forma de aprendizaje basado en el concepto de los “reflejos condicionados”. Si a un sujeto, tras emitir una respuesta o acción, se le recompensa (reforzamiento positivo), o se le castiga (reforzamiento negativo), según sea su respuesta o acción acertada o desacertada, se dice que este ha sido reforzado por emitir o, por el contrario, no emitir dicha respuesta o acción y, por tanto, el sujeto hará que en el futuro esa respuesta o acción vuelva a manifestarse o, por el contrario, no vuelva a manifestarse. Estudiemos esto más detenidamente.
En Psicología se denomina “refuerzo” a los agentes que fortalecen (y refuerzan) la respuesta del sujeto. Existen dos clases básicas de refuerzo: el positivo y el negativo, a la que sumaré el llamado auto-reforzamiento.
El reforzamiento positivo
El cual consiste en otorgar al sujeto una recompensa (un elogio, felicitación, diploma, trofeo, paso de grado, etcétera) cuando su respuesta en el aprendizaje sea buena; el efecto que desencadenará la recompensa es que aumentará la probabilidad de que el sujeto vuelva a emitir la respuesta satisfactoriamente.
El reforzamiento negativo
El cual consiste en suprimir un estímulo negativo. En la práctica de las Artes Marciales este estímulo negativo no lo pone nadie sino que aparece espontáneamente (cuando no se bloquea o desvía un golpe éste llega, si se realiza mal una caída después de haber sido proyectado aparecerá el dolor, etcétera). En suma, si tras una respuesta el sujeto obtiene una consecuencia negativa, en el futuro disminuye la frecuencia de emisión de dicha respuesta, puesto que la consecuencia obtenida no es gratificante sino todo lo contrario.
El auto-reforzamiento
En la mayoría de los casos de los practicantes marciales adultos aparece el auto-reforzamiento, el cual es aquel reforzamiento que no se haya impuesto por agentes externos sino que surge de la esencia misma del sujeto. Este reforzamiento aparece con la satisfacción de hacer bien lo que se hace, por haberse superado el sujeto a sí mismo y a sus limitaciones y, en última instancia, en el caso del competidor, el vencer al contrario.
Puntos importantes en la práctica del reforzamiento
Se deben evitar los estímulos negativos para eliminar una respuesta negativa, debido a los efectos secundarios que pueden producir: aumento de la ansiedad, aparición (en el caso de los practicantes muy jóvenes) del miedo, inhibición en el comportamiento, etcétera. Existen, desgraciadamente, muchos casos en los cuales el profesor golpea deliberadamente a sus alumnos cuando hacen algo erróneamente; esto es algo que debemos erradicar, tanto por los perjuicios psicológicos que ocasiona en el estudiante (como ya he indicado antes) tanto por el desprestigio publicitario que esto supone para todos los profesionales de las Artes Marciales.
En el caso del reforzamiento positivo, la “recompensa” debe darse inmediatamente después de que la conducta positiva haya hecho su aparición o, en caso de que no se pueda dar la recompensa con la inmediatez que nos aconsejan los psicólogos del comportamiento y el aprendizaje humano, darla dejando claro el por qué de la recompensa. Hay que recordar que una palabra de aliento a tiempo da al alumnado más moral y ganas de continuar superándose que un gesto reprobatorio a destiempo.
También nos enseñan estos teóricos que la entrega de reforzadores (recompensas) en demasía, hacen que estos pierdan la efectividad que se desea con la entrega de los mismos, ya que los sujetos piensan inconscientemente en la recompensa que le van a otorgar y no en su propia estimulación y demás auto-refuerzos; además de lo ya dicho, la entrega en grandes cantidades de reforzadores hacen que el sujeto los espere también cuando el esfuerzo no sea lo totalmente satisfactorio que se desea de él, con todo lo que esto implica psicológicamente hablando.
APRENDIZAJE POR MODELACIÓN O POR OBSERVACIÓN
Este tipo de aprendizaje consiste en la imitación de un modelo. Los procesos que tienen lugar en este tipo de aprendizaje son fundamentalmente tres: los procesos por atención, los procesos de retención y estimulación, y los efectos facilitadores o de provocación.
Los procesos por atención
Vienen determinados por el carisma y la atracción personal del profesor, ya que estos factores influyen muchísimo en el estudiante para que este preste mayor o menor atención; otros factores que influyen sobremanera son, por citar algunos, la amenidad de la clase y la espectacularidad y efectividad de las técnicas a realizar. Es un hecho claro que unos profesores marciales obtienen mejores resultados con sus alumnos que otros, y la psicología nos demuestra que éstos son los que atraen en mayor grado la atención, y que incluso son queridos por sus estudiantes.
Los procesos de retención o asimilación
Vienen dados por la memorización de una serie de conductas y movimientos técnicos para ejecutarlos cuando el modelo ya no se haya presente en el campo visual del sujeto. En este aspecto interviene de manera decisiva la memoria visual y auditiva entre otros muchos factores.
Los efectos facilitadores o de provocación
Si la respuesta que se desea del sujeto nunca ha sido realizada por él anteriormente pero, sin embargo, al haberla observado en el modelo, comienza a dar la respuesta, a esto se le llama efecto de provocación, al facilitarle la información el modelo y el sujeto simplemente le imita. En la situación de co-práctica (cuando el profesor realiza un movimiento, golpe o lo que sea, y los estudiantes le imitan al mismo tiempo), cuando se da el caso de que los alumnos miran y realizan al mismo tiempo los movimientos, a esto se le ha llamado también “facilitación”.
Cuando se realiza en clase un co-aprendizaje (esto es, una práctica por parejas), y se incluye, además del aspecto facilitador, una observación de conductas correctas e incorrectas, esto llevara a los estudiantes a aprender más deprisa, pues aprenden, además del ejercicio bien hecho, el mal hecho, con lo que ven en su carne y en la ajena los errores que se pueden cometer y la forma correcta de paliar esos errores. Este paradigma es más válido en el caso de la adquisición de conductas marciales que en el mantenimiento de dichos conocimientos.
Estos procesos de aprendizaje por modelación suelen ser más efectivos en las primeras etapas del aprendizaje, cuando la efectividad en los ejercicios físicos es muy baja, justamente por desconocer dichos ejercicios y no haber amoldado adecuadamente el cuerpo a ellos, además de por ser la primera vez que el estudiante realiza los movimientos aunque, desgraciadamente, disminuye el impacto observatorio.
Otro hecho psicológico que nos interesa es que cuanto mejor sea el profesor más se incrementarán las respuestas positivas de sus estudiantes. Este “mejor” no se refiere sólo al aspecto marcial del profesor (mayor nivel o conocimiento marcial, mejor forma física, etcétera) sino también a su propio estatus en la vida no marcial (edad, prestigio social, autoridad, etcétera) ya que todo esto fortalecerá la imagen que los estudiantes tienen de él como modelo a imitar. Si alguna de estas facetas falla, si pierde el control, disminuirá la dependencia de sus estudiantes hacia él y su carisma, y su validez como modelo quedará mermada considerablemente, apareciendo la negligencia entre los estudiantes.
Además, un aspecto en el que el profesor debe incidir en sus estudiantes es que jamás deben darse por vencidos al no lograr un resultado, pues cada intento fallido a corto plazo no deja de ser un aprendizaje para lograr un objetivo mayor a largo plazo. Tampoco hay que olvidar que cualquier tipo de aprendizaje implica tiempo, paciencia y constancia, y que jamás se deja de aprender, ya que por mucho que se sepa jamás se podrá llegar a poseer el conocimiento absoluto; pero no por ello debemos dejar de intentar alcanzarlo, como dice una de mis discípulas (Eva Aguilera): “Esta es una de las formas más bonitas de crecimiento: el deseo de saber más”.
CONCLUSIÓN
Los dos procesos de aprendizaje aquí estudiados (condicionamiento y modelamiento) no están desligados, sino que ambos deben complementarse. Por ello, cuando trabajemos aplicando la técnica de modelamiento deberemos ir reforzando las conductas adquiridas por medio de éste, puesto que de esta forma mantendremos el nivel imitativo del estudiante. Con ello se acelerará el proceso de aprendizaje marcial y, como dice el antiguo proverbio chino: “El aprendizaje es un tesoro que seguirá a su dueño a todas partes”. Espero que estas ligeras nociones psicológicas ayuden a todos los profesores de Artes Marciales (e incluso los de deportes de combate o sistemas de autodefensa), para que se beneficien activamente aquellos que merecen todo nuestro esfuerzo, por grande que éste sea: nuestros estudiantes.