Ante todo he de aclarar que con el término “identidad” se conoce al conjunto de rasgos, características y cualidades por los que algo puede diferenciarse de lo demás, esto es, lo que permite distinguirlo dentro de un conjunto. Dicho esto ¿tienen las Artes Marciales una identidad propia que las diferencie de otras actividades físicas? La respuesta es sí y es lo que intentaré aclarar en el presente artículo.
En sus orígenes, el término Arte Marcial era muy claro, aludía a las prácticas y métodos usados para combatir o defender la integridad física de un sujeto, que con el tiempo se nutrieron con un código de conducta y unos valores que refrenaban los posibles abusos que pudieran cometer aquellos poseedores de un conocimiento superior en cuanto a poder dañar a sus semejantes. Desgraciadamente, en el siglo XX y en éste en el que vivimos el término “Arte Marcial” se ha convertido popularmente en un cajón de sastre en el que caben muchas cosas muy distintas que en realidad no son Artes Marciales.
En palabras del maestro de Karate José Alberto Cuevas: “Llamemos a cada cosa por su nombre, no todo son artes marciales ni todos son artistas marciales, hay deportes y deportistas y artes marciales y artistas marciales”.
En efecto, una cosa son las artes marciales, otra los deportes de combate y otra los sistemas de defensa personal que recogen técnicas de distintas artes marciales. Y es distinto un arte marcial especializado en defensa personal y un mero sistema de defensa personal. Son matices que no pueden resolverse fácilmente y son algo confundido incluso por muchos de sus practicantes. Otro matiz está en que muchos de los practicantes de artes marciales lo hacen sólo como deporte, como actividad física lúdica, cuando en realidad son algo mucho más complejo.
Todo ello es tan complicado que en fechas recientes se ha reunido una comisión de maestros de distintas artes marciales (chinas, japonesas, coreanas…) reunidos ante una sola pregunta… “¿las artes marciales son un deporte, un sistema de combate, o son algo más?” Pues, si ellos, unos expertos con una experiencia de varias décadas de experiencia no lo tuvieran claro ¿cómo lo van a tener los artistas marciales con menos experiencia, y mucho menos los neófitos? ¿o el Ministerio de Cultura español? que dictamina que las artes marciales son deporte, cuando en realidad son cultura, como indicaré más adelante.
El presente artículo es el resultado de muchas de sus conclusiones.
LOS VALORES DEPORTIVOS.
El deporte consiste en una actividad física y lúdica que hace sentir bien a sus practicantes, tanto física como anímicamente, que tiene una serie de importantes valores, como son los siguientes: promover la salud, desarrollar la personalidad, educar al deportista socialmente al someterle a unas reglas de equipo y sociales, socializar, esto es, interactuar con sus semejantes, y adquirir valores éticos de comportamiento que podrían dividirse en individuales y colectivos, esto es, cuando interactúa con otros deportistas.
Entre los valores individuales están la perseverancia, la autodisciplina, la humildad, el autodominio, el autoconocimiento físico y mental, el crecimiento personal, la autorrealización (a través de lograr éxito y reconocimiento), el esfuerzo… Mientras que entre los valores colectivos están: la amistad, el compañerismo, el respeto, la cooperación, la simpatía, la justicia, la deportividad (traducida en juego limpio), el trabajo en equipo… Incluso hay una serie de valores comunes, como son: el compromiso, la responsabilidad, la competitividad…
LOS VALORES MARCIALES.
Todos los valores deportivos se encuentran en las artes marciales tradicionales, exceptuando la competitividad y la autorrealización a través del reconocimiento por los logros deportivos, aunque no en sus apartados competitivos, ya que éstos no dejan de ser deporte.
La filosofía de vida que entrañan las artes marciales, esto es, la ética marcial, es clara heredera sobre todo del Bushido japonés o del Wu Te chino (wude en pinyin), los cuales enseñan además valores tan loables como sacrificarse por los demás y mostrar un desinterés egoísta, cosa que choca con la idea de la competitividad. Otros valores de índole ético y moral son los siguientes: respeto, rectitud, honestidad, integridad, honradez y justicia, coraje con compasión, paciencia, modestia y humildad, bondad, honor, sinceridad, diligencia, deber y lealtad, cortesía, generosidad y desprendimiento, adaptabilidad, serenidad, clama y paz interior…, todo ello demuestra la fortaleza interior del artista marcial que lo eleva por encima de un mero deportista, pues lo transforma en lo que tradicionalmente llamaban los chinos: “jen”, el ideal humano.
Como decía Miyamoto Musashi, considerado por muchos como el mejor samurai de todos los tiempos: “La verdadera ciencia de las artes marciales significa practicarlas de tal forma que sean útiles en cualquier ocasión, y enseñarlas de tal forma que sean útiles en todos los caminos”, esto es, sus enseñanzas pueden aplicarse en cualquier faceta humana.
Además, los maestros fomentan entre sus pupilos el crecimiento físico e intelectual, como dice un antiguo proverbio chino: “el guerrero debe ser además un erudito para ser plenamente consciente de su poder”. Y es cierto, ya que el arte marcial no sólo es la actividad física que desarrolla, sino que es cultura, con todo lo que ello significa, pues, además de los valores ya comentados, implica el estudio de historia, filosofía… Según Cicerón, cultura es todo aquello que enriquece el alma y el intelecto, la mente y el espíritu, y creo que tenía mucha razón. Por ello, las artes marciales son cultura, mientras que un sistema o modalidad de combate es tan solo deporte, pues aúna actividad física lúdica que implica competición, esto es, la superación de otros, mientras que en las artes marciales lo vital es la propia superación, vencer a otro es una consecuencia, no el fin. Con las artes marciales el practicante debe entrenar y estudiar, mientras que los deportistas con sólo entrenar es suficiente. Esa es una gran diferencia, aunque, lógicamente, a los entrenadores se les exige el estudio de unas materias para poder realizar su actividad adecuadamente.
LA DIFERENCIA CON LOS SISTEMAS DE AUTODEFENSA.
La esencia de cualquier arte marcial es la forma en que combina con equilibrio y armonía una práctica que en su base es violenta, con unos valores y una filosofía de vida que busca evitar todo conflicto. En realidad es una forma de forjar personas fuertes que antes de lanzar un puño siempre tenderán la mano.
En palabras del maestro de Aikido Kenji Tomiki: “Un arte marcial sin código ni tradición no es más que violencia”, más o menos controlada pero violencia al fin y al cabo, ya que si no se enseñaran los valores antes comentados sería como darle un cuchillo a un niño pequeño, que al final terminará cortándose o cortando a otros, pues no comprende el alcance del instrumento que posee.
Esto es lo que pasa con muchos de los sistemas de defensa personal que están surgiendo en los últimos tiempos, que no son artes marciales sino meros sistemas codificados para actuar ante ciertos estímulos agresivos; enseñan a resolver la situación pero no enseñan la mentalidad adecuada para no llegar a tenerla. En este grupo no deberían incluirse artes marciales como el Kajukenbo o el Lima Lama, pues estas son artes marciales especializadas en defensa personal moderna, con todo lo que ello conlleva (filosofía, formas, etcétera).
Hay que recordar algo que nos recordó en la comisión comentada el ya citado maestro Cuevas: “Cualquier maestro de cualquier arte marcial tradicional, sea el que sea, que tenga experiencia y años de trabajo y estudio de su disciplina sabe impartir la autodefensa de su sistema y lo puede aplicar a lo policial porque tiene autocontrol, a lo militar porque conoce perfectamente las técnicas más duras y de eliminación, y la defensa personal integra porque es así como se sustentan la mayoría de sus técnicas”, mientras que los sistemas de autodefensa se especializan en apartados porque no son integrales.
LA PERSONALIDAD MARCIAL.
Con todo lo dicho ¿cómo distinguir un arte marcial de otras actividades físicas? Fácil, las Artes Marciales, además de aspectos técnicos y estratégicos propios, deben incluir los siguientes componentes que nutren su ADN:
- El cultivo de la salud mediante el entrenamiento físico, algo que también hace el deporte, desarrollando las cualidades físicas, pero en las Artes Marciales este desarrollo físico no se realiza como objetivo sino como consecuencia.
- El desarrollo de unos valores morales más amplios que los deportivos como ya he comentado.
- El reforzamiento de una visión filosófica de la vida al poner en práctica los valores marciales en todo momento, trasladando éstos a todos los aspectos de la vida.
- El aprendizaje de técnicas efectivas de autodefensa, incluso más ricas que las de los meros sistemas de autodefensa, y con una visión integra.
- El estudio de distintos tipos de entrenamiento tradicional alejados de los modernos sistemas de entrenamiento físico, los cuales nos abre la puerta a la historia y la cultura antigua del arte marcial elegido.
Además, en algunas artes marciales se incluye en su estudio y entrenamiento el manejo de diferentes armas tradicionales que refuerzan lo ya mencionado e, incluso, en otras, se incluye el estudio preventivo y rehabilitador de sistemas entroncados con la Medicina Tradicional Oriental, como puede ser el chi-kung, el masaje o la digitopuntura.
ARTE MARCIAL… ¿TRADICIONAL?
Hay quien afirma que las Artes Marciales Tradicionales son aquellas que son antiguas, pero yo afirmo que esto no es cierto, las que son antiguas deberían llamarse “clásicas”, el término tradicional es algo distinto, pues lo antiguo no tiene porque ser válido y lo moderno no, y además desprestigiado por personas que no entienden en realidad la esencia marcial.
Hay que tener en cuenta que la adaptación y la evolución siempre ha entrado dentro del genoma marcial, por ello existen tantas artes marciales distintas con personalidad propia, sino existiría desde siempre un solo arte marcial. Las artes marciales nuevas no dejan de ser artes marciales y son tradicionales aunque hayan aparecido hace dos días si continúan la tradición, esto es, si incluyen valores y estudio, mientras que los deportes marciales y los sistemas de defensa personal que sólo sean la codificación de ciertas técnicas sin más no son artes marciales, son otra cosa aunque popularmente entren en el cajón de sastre marcial; lo cual no es malo ni bueno, pues cada cual es libre de practicar lo que le apetezca pues para eso está el libre albedrío, pero no deberían confundirse los términos.
Lo tradicional en mi humilde opinión no implica inmovilismo. Lo tradicional implica una serie de factores inherentes a las artes marciales pero siempre en evolución. Un teléfono móvil en principio sirve para hablar por teléfono, pero con el tiempo ha evolucionado y sirve para muchas más cosas, mientras que un ordenador, aunque sea portátil, no es un teléfono. Por ello, las artes marciales clásicas o las tradicionales no sólo sirven para lo que se crearon en un principio, sino que también tienen “aplicaciones” deportivas, de autodefensa… pero no son deportes de combate moderno ni simples sistema de autodefensa, ni meros deportes marciales. Permitidme un símil: una cosa es un peatón y otra muy distinta un conductor, esto es, aquel que conduce un vehículo; en la antigüedad el vehículo era un carro, un caballo…, mientras que ahora puede ser una moto, un coche, una bicicleta… pero el que lo conduce no es un peatón, aunque tenga la ventaja de apearse y poder ser también un peatón; por ello, un artista marcial en un momento dado puede ser un competidor, pero no deja de ser un artista marcial, mientras que un mero competidor no tiene porque ser un artista marcial.
Al hilo de lo anteriormente expuesto he de decir que nada se crea ni se inventa, sino que se desarrolla de algo anterior; es lo que envuelve a la técnica lo que marca la diferencia, y el envoltorio de las artes marciales es el estudio de valores más amplios que los del simple deporte y de estudios que no tiene el deporte: historia, filosofía… aunque hay que reconocer que hay muchos deportistas que se preocupan de estudiar la historia de su deporte, pero estos no tienen una filosofía como la marcial, ya que la filosofía del deporte es otra cosa, pues que se basa en los valores ya comentados con anterioridad, mientras que la filosofía marcial es mucho más amplia, pues se sustenta en los valores desarrollados en las artes marciales, que, como ya he indicado, son mucho más amplios que los del deporte.
Por otro lado, las artes marciales no tienen porque haber nacido exclusivamente en oriente, ya que lo importante es otra cosa: el conocimiento, y, como siempre digo, el conocimiento es poder y el poder es creativo. Y no todo lo ideado en oriente es arte marcial, por ejemplo, el sumo nació en oriente y es un deporte ceremonial; otro ejemplo: el chiao chino, derivado de la lucha mogola, no es arte marcial sino un deporte de combate, aunque pueda ser usado para defenderse, pero le faltan otras características mencionadas para ser considerados un arte marcial. Además habría que considerar otro aspecto: el concepto de arte marcial ha ido variando a lo largo de la historia, lo que hoy día consideramos artes marciales es una mera evolución de las primitivas, no sólo en técnica sino también en lo conceptual.
LA CONCLUSIÓN.
Como ya he indicado, y a pesar de lo que diga el Ministerio de Cultura español, las artes marciales son Cultura y no Deporte aunque posean un aspecto competitivo; la diferencia está en que sin la competición las Artes Marciales no desaparecen, ya que no es su razón de ser, e incluso aunque muchos de sus practicantes sólo desarrollen este aspecto subsidiario, sin darse cuenta que el deporte con la edad y la salud es posible que no pueda ser practicado mientras que las Artes Marciales pueden ser practicadas toda la vida por mala salud que se tenga, aprendiendo y evolucionando constantemente.
Esto no quiere decir que se deba abandonar el aspecto deportivo de las artes marciales: la competición, aunque muchos detractores indiquen que es aquello que empezó a desvirtuar el arte pues muchos instructores solo enseñan aquel arsenal técnico que no está prohibido por la reglamentación, no, creo que el aspecto deportivo es un instrumento publicitario, pues muchas personas atraídas por la espectacularidad de la competición llegan a conocer las artes marciales en su más pura esencia, las cuales engrosarán las filas de los estudiantes del Camino Marcial.
Por todo ello, afirmo que las artes marciales tradicionales tienen mucha vida por delante mientras haya alguien que luche por su supervivencia; nosotros, los sinceros practicantes de Artes Marciales somos los responsables de ir plantando semillas en aquellos que nos siguen y regándolas con nuestra ilusión y conocimientos para que perduren, la competición y el mercantilismo tienen otros responsables. Mientras que alguno de nosotros viva seguirán existiendo y si logramos “educar” a nuestros alumnos y discípulos adecuadamente… seguirán, y muchas artes marciales tradicionales hoy serán clásicas mañana.